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Bueno, el cuarto ciclo de Café Científico que organiza el Planetario de la Ciudad ha terminado exitosamente sus funciones (por este año, claro está). E incluso se ha expandido. En junio asistí, en Inglaterra, a una reunión de representantes de cafés científicos de todo el mundo, y pude comprobar que el nuestro se ha hecho visible. En abril, el café científico del planetario se reprodujo en Rosario (fuimos invitados a participar) y en Buenos Aires Piensa funcionó un café científico permanente donde de la mañana a la noche estudiantes de la UBA, con mesas y pocillos estaban dispuestos a que quien quisiera les preguntara cualquier cosa; esto es, a mantener una conversación con el público, de a uno o de a muchos. Es decir, la iniciativa que en 2001 apareció como un intento cuyo resultado ignorábamos hoy adquirió plena ciudadanía, y ya no hay dudas sobre cómo organizarlo el año que viene.
Vida extraterrestre, ¿puede haber terremotos en Buenos Aires?, cometas, el cero absoluto, ¿se puede confiar en los pronósticos meteorológicos?, psiquiatría versus psicología, biología del asesinato, música y ciencia, y demografía fueron los temas de este año. Observamos también que hay un público estable, que concurre a todas las reuniones, y otra parte que fluctúa según los temas; pero en conjunto, podemos decir que el café científico se está convirtiendo en un hábito, y –¿por qué no?– en una adicción. ¿Cuáles serán los temas del ciclo 2005? No lo sé, pero sí sé que podemos garantizar las dosis del año que viene.