Un brasileño que, por ejemplo, desea ver un documental alojado en los servidores de canal Encuentro, accede a él pasando a través de los EE.UU. Es que hoy en día el NAP (Network Access Point) que permite la comunicación entre proveedores de distintos países latinoamericanos está en Miami. Esto tiene consecuencias en cuanto a la seguridad, por todo lo que se sabe actualmente sobre las comunicaciones globales (ver Futuro del 14/9/13), pero también económicas. “Si subimos una foto a Facebook vamos a tener que pagar para verla y generar los dólares necesarios para eso. ¿Por qué? ¡Si son mías!”, se pregunta Emmanuel Jaffrot. “Facebook tiene que poner toda la información de los argentinos en Argentina y Gmail tiene que tener las cuentas localmente. El precio de Internet es un hecho colonialista. Si yo considero que tengo los mejores contenidos del mundo te cobro a vos para que puedas acceder. Noso-tros tenemos un montón de contenidos, aplicaciones, películas. No hay por qué pagar por ver nuestras propias cosas.”

Por eso resulta fundamental el proyecto de Unasur de crear una red regional que además tienda fibra oceánica hacia Europa, Africa o Asia. “En los países de la región queremos la Patria Grande. Tenemos puntos de vista complementarios o similares con respecto a lo que es la soberanía sobre los datos, la soberanía tecnológica y los conceptos de intercambio de información entre los países de la región. Se está trabajando a nivel de fronteras en la instalación de puntos de intercambio. Además, ya hay varios proyectos de fibra submarina para dar vuelta a América latina y formar un consorcio latinoamericano que pueda mejorar los precios de conectividad con otros continentes. La idea es tener un mercado de escala suficiente como para decir ‘no somos mucho menos que Europa o EE.UU., estamos organizados, con un objetivo en común, y vamos a pelearle el precio de Internet a cualquiera’”, se entusiasma Jaffrot.