Lluvias, lagos, océanos, grandes masas de hielo, enormes pantanos orgánicos, y hasta muy buenas chances para una química prebiótica: son los secretos que se le han podido arrancar a Titán durante las últimas dos décadas. Pero la única manera de estar seguros de todo eso es viajar hasta allí, y ver qué es lo que realmente esconde esa espesa atmósfera anaranjada. Afortunadamente, el velo de la luna gigante de Saturno está a punto de caer: en julio de 2004, y después de siete largos años de viaje, la supersonda europeo-norteamericana Cassini-Huygens (lo de Cassini es por el gran astrónomo franco-italiano Jean Dominique Cassini, que en 1675 descubrió una división en la estructura de los anillos de Saturno), llegará por fin al planeta anillado. Y a partir de entonces comenzará un operativo inédito, sumamente complejo, y muy interesante: la nave se pondrá en órbita alrededor de Saturno (a diferencia de la Voyager I, que sólo hizo un pasaje fugaz), y durante cuatro años estudiará su estructura, atmósfera, campo magnético, anillos y lunas. Sí, lunas, y muy especialmente, a Titán.
Pero eso no es todo: apenas unos meses después de su arribo, este aparato, orgullo de la NASA y la agencia espacial europea (ESA), se dividirá en dos partes; a fines de diciembre de 2004, la minisonda Huygens se separará de la nave madre (la Cassini) e iniciará un lenta travesía que, paracaídas mediante, y luego de un descenso de más de tres horas a través de la atmósfera, la depositará finalmente en el suelo de Titán en los primeros días de 2005. Las primeras imágenes serán rápidamente transmitidas por la nave, y llegarán a la Tierra con una demora de algo más de una hora (debido a que las señales deberán recorrer unos 1500 millones de kilómetros).
¿Con qué se encontrará la Huygens? ¿Qué paisajes nos mostrará? ¿Dónde le tocará bajar? ¿Confirmará los hallazgos realizados por los grandes telescopios terrestres, o nos revelará un lugar completamente impensado? Muchas preguntas, mucha expectativa. El mundo de Huygens, sin dudas, promete.