VISTO Y LEíDO
En el nuevo libro de Clara Muschietti la narración se acopla a las formas poéticas convencionales y las voces estereotipadas de una conciencia femenina parodian los melodramas familiares.
› Por Daniel Gigena
Incluso enunciada con una voz clara, la información sobre el mundo puede volverse excesiva y confusa, además de increíble: “Ah, es que perdí/ ese velo con el que ves/ el mundo en una versión admisible./ Ah, es que es imposible asimilar/ tantos datos sobre la realidad”. Pocos poemas intercalados con prosas de diferente magnitud, algunas escenas de un guión imaginario, demanda insistente de reseñas de recuerdos familiares y de memorias en común, capítulos sueltos de una autobiografía ficticia y la recreación de aforismos por una voz humorística y sufrida (“Cuando algo importante se cae, se vuelve a caer todo lo importante que se cayó en el pasado”) componen el tercer libro de poemas de Clara Muschietti (Buenos Aires, 1978). Fotógrafa y poeta, es autora de La campeona de nado y Karateca, y varios poemas suyos fueron publicados en antologías del género.
El gesto teatral, si no melodramático, de los textos de Muschietti sobrevuela en ambientes domésticos donde una mujer confinada padece. Pueden ser llamados telefónicos de su madre, aullidos de animales solitarios encerrados, el avance de recuerdos de infancia sobre la lisa llanura del presente, la ortodoncia, temores asociados con el fuego, con los accidentes, la culpa y, en última instancia, la muerte. “Todo lo que hago es a conciencia/ y está lastimado”, se lee en uno de los primeros poemas de Podría llevar cierto tiempo. En ese punto, el proceso del libro insinúa una salida por vía de la comedia, una comedia en la que el absurdo o la cursilería se toman con seriedad, con paciencia y dedicación para examinar las consecuencias: “Ocupo el tiempo que me sobra inventando historias en donde soy la protagonista, tengo una hija de cinco años, es hermosa, le puse un nombre largo. Mi marido me quiere pero atraviesa una crisis personal muy importante. Soy buenísima y lloro, lloro mucho, sufro. Me hago sufrir hasta que me doy cuenta de que no me sobra tanto tiempo”. ¿No participan de ese texto la parodia conyugal, la caricatura de la abnegación, el distanciamiento irónico del drama y a la vez la paradoja de la escritura, para la que el tiempo alcanza y no alcanza?
“El libro está dividido de la misma forma que mis dos libros anteriores, con un poema largo a modo de introducción y tres partes –dice Muschietti–. Lo decidí porque tenía sólo un poema muy largo y me pareció que ese formato le quedaba bien, y también repetir una vez más esa forma me entusiasmaba, pero ya está, creo que se cerró un ciclo. Fue un libro que escribí durante varios años; en 2011 hice un taller de narrativa y eso me estimuló a escribir poesía en prosa. Fue un desafío para mí porque nunca lo había hecho. Me pareció que si bien hay poemas con formas distintas, conviven bien, comparten el clima.” El clima al que se refiere la autora no es calmo: catástrofes y accidentes con caballos, muertes súbitas de hijas fantaseadas, incendios provocados por linyeras, pánico en aeropuertos internacionales, atenuados por payasadas en el mar, arranques de melancolía ingenua en un atardecer en el campo, malentendidos cargados de malicia: “Mamá no estaba nada bien. Los otros tampoco. Me quedé observándolos desde afuera, aunque ella dice que yo no estaba”.
“En el libro hay de todo, cosas totalmente ficticias y cosas que sí pasaron. La premisa fue escribir sobre los recuerdos y jugar con eso. Me interesa la fragilidad de los recuerdos”, agrega la autora, que en 2013 obtuvo una beca a la creación del Fondo Nacional de las Artes. En la sección final, “Ella dijo que yo estaba y que mi ropa tenía una estampa”, aparece bajo la forma de un monólogo entrecortado la reconstrucción de un episodio en el que se condensan épocas, sentidos y versiones de la historia familiar: “Yo le dije que gritó tan fuerte que despertó a todos. Ella se rió porque no se acuerda. Le comenté del miedo que me produjo. Ella dice que quizás lo soñé”. Del futuro lejano al pasado imperfecto, soñado, escrito en un estado de proximidad quebrada, el nuevo libro de Muschietti cierra quizás un ciclo en su producción, orientada hasta ahora a acoplar en la voz lírica acentos de comedia y de desconcierto.
Podría llevar cierto tiempo
Clara Muschietti
Bajo la Luna
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