EL MEGáFONO
› Por Cristina Zurutuza *
La tan llevada y traída palabra género (violencia de género, identidad de género, etc.) se usa en ocasiones de manera imprecisa. Por ejemplo, he escuchado decir que una mujer gobernando la Provincia de Buenos Aires es “un triunfo del género”. Pero si algo introdujo la expresión “género” en el análisis de las Ciencias Sociales es, justamente, el clivaje, la división entre lo biológico y lo sociocultural. Ser mujer no garantiza tener conciencia de género, o diseñar políticas con enfoque de género. Y, si no, veamos a Angela Merkel o a Margareth Tatcher. Tener perspectiva de género es mirar el mundo con ojos de aquellas que, como colectivo social, han sufrido la discriminación histórica por el desbalance de poder entre roles y valores considerados masculinos (la razón, la política, el trabajo, lo productivo, la agresión) y los roles y valores considerados femeninos (la emoción, los afectos, el hogar, lo reproductivo, la sumisión). La perspectiva de género es una cuestión política, no biológica. Es sensibilidad y valentía para pelear por un mundo más justo e igualitario, de ampliación de derechos, donde todo se piense desde otro paradigma que no sea fálico-patriarcal, sino equitativo y humano. En donde no haya varones que se sientan legitimados a golpear o violar a una mujer, o discriminarla, acosarla o abusarla en el trabajo, porque “son machos” como el electo Intendente de Mar del Plata, de Cambiemos, (Carlos) Arroyo. Según medios locales es un neonazi que quiere cortar el cabello a los varones pero dejárselo largo a las mujeres “porque ellas tienen mucho tiempo para cuidárselo”. Es claro que mira el mundo desde una clase social privilegiada y autoritaria, que jamás vio a una mujer de su familia salir a pelear el pan para sus hijos como hace la mayoría de las jóvenes de nuestro país. Apechugan con las tareas domésticas, con sus hijos y con ganarse la vida.
Porque somos la mitad de la población nos merecemos justicia; también ascender en el mundo de la política. (María Eugenia) Vidal ganó en buena ley su puesto de gobernadora, pero eso no es un triunfo de género. Nunca la hemos escuchado defender derechos de las mujeres ni plantear un mundo más justo. Su cogestión de la Ciudad de Buenos Aires deja, en mi opinión de ciudadana porteña, mucho que desear. Deberá demostrar lo que es capaz de hacer ahora y no quejarse si la oposición que le toque en suerte le de batalla porque la política es un campo de luchas. Ojala sepa gobernar una provincia tan compleja y conflictiva. Le deseamos suerte por el bien de lxs bonaerenses, de lxs que la votaron y de lxs que no, pero por favor, no digamos que es “un triunfo del género”.
* Licenciada en Psicología, Doctoranda en Ciencia Política e integrante del Consejo Consultivo del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem).
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