Viernes, 15 de enero de 2016 | Hoy
COSAS VEREDES
La falta de historietistas nominadas al galardón principal del Festival Internacional de Comic de Angoulême, en Francia, despertó rechazo generalizado. Y un llamado a boicot que ha rendido sus frutos.
Por Guadalupe Treibel
Desde comienzos de la semana pasada, el Festival Internacional de Cómic de Angoulême -uno de los más prestigiosos en materia de noveno arte, equivalente al Festival de Cannes para la historieta- ha estado en boca de tantísimos, amén de su venidera edición número 43. Empero, lejos de ser tópico elogiado, el evento -que acontecerá del 28 al 31 de enero en, sí, la ciudad de Angoulême, al sudoeste de Francia- fue justificado target de un crítica puntual: la falta de mujeres entre los ternados a sus galardones. Específicamente, en la categoría principal, el Grand Prix, que celebra anualmente obra y trayectoria de un/a artista de probada valía. La indignación, a la orden del día; visto y considerando que, entre los 30 nominados (incluidos Quino, Alejandro Jodorowsky, Frank Miller y Stan Lee), no figuraba el nombre de ninguna mujer. Lo curioso -y auspicioso- es que, lejos de hacerse los sotas, muchos candidatos a llevarse el prestigioso laurel (12 de ellos, en honor a la exactitud) se hicieron eco de tamaña injusticia, demandando que sus nombres fueran retirados indefinidamente, cediendo sus plazas a colegas femeninas, solo dispuestos a ser considerados nuevamente cuando el salón franco resuelva su evidente problemilla. Oui, oui, el sexismo.
Uno de los primeros entripados por la “omisión” fue el francés de origen sirio Riad Sattuof (París, 1978), creador de, por ejemplo, la celebrada L’arabe du futur, quien expresó su disgusto vía Facebook: “Resulta que la lista está formada únicamente por hombres. Eso me molesta, porque hay un montón de grandes mujeres artistas que merecen estar en ella”. Por su parte, el fantabuloso historietista norteamericano Daniel Clowes (Chicago, 1961) -responsable de los memorables Ghost World o Como un guante de seda forjado en hierro- anunció que él tampoco quería ser parte de “tan ridículo y vergonzoso debacle”; en miras de circunstancias tan poco igualitarias, ofreció el don, “el presunto ‘honor’ de ser considerado para el Grand Prix de Angoulême ha perdido cualquier dejo honorable”. Por lo demás, otros dignos artistas en acusar recibo de la balanza desequilibrada y pedir rectificación al festival han sido: Brian Michael Bendis, Christophe Blain, François Bourgeon, Charles Burns, Pierre Christin, Etienne Davodeau, Milo Manara, Joann Sfar, Bill Sienkiewicz, Chris Ware. Todos y cada uno de ellos apelando a las mismas razones, sugiriendo además posibles candidatas. Finalmente, la ausencia femenina no pareciera ser casual. Ocurre que, desde que fuera inaugurado en 1974, el festival solo ha otorgado el Grand Prix a una única mujer en una solitaria oportunidad (habiendo nominado para el premio a contadas damas). Y desde que la historietista francesa Florence Cestac lo recibiese en el 2000 ya han pasado 16 largos, largos años. Por supuesto, la mentada viñetista de 66 años -autora de Le démon de midi, entre otros- sumó su voz a la controversia, y ofreció su visto bueno al boicot. Boicot cuyo puntapié inicial fue obra y gracia del colectivo francés Creadoras de Cómic contra el Sexismo (BD Égalité), grupo integrado por 200 ilustradoras y guionistas francesas, que puso los puntos sobre las íes al hacerse públicos los ternados. Según Marie Gloris (La loba de Francia), vocera de la citada agrupación, “la lista fue insultante porque implica una negación total de nuestra existencia. En el fondo, ya hemos ganado la batalla. Ahora saben que existimos y que estamos alerta ante cualquier patinazo”. Y luego: “No queremos que gane una mujer. Lo que queremos es que haya una toma de conciencia”. En miras del sonado apoyo de los citados nombres, entre los que también habría que incluir el de la Secretaria de Estado de Derecho de las Mujeres de Francia Pascale Boistard, la concientización pareciera ir viento en popa.
Qué va: hasta la propia organización de Angoulême ha intentado resarcirse, dando unos cuantos manotazos de ahogado. Primero, anunció que compondría una nueva lista de nominadxs, donde incluiría a seis artistas femeninas (Marjane Satrapi y Posy Simmonds, entre ellas). Poco tiempo más tarde, viendo que la controversia no aminoraba, sencillamente descartó la lista, y anunció que los 3.000 miembros que votan el laurel podrán elegir a quien les dé la gana, sin opciones predeterminadas. Sin embargo, continuó con ciertos… desaciertos. Vía comunicado oficial, aseguró que “el festival ama a las mujeres, pero no puede reescribir la historia del tebeo (…) Es necesario constatar que hay muy pocas autoras reconocidas”. Ajá. ¿Y la genia total, total, total Claire Bretécher? ¿Y Rumiko Takahashi? ¿Y Alison Brechdel, Julie Maroh, Chantal Montellier, Satrapi? ¿Y Moto Hagio, Julie Doucet, Lynda Barry? En fin… No conforme con la torpeza, su delegado general, Franck Bonboux, declaró: “La historia del cómic hasta los años 80 es esencialmente masculina. No vamos a instaurar cuotas. ¿El criterio debe ser que haya mujeres?”.
Para Catel Muller, ganadora del premio del público en 2005 y creadora de Kiki de Montparnasse, “es claro que los responsables del festival no son hombres del futuro. Son personas que sienten un miedo ancestral y no quieren perder el poder que han tenido hasta ahora”. Para Fleur Pellerin, ministra de Cultura francesa (sí, hasta las altas esferas llegó el despelote), “si el festival de Angoulême no puede reescribir la historia, al menos puede marcarla”. El tiempo, como de costumbre, tendrá la última palabra.
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