Vie 12.02.2016
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MúSICA

Las lolitas venden bien

El mercado discográfico produce figuras femeninas que cantan como nenas o tienen una imagen infantil hipersexualizada, a veces para provocar y potenciar el valor estético, pero la mayoría de las veces para atraer y garantizar las ventas. Desde Miley Cyrus hasta la cantante del dúo sudafricano Die Antwoord, este fenómeno que coquetea con la pedofilia se multiplica y se vuelve una característica desagradable pero, a juzgar por las ventas, irresistible para muchxs.

› Por Silvina Herrera

El gesto de la mirada sigue siendo disperso y angelical, los cachetes redondos, la piel rígida y los labios lisos, a pesar de que el tiempo pasó y la frescura ya no está intacta. El vestuario que usan es tan diminuto que ni siquiera inspira sutileza, en un cuerpo infantil que se exhibe como joven y sexy. Son mujeres adultas que se hacen las nenas sensuales, tienen contornos pequeños que se asemejan a una imagen de la infancia y cantan con una voz aguda para tapar los años de experiencia que pusieron fin a la inocencia. En su mayoría son estrellas pop, más o menos comerciales, que explotan ese modo de cantar aniñado y lo mezclan con una imagen que potencia la sexualidad. Mujeres que juegan, conscientemente o no, con mostrarse como niñas que exageran la sensualidad y hacen de esa mezcla un sello que les permite abrirse paso en la industria a fuerza de llamar la atención y ser atractivas para los parámetros impuestos por una cultura masculina que sobrevalora la erotización de la niñez, una conducta que se vuelve violenta porque intenta romper esa inocencia, el hombre que siente atracción por la ingenuidad infantil lo que busca es sentir que tiene el poder para corromperla, y provocarse placer a través del daño que hace.

Lolita era la presa encantada y Humbert el cazador encantado, en el libro célebre de Vladimir Nabokov que puso de manifiesto esa fascinación sexual de los hombres mayores por niñas púberes y le puso nombre para siempre a ese fenómeno de preadolescentes hiper sexualizadas deseadas por señores. El lolitismo se transformó en una consideración frágil del poder que hace ver a la inocencia como ese lugar desprovisto de dominación y peligro, una desigualdad atroz en la que el pedófilo se siente seguro y confiado en la perversidad. El libro muestra de forma magistral ese modo de relacionarse asimétrico y depravado y la aceptación silenciosa del entorno, que hace que no ve e invisibiliza los efectos que esa mirada sexual adulta tiene sobre la infancia. La fascinación del hombre mayor sobre el despertar erótico femenino se vuelve un comportamiento asimilado, que aunque puede generar rechazo no se denuncia ni se señala. Algunas cantantes contemporáneas toman esa imagen que encandila y la siguen usando y explotando cuando crecen, para mantener el foco puesto en ellas, en algunos casos como modo de potenciar un sentido estético provocativo, pero en la mayoría para transformarse en un producto que no agota su capacidad de vender.  

Miley, ¿la primera?

Miley Cyrus es el ejemplo más comercial y visible de esta tendencia en la actualidad. Su imagen inmaculada persiste detrás de esa avalancha de sexualidad que dispara desde sus movimientos, su forma de vestir, sus miradas comentarios que aparecen como una pretendida rebeldía desde el discurso. Miley empezó siendo la figura icónica de Hannah Montana, una serie de Disney Channel, especie de símil estadounidense del mundo inocente creado por Cris Morena. En la ficción, es una cantante de pop mega famosa que viaja por el mundo con su música y al mismo tiempo tiene otra vida de chica que va al colegio y oculta quién es para mantener la normalidad. La serie empezó en 2006, cuando ella apenas tenía 14 años y se volvió un producto ultra explotado por Disney, con todo el merchandising imaginable, remeras, tazas, cepillos de dientes, mochilas y un largo etcétera con la figura de Miley estampada con cara de buena y sonrisa cándida. Cuando cumple 18 años quiere despegarse de esa imagen infantil que la volvió popular y se vuelve salvaje. Empieza a aparecer casi desnuda en sus conciertos, haciendo gestos obscenos o queriendo llamar la atención subiéndose arriba de un pene enorme de plástico y diciendo groserías. “Soy la chica mala que quería ser”, asegura por todos los medios. A pesar de ese supuesto salvajismo, la asociación con la nena buena de Hannah Montana es ineludible y ese doble juego despierta todavía más fantasías. De esta forma, a pocxs les importa lo que canta, sólo la polémica que provoca. En 2013, la cantante Sinead O’Connor le escribió una carta abierta en la que le advertía en lo que se estaba convirtiendo. “Empoderarse realmente como mujer sería rehusarte en el futuro a explotar tu cuerpo o tu sexualidad para que los hombres hagan dinero contigo. Hay hombres haciendo más dinero que tú gracias a que te desnudas. Esto no está nada bien. Y está enviando señales muy peligrosas a otras mujeres jóvenes. Por favor en el futuro di que no cuando te pidan prostituirte”, aseguraba la carta que Miley no tomó nada bien.

Desde la otra punta del espectro musical, más cercano al rap y al hip hop, Yo-landi Vi$$er forma parte del dúo sudafricano que estará visitando la Argentina, Die Antwoord. Su voz ultra aguda crea el imaginario de una nena indefensa, pero en sus videos aparece en ropa interior mostrando su cuerpo frágil y demasiado delgado con movimientos muy sexualizados. Este choque se vuelve una imagen freak que roza lo bizarro, por lo que es tan llamativa. En el video de la canción “Baby’s on fire”, canta con su voz aniñada: “Un montón de chicos malos quieren un pedazo de mí. Si eres un chico afortunado te dejaré echar un vistazo“, mientras mueve la cola para la cámara. Entre Marilyn Manson y Lady Gaga, la cantante de este dúo es la parte débil, sexual, macabra e inocente del cantante Ninja, el hombre fuerte del grupo que suele tener un peso más enérgico. Los dos son pareja en la vida real y padres de una nena. Forman parte de la cultura zef, que representa a la clase media baja blanca de Johannesburgo y Cuidad del Cabo. “Sos pobre, pero sexy”, lo define Yo-landi. Para Ninja su banda es “la más linda y monstruosa, de chicos salvajes”. Esa mezcla de salvajismo e inocencia es su impronta, atractiva y repulsiva.

Estas mujeres que cantan con voz suave o tienen imagen de nenas también llega a otros géneros e intereses artísticos, como Joanna Newsom, que encandila con sus canciones indie folk, pero llama la atención por su voz frágil y delicada.

En estos pagos

La cantante Flopa se diferencia de este tipo de cantantes y cree que “además de que usan un autotune horrible para la voz, y musicalmente no le aportan nada al mundo, son un producto de marketing para sublimar deseos, de liberación y dominación. Venden una idea, la imagen de un cuerpo, una actitud que parece sexualmente liberadora para la mujer, pero en realidad se demuestra una esclava de su encanto sexual; le sacás eso y no le queda nada, ya que no se muestra como un rasgo más en la personalidad, sino como una marca identitaria. Son modelos que se establecen para seguir perpetuando ideas perversas y vetustas, disfrazadas de diversión y placer. Está hecho a la medida del deseo del hombre, y presentado con habilidad, porque el hecho de sentirse deseado es algo que nadie rechazaría. Las mismas mujeres llegan a creer que también es su propio deseo: convertir su cuerpo en un arma de seducción masiva. Meterle eso en la cabeza a los adolescentes es mala educación de la buena, esa que invade a través de los medios todo el tiempo, y tristemente, vende a lo loco”. Helena Pérez Bellas, cantante de Los Galgos y editora del blog Es mi fiesta, asegura: “No es algo nuevo, ya lo hacían Madonna o Cindy Lauper, aunque tenían otros motivos que los de las estrellas de Disney, que tienen que ver con una manufactura propia de la marca, como Christina Aguilera o Britney Spears, en las que no hay un control artístico de la carrera. Claro que hay excepciones como Rihana o Beyonce, que nunca se mostraron como nenas, sino como mujeres. Creo que responde a una necesidad de mercado, acá no lo veo así porque no hay “mercado”, es o Violetta o algún producto desde el cable. Acá está más relacionado a inmadurez y cierto temor de ser vista como una mujer fuerte que impone una voz. Se hace culto más a decir las cosas de manera “suave” pero no es de toda la vida eso, y nace con Entre Ríos”.

El mercado de la música fabrica este fenómeno de adultas que simulan ser nenas con una carga sexual corrosiva y un coqueteo con la pedofilia que se vuelve peligroso, porque se naturaliza.

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