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› Por Roxana Sandá
“Es alta, elegante, simple. Siempre sonríe, habla poco. Es la primera en levantarse para preparar el desayuno de toda la familia y, antes de acostarse, elige y le deja a mano la ropa que usará al día siguiente su marido, el Presidente. Dice que su lugar en la casa es la cocina.” Y es el comienzo de la nota de tapa de la última revista Noticias sobre Juliana Awada, bajo el título “El regreso de la mujer decorativa”. Su autora, Alejandra Daiha, editora ejecutiva de la publicación, dijo que no se trata de un artículo valorativo y que, en todo caso, refleja “el fin de la crispación como espíritu de época”, que impulsó “este nuevo viejo arquetipo de mujeres mansas y maleables”.
Más allá de que una vez más el “efecto Noticias” cumplió en su tradicional objetivo de provocar a través de tapas amarillentas y textos internos con información pobre (las deplorables portadas dedicadas a Cristina Fernández de Kirchner ilustrando sucesivamente a una mujer déspota, bipolar, masturbatoria, resquebrajada, o la última, quemada en la hoguera por varones políticos, son muestra de una línea editorial parida para desequilibrar instituciones y lectorxs), su discurso acerca del “extremo pendular” donde se ubica este modelo femenino de alta costura sostiene en definitiva el desguace en absoluto inocente de mujeres con impronta política, lideresas de base, activistas del campo popular. Y, vamos, “las muchachas peronistas” a las que refiere la nota. “Las Malenas Galmarinis se están quedando solas”, se advierte en un párrafo con ironía de cabotaje (MG, la del beso memorable con su hija adolescente Milagros en las elecciones 2015, todavía se debe estar riendo).
Para Vanesa Vazquez Laba, doctora en Ciencias Sociales y directora del Progmama contra la violencia de género de la Universidad de San Martín, no es nuevo que el neoliberalismo venga acompañado de ideas conservadoras en torno a la sexualidad y el modelo de mujer. “Hay que tenerlo muy presente, claro, pero no debemos olvidar ni subestimar todo el recorrido político que hemos realizado las mujeres y el aprendizaje que nos deja esta acumulación de experiencias.” Muchos momentos de la historia del feminismo han sido de detenimiento y hasta de retrocesos, dice Vazquez Laba. Sin embargo, los logros son cuantiosos. “Para la Argentina, luego del proceso que hemos vivido de grandes avances en derechos adeudados en materia de igualdad de género, y por la cantidad de mujeres que lideran sus organizaciones sociales, se dedican a la política, son gerentas de empresas, profesionales destacadas, la `bella docilidad de Awada`, para mí, será sólo una caricatura.”
Pragmático, el gurú político de Mauricio Macri y gran digitador de la Alianza PRO/Cambiemos, sopesa cuán importante era salir del universo pingüino y colocarle el broche de oro al marketing de una esposa bella, reposada y silenciosa. Sabe que con la sonrisa gardeliana y los focus group aprobando su presencia, es suficiente. El discurso mediático acompaña al instalar para tribunas de clase media y media alta un nuevo paradigma femenino que no cruza la General Paz, y si lo hace es para reproducirse en los countries. Son aquellos “cuerpos con clase” de los que habla la socióloga e integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, María Alicia Gutiérrez. Esos que remiten a un ideal del deber ser que en las editoriales y las cartas de lectores de La Nación aplauden con éxtasis. “La iconografia de las mujeres remite a un ideal de belleza, a un imaginario del cuerpo a través del cual se significan los `modos de ser` en la vida. La estética, lugar por excelencia de los estereotipos, habla de una mirada de género y de clase.” La imagen despojada de una primera dama sin accesorios y aspecto “natural”, en contraposicion a la ex Presidenta, porta un mensaje preciso de clase. Si el origen y el apellido no se emparentan con la oligarquía vernácula, entiende Gutiérrez, “la elegancia y el despojo minimalista, más allá de la moda del momento, marca la pertenencia a los sectores privilegiados.”
El mensaje es peligroso, no sólo por el artificio casi plástico en que quieren convertir las relaciones carnales de un hombre y una mujer poderosa, empresaria, egresada de claustros que sólo abren sus puertas para hijas e hijos de sectores privilegiados.Ese espejo de amor romántico con picos de glucemia en el que supuestamente se estaría reflejando Juliana Awada desde que su marido gobierna el país, suele ser un factor encubridor de la violencia de género, al decir de la filósofa y docente Diana Maffía, “por los mitos asociados con él, ya que se entrena a las mujeres (pero no a los varones) para que su principal fuente de gratificación sean las emociones provenientes de la intimidad, haciéndolas débiles y dependientes” (Ver “Las trampas del amor romántico”. Las/12, 14-2-14).
Sería de esperar, agrega Vazquez Laba, que después del recorrido que el movimiento y la teoría feminista han realizado a lo largo de casi tres siglos, resulte difícil pensar que un viejo modelo de mujer, “la mujer decorativa”, hoy pueda hacer mella en las mujeres reales. “Las mujeres de diferentes clases sociales, orientación sexual, etnia/raza, jóvenes, en definitiva, con trayectorias muy diversas que toman decisiones sobre sus propias vidas ya no encajan, en realidad nunca encajaron, con este viejo modelo de mujer que pondera por sobre todas las cosas el ser buena madre, una esposa altruista y la reina del hogar.”
El 8 de marzo, en esa centralidad que fueron las calles y las plazas movilizadas por el Día Internacional de la Mujer, la Colectiva Lohana Berkins sumó fuerzas y cuerpos para abrazar y retener el fuego vivo de una lucha que pide por trabajo, con los feminismos, por la libertad de Milagro Sala y contra la violencia cis-hétero-patriarcal. Dedicaron una intervención en tonos pastel a La “bella docilidad” de Juliana, a quien ilustraron en facebook con sus atavíos papales negros. “Juliana explotadora: No hay revolución feminista si las negras seguimos haciendo tu ropa en talleres clandestinos. Cárcel a Awada por explotadora. Libertad a Milagro Sala LUCHADORA.”
La dramaturga lesbofeminista Magda de Santo, presente en la movilización de esa jornada, concluye que lo publicado en Noticias echa mano también de la retórica de perspectiva de género para omitir ese aspecto crucial, que es el económico. “Esto viene pasando hace tiempo, chicas blancas que utilizan el feminismo para criticar a otras de su misma clase y color. Además de que las tapas de Noticias reparten misoginia democráticamente, aquí, al criticar a la mujer decorativa al servicio del hogar, se silencia que esa imagen de Awada dócil reproduce Julianas que compren productos Juliana. Ella encarna ese modelo para que sus marcas crezcan. No es decorativa, no es una mujer que vive de su maridito. Es una mujer cínica y fuerte que se enriquece del trabajo esclavo.”
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