Viernes, 20 de mayo de 2016 | Hoy
ECONOMÍA
El sitio Economía Feminista es furor en las redes gracias a las temáticas que se corren de la ortodoxia académica y que impusieron sus creadoras, las economistas Mercedes D’Alessandro, Magalí Brosio y Violeta Guitart. Desigualdad salarial, multiplicidad de tareas y cupo laboral trans son algunos de los disparadores que sus colegas varones rechazan o ignoran, como para seguir comprobando que las diferencias están más vigentes que nunca.
Por Luciana Peker
Una nena que no entre a la escuela va a ganar la mitad que un nene que tampoco vaya a la escuela todos los días. Una chica que sale del secundario y empiece a trabajar va a cobrar el cuarenta por ciento menos que un compañero que no estudie pero sí trabaje. Una joven que termina la universidad también va a ganar menos –y mucho menos– que un estudiante varón recién egresado, pero la diferencia va a ser un poco menor –alrededor del treinta por ciento– que entre las chicas con menos recursos y acceso a la educación. El promedio de la brecha de género en la Argentina es de 27,2 por ciento y es una de las tajadas más altas de Latinoamérica. Del peaje de género que le cobra un impuesto invisible a las trabajadoras por ser mujeres –sin que casi nadie reclame por ese cobro a las no ganancias femeninas– no se salva ninguna. Tanto que entre las pocas súper ejecutivas que hay en el país –apenas siete por ciento– la diferencia salarial entre varones y mujeres es tan ancha como entre las personas casi sin acceso a la alfabetización. De todas maneras, la discriminación también se mide en cantidad y desampara –siempre– a las mujeres más vulnerables.
La igualdad real no va a existir hasta que los bolsillos pesen y paguen lo mismo. Sin igualdad salarial no hay igualdad real. Pero esa radiografía empezó a visibilizarse y viralizarse a partir de la creación, hace un año, del sitio Economía Feminista que se motoriza en Facebook y Twitter. La idea surgió de la doctora en Economía Mercedes D’Alessandro, de 37 años. El interés por la perspectiva de género la sacudió en la carrera cuando fue victima de acoso por parte de un profesor y la lucha derivó en ganancia: la apertura de una materia de economía y género. Ella ahora vive en Nueva York pero las redes la acercan a la realidad argentina, aunque pueda pispear, en vivo y en directo, a los buitres en los tribunales o los actos de campaña de Bernie Sanders. Y una visita a la Argentina la vuelve protagonista de una gira por Misiones, su lugar de nacimiento, donde la dificultad de ascender laboralmente se convierte en un enemigo del ascenso social de las mujeres.
A Mercedes se le sumaron dos jóvenes economistas que entrelazan la academia con la agenda del movimiento de mujeres. Violeta Guitart, de 25 años, que cursa una Maestría en Desarrollo Económico en la Universidad de San Martín (Unsam), y la economista Magalí Brosio, magister en Economía Laboral, de 26 años. Entre las tres hacen un triángulo que no piensa la economía con corbata. Y que con la ayuda del grupo Chicas Poderosas (@poderosaschicaschicas), que hacen programación, diseño y periodismo de datos, explotan el pizarrón web con cuentas que ya no calculen sólo lo que hace papá trabajando y el vuelto de mamá cuando va a hacer los mandados.
Mercedes: –No nos conocíamos y fue amor al primer tuit en redes sociales. Ahora ya hay post que llegan hasta a 20 mil personas.
Magalí: –Necesitábamos datos duros para poder discutir en las redes con nuestros colegas porque es el lenguaje que los economistas entienden. Pusimos “Las mujeres ganamos menos que los varones en todo el planeta y tu mamá también” y empezamos el blog.
Mercedes: –Empezaron a aparecer un montón de periodistas que antes no había, desde Roberto Navarro a Economía sin corbata, y ahí se empezó a traducir un poco. Pero son todos chabones. Hay dos o tres mujeres economistas en los medios, pero falta muchísimo.
Mercedes: –La CEO de Facebook planteó que estaba embarazada y las reuniones eran larguísimas, y el parking le quedaba a cuatro cuadras y tenía que caminar con los pies hinchados de ocho meses. Por eso, sugirió que cambien el horario de las reuniones y propuso las primeras licencias para paternidad y maternidad en Google, Spotify y Facebook, de tres meses sin goce de sueldo. En relación al estilo, dijo que las mujeres tienden a ser más inseguras. Si le pedís a un mecánico que hable de verduras, te dice “¿Cuándo empiezo?”. En cambio, si le decís a una verdulera que va a ser ministra de verdura, responde “No sé si voy a estar a la altura del trabajo”.
Magalí: –Tiene que ver con cómo nos educaron y tuvimos que pelear y luchar para conseguir ciertas cosas. Es un salto muy profundo el que hay que dar y animarse. Pero no sé si eso es tomar rasgos que se asocian con las masculinidades.
Mercedes: –Una mina que habla apasionadamente es hormonal y está loca aunque tenga al lado a un desquiciado gritando. Eso pasa con la economista Fernanda Vallejo.
Violeta: –Un tipo que reclama en el trabajo sabe lo que quiere y en cambio vos sos una que no se banca nada.
Mercedes: –En el FMI, que no es santo de nuestra devoción, dicen que aumenta el PBI si las mujeres participan en las empresas y en puestos de poder. Hasta ellos te dicen que tiene un impacto de bienestar en la sociedad medido en productividad.
Violeta: –Tiene que haber perspectiva de género en todos los comunicadores, si no se va a seguir hablando de crimen pasional.
Mercedes: –En jornadas económicas con treinta y cinco paneles hay sólo dos paneles con mujeres. Eso muestra la ausencia que existe.
Violeta: –Seguro que en esos equipos de trabajo hay mujeres, pero no les dan el lugar que corresponde. Hay una página que pone un bingo de excusas para que las mujeres no expongan en conferencias. Por ejemplo, “acá estamos llamando a los mejores”, como dando por descontado que no hay ninguna mujer que sea una de las mejores.
Mercedes: –Ahora, cada vez que veo un panel los bardeo. Y algunos ya me reconocen que es una vergüenza.
Magalí: –No es que no se han hecho avances, sino que están postergados por otros temas más urgentes como la violencia de género.
Violeta: –La lucha social fue bastante oprimida durante un montón de tiempo y eso no permitió que se avance en ciertas luchas.
Mercedes: –Los sindicalistas son todos varones. Es una deuda pendiente de la Argentina. El año pasado di una charla en el Bauen y había una delegada de una cooperativa. Ella contaba que las reuniones en el sindicato duran hasta la madrugada y para ella es realmente difícil porque no puede pagar a una niñera; llama a la hermana, a una vecina, o tiene que cuidar a su mamá, y su labor sindical se ve relegada. Es un problema que viene del cuidado.
Mercedes: –Yo fui una de las víctimas de Nicolás Salvattore (profesor de Ciencias Económicas acusado de agresiones e insultos sexuales a alumnas) y llevé pruebas del acoso al Inadi. Éramos diecisiete chicas que lo habíamos denunciado. Pero el decía que yo había manipulado a todas las organizaciones porque él hacía un indicador de inflación como si no hubieran mil consultoras que hacen indicadores de inflación. A partir de ahí se empieza a hablar de estudios de género y empezamos a ver que se pueda elaborar un protocolo. Se hizo una campaña de concientización contra la violencia en las aulas y contra el acoso. El tema es que nunca se materializó adónde vas vos como estudiante si tenés un problema. A partir de eso empezamos a hablar con Valeria Esquivel y Corina Rodríguez, y empezó una materia de Economía y género en 2013.
Mercedes: –Yo me estaba quejando de la discontinuidad del indicador de pobreza. Me pusieron en Clarín con una foto mía con un tapado de leopardo y escribieron “La ex de Kiciloff durísima” y en Noticias titularon “Venganza de la ex”. Los comentarios eran “esta trola quiere ir al Bailando”. Nadie leyó que yo era doctora en Economía.
Magali: –Como si estuvieras opinando de algo que no sabías
Mercedes: –Me decían que no era mi tema la pobreza y que estaba hablando por enojada y por despecho. La pobreza es uno de los temas centrales de economía y dirigí grupos de estudio sobre economía en Latinoamérica. Con Ingrid Beck nos reíamos discutiendo. “Si mi ex está re enojada conmigo, entonces hizo un doctorado para criticarme”. Les escribí a Axel y a Augusto (Costa, ex secretario de Comercio), que es uno de mis mejores amigos, pero a Clarín le sirve mostrar una crítica de ese tipo. Pero en Misiones Online levantaron la nota, puteé y me pidieron disculpas. Al final fueron dos escenas de violencia las que me empoderaron.
Magalí: –Noté que en twitter comentaban si salían a la noche, si tomaban algo y qué opinaban de las tasas de interés. Pero si yo hablaba de economía, me descalificaban. Una vez dos colegas me dijeron “mucha ropa”, aludiendo a que no era interesante y lo único que me podía hacer interesante era si tenía menos ropa. Primero dejé de hablar en twitter. Después me di cuenta de que no podía invisibilizarme, pero abrí dos cuentas, una personal y otra económica.
Mercedes: –Todos mis colegas varones hablan sobre que pasean el perro, se toman una birra y sobre la industria.
Magalí: –Tuve que hacer una cuenta sobre tinder y salir con flacos, y otra para hablar de economía porque no estás en igualdad de condiciones.
Mercedes: –El título de doctor no te sirve de nada, siempre hay algo para descalificarte. Me mandaron al Bailando con el tapadito o me decían “sos una Agustina Kampfer”. No importa si tenés noventa diplomas, sino si sos la ex, si te casaste, tuviste hijos y estás flaca.
Mercedes: –Las mujeres tienen todo que perder en casi todo, en salarios, en desocupación. Cuando hay crisis impacta más a las mujeres. Cuando hacés recortes presupuestarios también recortás servicios sociales, educación, salarios docentes: son todos campos en los que hay más mujeres. Con los fondos buitre tenemos un proceso de endeudamiento a futuro que no sabemos qué va a pasar. Ahora pueden salir a endeudarse y el problema es para qué van a salir a endeudarse.
Magalí: –El tipo de socios comerciales como Estados Unidos suelen ponerte condicionamientos sobre cuánto se destina para gastos sociales y déficit público.
Mercedes: –Yo no diría qué bueno que tenemos una mujer en el FMI como Cristine Lagarde, o a Angela Merkel de jefa de la Eurozona. El hecho de ser mujer no te hace ser feminista o tener perspectiva de género. A Hillary Clinton, en los Estados Unidos, los partidarios de Bernie Sanders le dicen que encarna un feminismo de élite. También tenés mujeres que son interesantes y modelos a seguir. Y ahora hay nenas que dicen que quieren ser presidentas como Cristina. Ahí una encuentra contradicciones.
Magalí: –Nosotras hablamos de la situación de las CEO’s pero ponemos más énfasis en las trabajadoras. No sacamos la perspectiva clasista. Existen las dos miradas.
Mercedes: –Soy feminista pero no de Christine Lagarde. El FMI siempre es malo.
Magalí: –Me voy a enfrentar igual al FMI, lo dirija una mujer o un varón. Siempre tratamos de no perder el eje.
Mercedes: –Hay que hacer cupo y después formación para que no se sientan que están de florero. Hoy las empresas más top de Sillicon Valley tienen cupo trans y pagan más si sos trans porque dicen que son más creativas.
Violeta: –La maternidad adolescente es urgente. Uno de cada cuatro nacimientos son de chicas menores de 20 años. Es enorme el porcentaje que deja de estudiar y eso les resta posibilidades para conseguir un trabajo. Y no hay guarderías para que puedan dejar a sus hijos.
Mercedes: –En el caso de madres adolescentes que tengan que dejar el estudio, se agranda el círculo de pobreza. Otro gran problema es la asimetría en la carga del trabajo doméstico no remunerado. Para mí ese es el corazón. Las mujeres le dedican casi el doble que los hombres al trabajo no remunerado. Y una mujer que trabaja full time le dedica más tiempo que un hombre desempleado a las tareas domésticas y al cuidado de lxs hijxs, y eso impacta en que la mujer trabaja adentro y afuera de la casa, busca empleos más flexibles y peor pagos. En promedio, a nivel mundial las mujeres trabajan en la casa 2,6 horas más que los varones y ellos, en todos los países, disfrutan más del tiempo libre.
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