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Viernes, 12 de marzo de 2004

¿SUSANA GIMéNEZ DENUNCIANDO LA FALTA DE JUSTICIA PARA LAS MUJERES VIOLADAS? ¿HOMERO SIMPSON ENFURECIDO POR LAS ESTADíSTICAS DE LA VIOLENCIA DE GéNERO? PARADOJAS COMO éSTAS SON LAS QUE CONSIGUE EL COLECTIVO MUJERES PúBLICAS CON SUS INTERVENCIONES SOBRE OBJETOS URBANOS QUE CON SIMPLES RECURSOS SE MODIFICAN, ATRAEN LA MIRADA Y MUESTRAN ESO QUE SUELE ESTAR VELADO.

¿Qué ven mis ojos?

RESISTENCIAS

Por Florencia Gemetro

Es usted heterosexual? ¿Cómo se dio cuenta? ¿Cuál cree que es la causa? (¿Elección? - ¿Motivos genéticos? - ¿Psicológicos? - ¿Económicos? - Otros). ¿Cree que tiene cura? ¿Qué haría si su hija le dice que es heterosexual? (La echaría de su casa - Le haría un mapeo cerebral - La rebautizaría). ¿Aceptaría que la maestra de su hija fuera heterosexual? ¿Qué opina de que los heterosexuales adopten? ¿Su familia sabe que usted es heterosexual? ¿Lo saben en el trabajo? ¿Teme a que lo despidan?”
Del formulario, en realidad, no se espera respuesta alguna. Y ni siquiera la CHA –Comunidad Heterosexual Argentina– ha comprometido en verdad su firma al pie, pero era el remate necesario que encontraron las chicas del colectivo Mujeres Públicas cuando empapelaron las calles del centro y microcentro porteño con estas incómodas preguntas durante mayo, junio y agosto del año pasado ante el estupor del/la transeúnte desprevenido. Por supuesto, no faltó el hombre de aguda inteligencia que señalara un “error de impresión porque, ¿no debería decir homosexual?”, como les advirtió un anónimo paseante.
Otras decenas de los mismos ejemplares, dispuestos en dameros de varias preguntas, volvieron a intervenir la ciudad de Tandil –en ocasión al VIII Encuentro Nacional Feminista que se realizó el pasado agosto–, además de otros dos mil, aunque bajo el formato de encuestas repartidas entre las casi veinte mil mujeres congregadas en el último Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. Estas fueron algunas de sus irrupciones públicas o las citadinas transformaciones mediante un trabajo de “exclusión/inclusión a partir del cuestionamiento al mandato de la heterosexualidad”.
Las cinco muchachas, de una edad “promedio de treinta”, dicen, aunque preciso sería decir de entre veintiséis y treinta y nueve, combinan una fuerte mirada estética con un discurso político, social y cultural sobre el cuestionamiento de la problemática de las mujeres. Así desean ser presentadas. Un colectivo de “reflexión en acción”, que interviene los espacios públicos con objetos que puedan entrar en diálogo con quienes se acerquen, estableciendo “un vínculo entre esa persona y el material en sí mismo, donde no sólo habla el texto escrito”. Como esos quinientos objetos, pequeños soldados rojos, fusil en mano apuntando a un horizonte de mediano alcance, que repartieran entre las/los infantes asistentes a una de las marchas en repudio a la invasión de Irak durante el 2003. Los juguetes bélicos fueron recibidos con ansia por niños y niñas que llenaban sus manos y pedían más, pero con sorpresa por sus turbadas madres y padres que debían explicar el significado del cartelito que pendía de la botita plástica, cuya marca registrada signaba: “Mujeres violadas = Trofeos de Guerra”. Se trata de estrategias comunicativas que formulan preguntas –en su mayoría de ácido humor o de fuerte contraste con el lugar u objeto intervenido–, donde las y los interlocutores “se relacionan desde undeterminado lugar con la cosa y después se van desprendiendo distintos significados”.
Veamos otra obra: “acción” número cuatro o “Esta belleza...”, como gustan nombrar a sus producciones en rechazo al circuito convencional donde circulan volantes o pancartas políticas convencionales. Una revisión de las formas y modos de la política tradicional del feminismo, la izquierda, los circuitos “artísticos” –término no empleado por sus integrantes que prefieren hablar de objetos o cosas–. Una mujer joven de lozana y alegre apariencia, cuerpo esbelto, piernas desnudas y torso cubierto, dirige su mirada hacia un centímetro que delimita la medida de su pantorrilla derecha. Impresa sobre esa foto inmensa se yergue una pregunta: “¿Querés reducir 2,5 cm en un mes?”. Por encima, en la vidriera de una farmacia céntrica que exhibe la publicidad, servidas de stencils y pintura negra, las Mujeres Públicas han colocado otro texto: “Esta belleza oprime”.
Entre agosto y octubre del 2003, las anónimas justicieras que prefieren no dar sus nombres para poner énfasis “en el mensaje, no en la propiedad o la autoría”, han multiplicado esos textos sobreimprimiendo las figuras hegemónicas de belleza distribuidas entre los afiches publicitarios de marquesinas o vidrieras: esta belleza duele, miente, lastima, enferma, discrimina, subestima, destruye, asfixia. El sesgo distintivo de su trabajo en sus “modos de hacer” desde hace un año, preciso momento en que decidieron constituirse como colectivo, podría ser la ironía en sus contenidos, la reutilización de elementos urbanos, el despliegue de materiales sencillos, “con la idea de que cualquiera se pueda reapropiar de lo que hacemos como una actividad cercana que sólo requiere organización”. La forma en que se financian (o no) –”lo de los materiales es porque no tenemos plata”, bromean– y las exhaustivas investigaciones sobre cada trabajo son también una marca y una constante en este grupo que suele citar a las activistas norteamericanas, las Guerrilla Girls, en quienes se han inspirado sus integrantes, algunas experimentadas militantes de distintas organizaciones políticas y feministas.
Si el humor acorta la brecha entre el mensaje y el destinatario, esa misma ironía encuentra límites en las formas o contenidos cuando “denuncian, develan” la opresión en ese lugar del silencio donde se convive con la violencia, “una violencia que no se dice, ese miedo que paraliza o silencia como en el caso de Romina –Tejerina–, la vergüenza y la posibilidad de ser víctima”. Sin embargo, han logrado irrumpir ilesas en ese silencio. Munidas de cifras oficiales proporcionadas por el Ministerio de Justicia, han vuelto sobre afiches publicitarios de distinta índole para transformar a varias estrellas mediáticas en figuras comprometidas del movimiento de mujeres. Durante los últimos meses del año pasado se han podido ver a Susana Giménez, Juan Miceli, Homero Simpson, Jorge Jacobson señalando: “Por cada mil mujeres violadas, sólo siete violadores presos”, o “Más de 2/3 de las violaciones que se denuncian quedan sin esclarecer”, o “De cada diez violaciones sólo una se denuncia”. Acción frente a la cual advirtieron gran atención en lo que consideran un “efecto de extrañamiento por la descontextualización y recontextualización de los discursos en boca de estrellas televisivas o publicitarias”. No se alarme, no piense que está usted entrando en la dimensión desconocida, tampoco se trata de un rollplay, son simplemente globos de diálogo prolijamente adheridos sobre las imágenes publicitarias de las/os divas.
Y, por si acaso quiera saber más sobre los dones de estas ingeniosas, creativas muchachas, preste mayor atención a los afiches publicitarios o vaya a ver Museo de la Tortura, una selección de objetos de uso doméstico presentada en forma de instalación curada por las Mujeres Públicas que se exhibirá desde esta semana hasta el 16 de abril de lunes a viernes de 15 a17, en la Sala 2 de la Galería de Arte Arcinboldo, Reconquista 761 PB “14”.

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