VIOLENCIAS
Vera táctica
La abogada británica Vera Baird, diputada en el Parlamento de su país por el Partido Laborista, es una de las pocas especialistas en casos de mujeres que mataron a quienes las sometían a maltratos. Una tarea difícil por la característica de estos homicidios, pero sobre todo por la dificultad para demostrar la defensa propia cuando en general ellos las agreden con puños y ellas necesariamente utilizan armas.
› Por Sandra Chaher
Desde el año 2001, la abogada Vera Baird es una de las casi cien mujeres que llegaron al Parlamento británico de manos del Partido Laborista. Pero antes de eso, y aún hoy, ella es sobre todo la principal referente para las mujeres víctimas de violencia de género que mataron a sus compañeros en defensa propia. Tuvo a su cargo la mitad de los casos que hubo en Gran Bretaña en los últimos 10 años. Muy pocas de esas mujeres fueron absueltas, pero en muchas causas se logró que les atenuaran la pena.
Como parlamentaria, Baird preside un grupo multipartidario dedicado a temas de violencia que trata de influenciar las políticas públicas y que tuvo un papel importante en la reciente sanción de la Ley sobre Violencia de su país. La anterior era de 1976, de otro gobierno laborista. “En el medio tuvimos 20 años de gobiernos conservadores en los que no se hizo nada, no les interesaba este tema. Ahora tenemos esta ley, pero fundamentalmente el tema de violencia es tomado como una política pública por el gobierno británico, con lo cual se destinó presupuesto para aumentar los refugios que hay para las víctimas, el tema es parte de la currícula escolar, se ha empezado a capacitar a los profesionales de la salud, la policía está obligada a contar en cada repartición con especialistas y nos quedan los juzgados, que son el ámbito más reacio por su formación conservadora.”
Baird estuvo en Buenos Aires invitada por el British Council para participar de la conferencia Romper el silencio: El papel de las instituciones al abordar la violencia contra la mujer, que se realizó en noviembre pasado, y en la que participaron también Diana Maffia, Monique Altschul, María Luisa Storani y la jueza de la Suprema Corte bonaerense Hilda Kogan. La función de Baird era brindar un panorama sobre las respuestas que el gobierno británico está dando al tema de la violencia de género. “Yo llegué con la intención de hablar sólo de la nueva ley, pero después de algunas entrevistas informales y del conocimiento previo que yo tenía sobre Argentina por los informes de la Cedaw (Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer), me di cuenta de que para ustedes sería una información acotada. Porque aquí existe suficiente legislación. Creo que no necesitan más leyes, sino que las apliquen. Y que se hagan más cosas en relación con los profesionales de la salud, la educación de los niños, la capacitación de los jueces y la disponibilidad de viviendas para las víctimas.”
–En la ley que acaba de sancionarse en su país, ¿hay alguna modificación en relación con las mujeres víctimas de violencia que matan en defensa propia?
–No. Yo propuse dos veces una cláusula sobre el tema, pero no se aceptó. Y eso que existe un gran informe en el que se recomiendan cambios en la legislación relacionados con este tema. Lo más importante de modificar es que la condena sea más leve si el homicidio se cometió en defensa propia. Pero, por ahora, la realidad es que las mujeres en esta situación son acusadas de homicidio y esto implica cadena perpetua.
–¿A qué recursos apela como abogada en estos casos?
–La ley dice que un atenuante es la provocación de la víctima. En ese caso, la sentencia es por homicidio leve y no grave, con lo cual no hay cadena perpetua, y a veces hasta se elimina la condena de prisión. La provocación actúa en los casos en los que alguien pierde el control por cosas que dijo o hizo la víctima. Pero para eso hay que probar que quien perdió el control es una “persona razonable”, lo cual implica muchas pericias. Esta situación es muy fácil de resolver para el hombre que mató, sólo tiene que probar que ella le hizo perder el control. El problema es que esto no funciona con las mujeres, porque ellas no matan de la misma forma que los hombres. El 90 por ciento de los casos de mujeres que matan en defensa propia lo hacen con cuchillos de cocina. En algún momento de la persecución quedan arrinconadas en la cocina. En el discurso posterior ellas dicen que no sabían que estaban manoteando un cuchillo, que agarraron cualquier cosa al azar, pero yo dudo que esto sea así, cierto nivel de conciencia hay porque siempre agarran un cuchillo. Es la única arma que tienen para frenarlo. La defensa en estos casos no puede ser la provocación, sino la defensa propia. Pero para eso, el oponente debería tener un arma equivalente. Como eso nunca pasa, el jurado dice que lo único que él estaba usando eran puños o pies, que la fuerza de ella era mayor, y se las condena por homicidio grave.
–O sea que usted también está arrinconada.
–¿Qué hago yo? Intento demostrar que la mujer actuó en defensa propia y voy cambiando el eje de la provocación hasta encontrar el adecuado. Otra táctica es argumentar responsabilidad disminuida por alteración mental. Los psiquiatras desarrollaron muchas teorías alrededor del síndrome de la mujer golpeada. Se sabe que una mujer soporta alrededor de 35 veces las agresiones antes de atacar.
–¿No es peligroso apelar a este argumento? Es como quitarle entidad al acto de violencia cubriéndolo con la debilidad psíquica de la mujer.
–Algo de eso hay. Además ninguna quiere que se la defienda de esa forma. Pero si no hay otra salida, es el último manotazo de ahogado. Nosotros tenemos dos problemas graves con la ley actual: que con la misma norma, y en el mismo caso, la mujer recibe una condena grave y el hombre una leve.
–Teniendo en cuenta que el jurado en el sistema británico está compuesto por miembros de la sociedad, que el tema de la violencia de género sufrió cambios desde las políticas públicas, ¿los jurados modificaron la forma de fallar?
–No mucho. Más bien mejoraron los jueces. Tenemos un grave problema con los jueces en general porque aproximadamente el 85 por ciento son hombres de clase media alta que han vivido en un mundo masculino y se resisten a recibir capacitación sobre violencia porque piensan que perderían su independencia. Esto está empezando a modificarse porque estamos mejorando la forma de seleccionarlos. Pero la Corte de Apelaciones, que sería la segunda instancia, tuvo una actitud muy comprensiva hacia los casos de violencia contra las mujeres en los últimos años, expandiendo la interpretación de la ley. Hubo muchas condenas que logramos que se las pasara a homicidio leve en la Corte de Apelaciones.
–La falta de sensibilidad de los jurados hacia estos temas, ¿es representativa de la sociedad británica?
–No estoy segura. Yo creo que si la ley no está clara, es pedirles mucho a los jurados que dejen en libertad a una mujer si el hombre está muerto. Si la ley cambiara, en cambio, los jurados podrían percibirlo como un deseo de la sociedad de modificar su actitud hacia la violencia contra las mujeres.