TEATRO
Hay quienes se siguen animando a releer El sueño de una noche de verano, pieza clásica de Shakespeare: Alicia Zanca, por ejemplo, directora de la puesta que se estrenará el próximo miércoles, atisba en el texto un problema de géneros; la protagonista Paola Krum, por su parte, confiesa que su Titania sabe qué hacer con el Asno. Mientras, Mini Zuccheri, vestuarista, convierte a los griegos en contemporáneos y vuelve volátiles a las hadas.
› Por Moira Soto
A punto de estrenar, entre pruebas de ropa y de arneses, ajustes de luces y pasadas generales, Alicia Zanca, Mini Zuccheri y Paola Krum se escapan de la sala Martín Coronado del San Martín para conversar en el bar de la esquina con Las/12 sobre la puesta, la ropa y la actuación que se verán, a partir del próximo 20, en El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Se trata de una traducción y adaptación de Miguel Abeledo Piñeiroa, interpretada, además de Krum (Titania), por Joaquín Furriel (Oberón), Roberto Catarineu (Shakespeare), Daniel Casablanca (el Asno), Osqui Guzmán (Puck), entre otros nombres de un elenco numeroso. Las luces son de Gonzalo Córdova, Clara Portugueis hizo el entrenamiento en danzas de la India y Andrés D’Adamo el de esgrima.
“Elegí El sueño... muy de acuerdo con el consejo de Daniel Veronese, porque con Romeo y Julieta se llenó el Regio de gente joven, incluso de familias enteras. Ya allí aparece el hada Mab, de origen celta. En otras obras de Shakespeare también se da la interacción de magia y azar: Macbeth, gran guerrero, tan cartesiano, se deja llevar por las brujas que despiertan lo peor de él y lo empujan al abismo. Son metáforas que nos recuerdan que los humanos estamos siempre a expensas de fuerzas negativas.
Sin embargo, en El sueño... son todos seres benignos, salvando al travieso Puck. La fisura empieza porque Titania y Oberón se pelean. Releí esta pieza desde lo femenino y lo masculino: acá hay un problema de géneros. Apolo, que es quien pone orden, es lo masculino. Opera sobre Venus que es lo estético, lo femenino, lo inconsciente. Pero lo interesante es que en esta pieza el deseo de la mujer se lleva adelante, cosa que no ocurre habitualmente en una sociedad patriarcal. Hermia desea a un hombre que no es el que el padre decidió para ella. Y hay una ley en Atenas que dice que este gesto lleva a la muerte o a la clausura. Titania no quiere entregar a Oberón ese niño que podrán compartir. Al ocurrir esta discordia, no se producen las bodas. Fijate que los artesanos también pelean por los roles en esta obra de increíble actualidad.
Creo que el castigo que Oberón trama para Titania –hacer que ella se enamore del Asno– se le revierte. Porque ¿quién de nosotras no ha fantaseado con alguna forma de zoofilia? Bueno, Titania la pasa muy bien con ese Asno y después se tranquiliza para la hora de la boda. Harold Bloom dice que esta obra no pasa por el sexo. Yo creo que sí, totalmente. Estamos pasando de la Edad Media al Renacimiento, con todo un despertar de los sentidos. Por otra parte, Shakespeare, que saca de Ovidio la Metamorfosis, a menudo presenta a personajes que quieren transformarse en animales. Es decir, que tratan de poner lo instintivo a flor de piel. Algosemejante sucede con la esencia de la flor que se vierte sobre los párpados de algunos personajes en El sueño de una noche de verano: es como un éxtasis moderno, si querés. Inclusive Titania y el Asno se fuman una pipa que los coloca en un estado realmente lisérgico. Sin duda, lo sexual está muy potenciado en el segundo acto.
No está de más recordar que Shakespeare era muy popular en su época, que mucha gente veía sus obras bebiendo y comiendo. Yo soy de Barracas al sur y no me interesa hacerlo erudito a este autor impresionante que habló de todos los temas de la humanidad. Cuando una pieza es tan universal y atemporal te refleja en alguna medida. Es maravilloso cómo maneja los asuntos del amor y del deseo en El sueño...: la fragilidad, la inconstancia, el capricho. Por eso, para mí, los enamorados son muy importantes. Sin embargo, a varios actores que les propuse estos personajes no quisieron hacerlos. Valoro mucho el retrato que hace Shakespeare de ellos: será porque mi hija ahora tiene 16 y la veo tan reflejada en esos saltos del corazón, siempre entre la risa y el llanto.”
“Esta es una puesta con muchos recursos técnicos y hay que hacerle frente, encontrar la vuelta para que todo funcione armoniosamente. Con respecto al vestuario trabajé sobre tres núcleos principales, dándole a cada uno un carácter diferente. El mundo griego y el de los enamorados, a pesar de esa disputa inicial es una zona de orden, donde hay ciertas premisas establecidas, la ley rige. De modo que traté de que se opusiera frontalmente al mundo del segundo acto, el de las hadas. En otra dimensión están los artesanos.
El primer núcleo, el de los griegos, es muy contemporáneo en su espíritu: acá no hay una ropa que refleje naturalísticamente el 1600. Sí hay chistes, alusiones, referencias, una reminiscencia griega en los detalles. Los trajes de las enamoradas los podría usar hoy cualquier chica para ir a bailar, pero a la vez aluden a la ropa femenina griega en los drapeados, las telas sujetas con tiras. De alguna manera, estos rasgos también se reflejan en el mundo de las hadas, muy tangencialmente.
En el universo de los griegos, la ropa está claramente delineada, el color definido, hasta que todo se desbarata, se produce el desbarajuste del segundo acto. Pero en todo momento hay una ropa femenina y una masculina, de acuerdo a lo que Alicia quería expresar. El de las hadas es un reino mucho más volátil, etéreo. Traté de que ellas dieran siempre, a través de los trajes, una sensación de flotación, aunque a veces estén sobre el piso. En el caso de Oberón y los hados, hay menos levedad, quizás por esto que dice la directora acerca de que es él quien decide recomponer el orden. Estar ropas masculinas tienen un toque hindú porque a Alicia le interesaba destacar ese origen del niño y de Oberón.
A los artesanos los traje a un clima muy cotidiano. Imaginé que en una época actual, ellos podrían estar trabajando en Plaza Francia los domingos, que eran así de realistas. Incluso en su manera de hacer teatro dentro del teatro. Los elementos que usan son muy simples, la gracia está en el partido que ellos le sacan, en cómo se manejan en el espacio asignado.
No volví a ver ninguna de las películas que se han hecho sobre esta pieza, tampoco recurrí a fuentes pictóricas como en otras oportunidades. Un poco me dejé llevar por la pulsión de lo que iba surgiendo a medida que Alicia iba pidiendo. Lo que sí me quedó claro desde el primer momento fue que tenía que usar un lenguaje actual, contemporáneo. Si mirás revistas de moda, documentales de desfiles, ves que se libera cierta fantasía, que hayrupturas, toques de deconstrucción que aparecen aquí y allá y son parte de un lenguaje de este momento. Me basé sobre todo en ese espíritu. Aun en el mundo de las hadas, con Titania flotando en el espacio, el tratamiento de los materiales corresponde a la moda contemporánea.
En la ropa masculina, el campo es más estrecho. Primeramente, tuve la idea de que los personajes del primer acto podían participar de las últimas Olimpíadas de Grecia, con ropas medio atléticas. Pero no me cerraba con el resto, así que busqué un punto intermedio: unas camisetas que refieren a la ropa actual de gimnasia, pero los pantalones llevan detalles acolchados, entrecruzados de cordones que remiten a la época isabelina. El pantalón del Asno es una especie de despojo de aquel esplendor. Todos los hombres tienen en los pantalones unos braguetones que corresponden al 1500, 1600. Son como citas sutiles que a mí me divierten. Pero al Asno le pongo un braguetón muy particular, de mayores dimensiones. Con lo cual hago una cita histórica y a la vez estoy hablando de algo que es el eje de la obra. No usamos la máscara porque tenemos un actor, Daniel Casablanca, que conoce la exacta medida del valor de cada movimiento en el escenario, de gran expresividad. Solo se cambia el pantalón y calza unos zapatones con plataforma que permiten resolver el tema de su torpe galope. La reacción de Titania colabora para que el público complete la idea de asno.”
–¿Cuál es el problema de Titania?
–Oberón (risas), es decir, los hombres. Ella al principio está rebelándose contra el orden que él quiere imponer. No se siente comprendida por él. Hay un texto bellísimo donde ella habla de su amistad con otra mujer, la madre del niño que Titania quiere proteger y que le disputa Oberón. Pero ella desobedece al orden instaurado por los hombres. El poder es patriarcal también en el mundo de las hadas. Como sabés, Oberón decide darle una lección que a ella la divierte mucho. La embruja y hace que se enamore de ese animal.
–¿Oberón, sin querer, le realiza una fantasía zoofílica?
–Claro, una idea muy audaz de Shakespeare. Y ella se entrega totalmente a esa pasión, la pasa de puta madre.
–¿El tamaño es importante o el Asno tiene otras habilidades?
–(Risas) Bueno, ella está bajo el hechizo: sea grande, chico, se enamora del primero que pasa independientemente del tamaño.
–¿El hechizo pone en evidencia sus deseos secretos?
–Claro, totalmente. En lo personal, pienso que no es importante el tamaño, pero para la reina de las hadas parece que sí. Ella se entrega a un deseo inconsciente y de hecho, cuando se despierta, aun cuando disfrutó, siente un poco de vergüenza. Asocio esa circunstancia con el despertar de una borrachera, donde la pasaste muy bien pero hay algo incómodo en la sensación de que no actuaste conscientemente, de que no fuiste vos misma. Algo de lo que pasó te es ajeno.
–¿Cómo se actúa un personaje totalmente fuera de la realidad tangible, un ser mitológico?
–Alicia me habló primero de Hermia, pero a mí me atraía el mundo opuesto a lo cotidiano y conocido. Me gustaba el desafío de imaginar la forma, los gestos de seres mágicos, feéricos. Titania tiene poderes, eso es muy divertido, pero a la vez es una mujer y como tal discute con Oberón sobre el niño, casi parecen un matrimonio de años. Creo que algo de lo que imaginé se va a ver sobre el escenario. Hay un momento en que la humanizo, cuando está sola en su cuarto, no puede dormir y canta. Una diosa que se preocupa y llora.
–¿Cómo encaraste el retozo con el asno?
–Lo pensé como algo más animal. Ahí Titania se convierte en una especie de pulpo, quiere al Asno todo para ella. De pronto, es un gato, algún felino.
–Para vos, ¿cuál es el tema de El sueño?
–Te diría que es el amor. Creo que lo que transmite la obra es que el amor a primera vista es superficial, cambiante. Creo que Shakespeare habla de distintas formas y etapas del amor.
–¿Creíste alguna vez en las hadas?
–De chica nunca creí demasiado. Pero El sueño... no se parece a los cuentos de hadas infantiles: es supererótica, muy cachonda. Cuando pensaba en sus hadas y hados, me los imaginaba más bien libidinosos, un poco oscuros. No tenía ganas de hacer una reina de las hadas prolija.
–Vos, Paola Krum ¿te considerás habitante de un sueño?
–La verdad es que vivo medio como en un sueño, a veces me doy cuenta de que debería bajar un poco a tierra, porque hay algo de lo terrenal y práctico que me cuesta. Por eso me atraía tanto contra ese universo despegado de la realidad. Creo que algo de mí está en la dimensión de Titania. Sí, puede ser que me considere habitante de un sueño.
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