ESPECTACULOS
Cuando se quiere de veras
Rita Cortese y Claribel Medina se toparon un día en un camarín de televisión y se contaron que las dos tenían ganas de hacer un espectáculo cantado, alegre y emocional. Les salió “Ojalá te enamores”, exactamente como lo querían.
Por Moira Soto
Rita canta con el pucho entre los dedos y una copa en la otra mano, Claribel ondula en su traje largo rojo de un solo bretel, con los ojos cerrados quién sabe en qué ensueño amoroso... y el público que colma el Bar Nacional se derrite de fervor, ya completamente hechizado por el clima de gozosa espontaneidad que irradian desde el escenario las (actrices) cantantes y los músicos. El irresistible show se llama Ojalá te enamores y va los viernes a las 12 de la noche y los sábados a las 12.30, en Estados Unidos 308. Es una creación de Rita Cortese y Claribel Medina, en compañía de Ariel Polenta (piano y arreglos), Gonzalo Clavel (bajo), Cristián Faiad (batería), Cacho Tejera (percusión) y Fabián Leandro (guitarra, arreglos y dirección musical).
A Medina y Cortese, parece mentira viéndolas hacer este espectáculo con alma y vida, les quedan energías para otros laburos fuertes: la primera ensaya a todo tren Canciones para mirar, de María Elena Walsh, a estrenarse con gran despliegue en el Broadway; la segunda, un prodigio de rendimiento, interpreta a la coprotagonista del musical El violinista en el tejado y está grabando la tira “Mil millones” (que larga muy pronto por Canal 13), mientras espera el próximo estreno del film Herencia, por cuyo protagónico ya ganó varios premios afuera.
Aunque Claribel Medina no había cantado nunca en nuestro país, muy joven integró en su Puerto Rico natal un grupo, Las Bohemias, formado por tres actrices y cuatro músicas, con el que anduvo entonando canciones por los pueblos. “Cuando llegué a la Argentina, me dediqué a actuar, pero tenía esa base y muchas ganas de volver al canto.” A Rita Cortese, Jaime Kogan la hizo cantar en sus espectáculos: cuando interpretó Galileo Galilei en la Martín Coronado, sin micrófono, fue a tomar clases con Anita Inchausti y ella la alentó: cantá todos los días una hora si querés hacer un show. Rita se dio cuenta de que “si no lo hacía, me iba a resentir”. Y así fue que “agarré tres temas y me puse a pasarlos varias veces cada uno. Un día vino Soledad Villamil a mi casa, le hice escuchar lo que estaba armando y así surgió Recuerdos son recuerdos”.
“Tal cual”, responde Rita cuando se le pregunta si es verdad que Ojalá te enamores surgió de charlas de chicas en camarines. “Y te digo más”, detalla Claribel, “en un horario bastante raro: a las 8.30 de la mañana: estaba maquillándome yo cuando ella me toca la puerta, la invito a pasar y me dice ‘no, te la hago corta: me gustaría estar en un espectáculo cantado, alegre, vital...’. Yo le comento que tengo las mismas ganas. Fijamos fecha para encontrarnos, le digo que llevo músicas, ellas me dice que va a hablar con un músico, Gonzalo, a ver cómo armamos todo”. Al lunes siguiente se juntaron, escucharon temas, coincidieron en un montón de cosas, repertorio incluido. “Siempre digo que este es el espectáculo de la confianza mutua, del sí. Porque nosotras no éramos amigas, ni siquiera compañeras de trabajo porque estábamos en distintas novelas, sin embargo no tuvimos la menor duda”, apunta Rita, que promete preparar para muy pronto el belicoso tema de Pepita la del Barrio, “Que me perdone tuperro”. Porque este show va cambiando de noche en noche, de semana en semana. Por ahora se quedan en el Bar Nacional, aunque les da mucho sentimiento tener que rebotar a tanta gente porque ese sitio tiene una capacidad reducida. Lo que más le gusta a Rita es que el show se aleja de toda formalidad, trata de ser espontáneo y coloquial: “Yo personalmente quiero más, mi deseo es sentirme totalmente libre cantando. Me falta un poco, ya lo vamos a lograr”. Ambas, Rita y Claribel, alaban con entusiasmo a los músicos, como profesionales y como personas, y los consideran tan responsables como ellas del show. Ellos también se comprometieron de palabra, y cumplieron.
En clave de mujer
“Este espectáculo empezó a tomar forma el día que empezó el corralito”, cuenta Cortese. “Nos habíamos reunido para el primer ensayo, todos muy angustiados. Yo tenía solamente 70 pesos encima y no sabíamos cuándo íbamos a disponer de más plata. Así que dijimos: vamos a comprar champaña y nos ponemos a trabajar. Bajamos a lo de los chinitos, descorchamos y ahí nomás surgió la idea del comienzo del show a capella.”
–Se nota a la legua que Ojalá... es algo hecho por puro gusto, sin pensar en una receta redituable, Por otra parte, salir en estos momentos con un espectáculo que apuesta a la pasión tan descaradamente, es tirando a subversivo...
C.M.: –Claro que sí, porque tiene que ver con quienes somos. Ojalá... sale de largas horas de juego musical, hasta la madrugada. Sentimos en lo profundo que estaba bien lo que proponíamos, que no era negar la angustia sino tratar de aliviarla un poco. Teníamos la convicción de que podría resultar benéfico.
–Al verlas sobre el escenario destilando tan buena onda, con ese diálogo no sólo de palabras: ese darse abrazos, besos y bailotear juntas, me preguntaba sienten que captaron algo que sucede cuando las mujeres se encuentran y divierten en clima de complicidad.
R.C.: –Sí, eso que hacemos es muy femenino. Sí, totalmente: tiene que ver con nosotras, con nuestra historia, nuestras experiencias. Es una impronta: fijate que es el segundo espectáculo musical que hago con una mujer. Y me he preguntado más de una vez ¿por qué no con un hombre? Sencillamente, no habría podido. Porque no hay actores que canten de la manera que lo hacemos nosotras, con los que se pueda crear un diálogo fluido. Y un show hecho entre dos hombres en este registro ni me lo puedo imaginar...
–¿Hay que animarse a sostener ese espíritu de juego sin que se te caigan los anillos?
R.C.: –Es que nosotras lo quisimos así: trasladar lo que ocurría en mi living a este espacio que se parece bastante a mi casa, solo que aquí entran setenta personas. Cuando encontramos este sitio supimos que teníamos que hacer lo mismo que durante los ensayos, delante de amigos tomando un trago.
–¿Cuáles fueron las coincidencias al armar el repertorio?
R.C.: –Yo tenía un casete grabado que me habían regalado, la etiqueta decía: Blanca Rosa Gil y otros. Entre esos otros, estaba La Lupe y le avisé a Clari: encontré algo maravilloso, vení a oírlo. Y Clari llega a casa con el mismo CD que me habían grabado a mí en casete ¿podés creerlo? De ahí sacamos “Cuidado” y “Que te pedí”.
C.M.: –Y quedaron en campaña otros temas como “Yo soy la buena”, de Blanca Rosa Gil, y “Qué esperas de mí”, que algún día puede reemplazar a “Que te pedí”, porque se parecen en el tono. Es una canción muy especial, en la que una amante le canta a un tipo que le exige que lo quiera, y ella es casada y con hijos. Es otro punto de vista el de Blanca Rosa, con una onda cerca de Paquita la del Barrio, pero más romántica. Después,coincidimos inmediatamente con “Lágrimas negras”, fue una votación unánime de los músicos y nosotras. Rita había llegado con “Ese sentimiento”, que se mantuvo siempre como el primer tema, y con “María Bonita”. Y yo con “Cariñito azucarado”, que al principio me lo rechazaron, se me rieron en la cara al escuchar grabaciones de Virginia López o Blanquita Amaro. Yo insistía que había que pasarlo a guaracha, hacerle un arreglo. Y de ahí salió una preciosura: me perdonaron la vida y ahora les encanta hacerlo.
R.C.: –”Ojalá te enamores”, el leit motiv, es de Fabián Leandro. Todos ellos son unos músicos muy valiosos que por suerte en este show se pueden lucir porque se lo merecen muchísimo. Ellos participaron en el montaje y quisimos que hubiese un tema instrumental, que la gente los escuche a ellos. Es lo justo.
C.M.: –Cuando venían amigos a los ensayos, llegaban de ese afuera tan problemático y se empezaban a divertir y a emocionar, comprendimos que estábamos en el buen camino, que era eso lo que buscábamos: alegrarle el corazón a la gente, darles un poquito de energía, recordarles que siempre existe la pasión.
–Esto de ustedes zarpándose alegremente en escena, permitiéndose gestos amistosos, traviesos, intencionados ¿tiene que ver con que las mujeres suelen ser más comprometidas, más insensatas a la hora de la pasión?
C.M.: –Yo creo que hay gente arriesgada, muy pasional, menos mental en todos los aspectos de la vida. Pero sí, creo que en el amor muchas mujeres, entre las que me incluyo, somos más dominadas por la pasión, lo que nos aleja de la planificación, el análisis reflexivo en ciertos momentos. Aunque también existen mujeres muy controladas. El escenario, además, tiene esa cosa mágica, de entrar a otra dimensión, que lleva a los que actúan allí a liberar un montón de emociones, parte de las cosas que llevan en su baúl de la vida. Que si sos alguien pasional resultan más interesantes...
R.C.: –Sí, yo también creo que las mujeres son más capaces de jugarse en el amor que los hombres, tienen más entrega, menos cálculo. Los hombres suelen ser más temerosos, meten los cuernos el 99 por ciento. Pero son de mantener su familia estable, su vida organizada aunque los asalte una relación pasional. En general, veo que ellas se animan más. Por ejemplo, cuando una relación está naufragando por los motivos que sean, la mujer es la que encara la ruptura. El hombre, si no lo echan no se separa nunca.
–En esta música latinoamericana, de México y el Caribe para abajo, aparece una visión del amor desprovista de moralina, que no suele establecer diferencias entre mujeres y varones enamorados. Hay licencias de todo tipo, y incluso hay tipos que aceptan que la barca de ella tiene que partir. Porque casi siempre se trata de amores en peligro o que ya terminaron y son evocados.
R.C.: –Es que nunca hay estabilidad en la pasión porque todo tiende a ser excesivo. Esa es su gloria y su desdicha. Porque la verdad es que una sufre tanto con tanta dependencia... Sí, el bolero es la expresión de la pasión desbocada, que lo quiere todo y al mismo tiempo, sabe que no puede alcanzarlo para siempre.
C.M.: –Hay temas que son tremendos en ese sentido. Recuerdo uno, favorito de mi padre, “Insaciable”, que dice así: “Porque eres insaciable, mujer sin corazón/ porque eres insaciable me has llevado hasta el terror”. Oís esto y pensás: guau, le está pasando una factura tremenda a ella. Pero después él le dice que la quiere con todo su corazón; “no me importa si te quedas,/ no me importa si te vas”.
R.C.: –Sucede que los boleros, muchos, parecen escritos por hombres que realmente gustan de las mujeres. Y si son osadas en el amor, mejor.
–¿La felicidad es posible si se inventa un show como Ojalá...?
R.C.: –Yo estoy tan feliz haciendo esto que los sábados tengo dos funciones de El violinista, termino a las 12.20, me vengo volando, llego yme voy poniendo cada vez más contenta, no siento el cansancio. Hacer algo tan propio, tan en equipo me da tantas energías que pude superar una gripe y fui capaz de estar tres días sin fumar.
C.M.: –Desde que comenzaron los preparativos, empezó mi gran felicidad. Y ahora no te lo puedo explicar: me siento plena al hacerlo, por mí misma, por el grupo, por toda esta entrega conjunta. Somos como una masa dispuesta a que las cosas salgan bien. Me siento tan confiada, tan contenida, tan entregada en este lugar de goce, de absoluta libertad.