TRABAJO
Laura Pautassi dio la nota en la última reunión de la Cepal en Mar del Plata, al menos para quienes esperaban correctos informes técnicos y pocas propuestas. ¿La jubilación, un bien ganancial? ¿Tomar en cuenta el trabajo doméstico no remunerado a la hora de calcular los aportes? Cosas posibles y justas para esta investigadora del Conicet.
› Por Sandra Chaher
Es una bienvenida sorpresa que en una reunión de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) se hagan propuestas de avanzada en temas de género. Las reuniones de este organismo suelen ser encuentros de técnicos que discuten con funcionarios de temas también técnicos que nadie comprende demasiado. Pero en la reciente 38ª reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe de la Cepal, las integrantes de la Unidad Mujer y Desarrollo del organismo dieron el batacazo y en toda América latina se escucharon los ecos de lo charlado en Mar del Plata a comienzos de septiembre.
Que los aportes jubilatorios de los varones sean considerados bienes gananciales en caso de divorcio; que se les reconozca a las mujeres el trabajo doméstico no remunerado –particularmente el trabajo reproductivo de crianza y cuidado de los hijos– cuando se calculen sus aportes jubilatorios; que se implementen cambios con relación a los tiempos que mujeres y varones dedican al cuidado de la casa a fin de llegar a repartos más equitativos. Las propuestas parecían más bien salidas de un encuentro feminista o de un foro social alternativo.
Pero no fue así y, lo mejor de todo, es que cada una estuvo acompañada de una seria investigación sobre su posible aplicación. “Cepal venía con la idea de generar alto impacto”, admite la abogada argentina Laura Pautassi, investigadora del Conicet especializada en seguridad social, consultora de la Cepal, y con copyright sobre la idea de que los aportes jubilatorios pasen a ser bienes gananciales.
“Yo venía trabajando hacía tiempo seguridad social y reformas previsionales, porque el sistema de capitalización es más perjudicial para las mujeres que el de reparto, y no hubo un análisis de género cuando se hicieron las reformas en los ‘90. Tampoco lo hubo después. En el año 2002 hubo una reunión de la Cepal con el Ministerio de Trabajo y otros organismos vinculados al sistema previsional y la respuesta fue muy dura. Después, hace poco tiempo, desde el Ministerio de Trabajo admitieron que la mujer tenía menor cuantía en aportes y remuneración jubilatoria porque había discriminación laboral y salarial. Yo creí que me ponía a llorar de la emoción cuando lo escuché.”
–¿Por qué decís que el sistema de capitalización es más perjudicial para las mujeres?
–Porque establece una relación directa entre lo que aportaste y los beneficios que vas a tener, y las mujeres siempre aportamos menos por subempleo, por formar parte mayoritaria del sector informal, por discriminación. En cambio en el Estado se ponderan los salarios de los últimos años, no hay una relación directa entre salario y beneficio. Y por otra parte, cuando se hace el cálculo de lo que te corresponde, en la capitalización no contemplan la mayor longevidad de la mujer.
–¿Es implementable la reforma que propusiste en Mar del Plata?
–Sí. Propongo una reforma del Código Civil que hace público algo del ámbito privado, al igual que hizo mi colega Sonia Montaño, de Bolivia, que propuso repensar la estructura del cuidado desde la protección de la mujer que ejerció toda su vida un trabajo reproductivo. Para implementar lo que yo digo sólo hay que redistribuir lo que ya está asignado. Tiene que ver con reforzar la idea de ganancialidad dentro del matrimonio, algo con lo que no todas las feministas están de acuerdo. Existe un proyecto de ley de Marcela Rodríguez que propone que las mujeres optemos cuando nos casamos entre un régimen de bienes gananciales y otro de patrimonios separados, en el que lo que se adquiere durante el patrimonio pertenecería a quien lo adquirió. Se lo hizo en pro de la igualdad y de que la mujer pueda optar, pero yo creo que todavía las mujeres podemos optar a muy pocas cosas, así que mejor estar protegidas por la ley. Esta propuesta que yo hago es un beneficio del que las alemanas gozan desde 1971: allí los aportes laborales son bienes gananciales. Y en el 2001 les reconocieron tanto a las mujeres como a los varones los años de cuidado reproductivo como aporte.
–¿Cuál es el vínculo de las mujeres con el sistema previsional?
–Las mujeres no son muy conscientes de que tienen que cuidarse para el futuro, y el sistema de seguridad social que se desarrolló en América latina no nos favoreció. Las mujeres que no están en el mercado laboral acceden al sistema previsional como un beneficio “derivado de” su vínculo con varones de su familia. Yo cuestiono esto del derecho propio y el derivado.
–Vos hablás en un trabajo publicado por Cepal de sistema de protección y sistema de redes de seguridad social.
–Claro, se produjo una transferencia de la salud y la educación del Estado hacia las familias, que es lo que los organismos internacionales como el Banco Mundial y el BID llaman sistema de protección social, que no es lo mismo que las redes de seguridad social que debería brindar el Estado. Y entonces, para paliar esta ausencia, aparecen también en los ‘90 todos estos programas sociales focalizados, como Jefes y Jefas de Hogar, en donde el eje sigue estando en el empleo y no en el derecho a la ciudadanía. Esto viene arrastrándose desde la constitución misma del sistema previsional, en los ‘40, cuando había trabajo formal, empleados y empleadores hacían aportes, había una red de seguridad social y todo se movía alrededor de la idea del pleno empleo. Pero este consenso ya no existe, ya todos sabemos que no hay posibilidad de pleno empleo. Entonces, lo que yo digo es: redistribuyamos en función de una ética ciudadana y no de una ética del trabajo.
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