Viernes, 7 de octubre de 2005 | Hoy
MODA
Funcionalidad, capacidad de reposición –no se puede andar cambiando todos los años de uniforme–, y por qué no diseño, son las constantes que hacen que Ombú, la marca de ropa de trabajo, haya quebrado los límites para los que fue pensada y se mezcle cómodamente en cualquier perchero.
Por Victoria Lescano
La cronología de los grandes hitos de ropa de trabajo de Ombú comienza en 1945 con la célebre camisa verde oliva con dos bolsillos y tres costuras a modo de refuerzo, continúa en 1959 con pantalones al tono prendidos con botones y en 2005 contempla el lanzamiento de una bombacha de campo para mujer con tiro bajo. Otras variaciones sobre la prenda más emblemática del estilo argentino fueron reunidas, además, en Raíces Argentinas, una colección que adorna laterales de bombachas blancas y negras, azul marino o azulino y el imprescindible verde oliva con guardas inspiradas en las culturas wichí, diaguita, tehuelche y mapuche.
En el entretiempo la firma acompañó el surgimiento de nuevos oficios, así como lanzó una línea de prendas homologadas, accesibles para las pequeñas empresas, también incursionó en el desarrollo de uniformes de trabajo que surgieron del furor de las privatizadas y el fast food (Telefónica y McDonald’s se alistan entre sus numerosos clientes). Para los percheros de trabajadores de rutas desarrolló sofisticados overalls que se iluminan en la oscuridad y en tonos amarillo limón y naranja.
Otras variaciones en los guardarropas de trabajo fueron el agregado del democrático cierre al pantalón verde (cuentan que al principio fue muy resistido por los hombres de campo), los pantalones pinzados, las camisas con botones, el mameluco para mujeres y las camperas azules con abrigo extra para los trabajadores del sur.
Las últimas novedades de estilismo coinciden con los sesenta años de la firma que, como muchas firmas nacionales e internacionales creadoras de clásicos, decidió actualizar sus percheros con innovaciones de diseño. El resultado se llama Ombú Aire Libre, lo más parecido a un Gap del mundo campestre que remite a una cruza de bombachas con pantalones cargo favoritos de skaters, bermudas, remeras que marcan el debut en tejidos de punto, suéteres y abrigos en polar.
Y el aniversario impone un intento de análisis del contexto en el que surgió la marca y se marcaron estilos para los oficios locales.
Dice Salvador Sonsino, gerente de marketing para indumentaria profesional en Santista: “La especialización en ropa de trabajo fue la consecuencia de un país en el que la fuerza industrial y la laboral estaban en su auge, también tuvo influencias de legislaciones de la época para más protección a los trabajadores, la uniformización fue una de las conquistas de esa época. El color por excelencia era el verde oliva y al principio se usaba sólo en camisas, como el jean no existía en el mercado se combinaba con pantalón de mezclilla o griseta; en los talleres metalúrgicos se usaban los guardapolvos grises. Los primeros modelos se desarrollaron a través de confeccionistas y los talleres se fueron armando alrededor de las necesidades de la marca. Ombú permitió el nacimiento de una industria dedicada a la ropa estándar, respondía a la idea de prendas que fueran perdurables en el tiempo. En esa búsqueda la empresa entregaba una ficha con las condiciones que debía reunir cada prenda, del tamaño de las tapas, el puño, los botones y su grado de especialización fue tal que en los años ‘40 tuvo entre sus directivos a personas que en simultáneo trabajaban como docentes de la Facultad de Ingeniería y ellos eran los responsables de transmitir la base cultural al segmento artesanal”.
Cristina Shahinian, actual encargada tanto de las innovaciones del área de diseño como de los links entre la firma y nuevas generaciones de diseño, agrega sobre las novedades en los percheros de Ombú: “La colección Raíces Argentinas surgió en principio como un regalo para cuando en 2002 celebramos los cambios en la firma, que dejó la denominación Grafa por Santista Textil y, entre otras cosas, encargamos una investigación a Liliana Reinoso, quien trabaja con pueblos originarios. En ese momento fueron muy elogiadas y poco después las detectamos en varias marcas que focalizaron en el redescubrimiento de lo nacional como consecuencia de la crisis. Decidimos hacer una producción en serie pero también incursionamos en el opuesto, las bombachas con recursos del cargo pant, con valores de moda”.
Esos modelos, junto con un modelo de campera inspirada en el cine de los cincuenta, pero confeccionado en tela rústica, sugeridos y probados por los trabajadores de la oficina comercial de la empresa son, según Shahinian, los más exitosos en los shows de los que participa regularmente la firma. Se trata de las ferias para la industria del campo que se celebran campo abierto en las provincias de Córdoba y Chaco, mientras los asistentes participan de competencias de cosecha y proezas con tractores. Allí alrededor de los stands de moda con percheros, promotoras y probadores, las bombachas reaggiornadas fueron un éxito de ventas, así como también las de tiro bajo entre las campesinas y las chaquetas fifties. Los expertos de Santista coinciden: “En nuestras colecciones no hay cambios de temporada sino soluciones de funcionalidad, el principal requisito de los trabajadores es tener la certeza de que sus productos favoritos tienen reposición a lo largo del tiempo”.
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