Vie 07.04.2006
las12

DICEN QUE DICEN

La estrategia de hablar

Dice: “La idea es poder debatir”. Tiene más apoyo del estricta, legalmente necesario. Si quisiera, si se apegara a ese mecanismo al que nos ha acostumbrado la práctica parlamentaria de los últimos años, si tuviera ganas de ganarse la atención mediática de manera más o menos fácil y más o menos rápida, ahora podría estar forzando el tratamiento del proyecto de marras. Es más: podría estar consiguiendo su aprobación. Y entonces la legisladora Marta Milesi estaría en las tapas de todos los diarios por ser una de las artífices de que se reglamentara la práctica de abortos no punibles en los centros de atención públicos y privados de Río Negro. Pero ella, que cuida como un tesoro los votos a favor que ya han asegurado legisladoras y legisladores de distintos bloques para cuando el proyecto tome estado parlamentario y sea tratado en el recinto (“de un total de 43 legisladores, habrá unos cinco, seis en contra; va a ser aprobado por mayoría”), prefiere caminar con pasos pequeños sobre un terreno firme. Cuenta con la experiencia de haber estado, hace no tanto tiempo, tras dos iniciativas que hicieron un camino lento y sostenido para convertirse en ley de cumplimiento efectivo en hospitales públicos: la realización de ligaduras de trompas y vasectomías sin autorización judicial previa, primero, y el suministro de la píldora del día después, después. En esos dos casos, insiste ahora, prefirió recurrir a la misma estrategia que elige esta vez: hablar hasta que todas y todos hablen, sacar los trapitos sucios del armario para que la luz del día ponga el asunto en blanco sobre negro y las dudas sean formuladas, pero sobre todo aclaradas. Eso dice orgullosa: “Es exactamente la misma estrategia que nos permitió llegar a tener estas otras leyes en derechos sexuales y reproductivos”.

Hasta el año pasado, Milesi y María Inés García sostenían proyectos propios al respecto, pero los puntos en común las llevaron a unificarlos para sumar fuerzas. Poco después, cuando tomó estado público que comenzaban a buscar adhesiones entre sus pares de la Legislatura, pasó lo que, dentro de todo, era previsible: en lugar de discutir sobre políticas de cuerpos, libertades individuales y derechos que el Estado debería amparar (anche propiciar), la cuestión se tornó personal. García era el blanco privilegiado, y “asesina” o “mala madre” los dardos esgrimidos como todo argumento. Nada original, a decir verdad, como tampoco lo son algunos mensajes sospechosamente semejantes que llegan a la casilla de correo electrónico que el bloque al que pertenecen las dos legisladoras habilitó para recibir adhesiones y comentarios; además de esas cartas modelo que difieren solamente en la firma, desde septiembre hasta ahora más de cinco mil mujeres y hombres de la provincia han hecho llegar sus apoyos.

¿Por qué no presentarse ahora mismo en el recinto, habida cuenta de que el proyecto ya ha pasado por todas las comisiones que debía pasar, de que el consenso entre las y los integrantes de la Cámara está en firme y es favorable, de que el año legislativo recién empieza y nadie puede decir que las prioridades son otras, que ya se verá más adelante? ¿Por qué, piensa una que no se asombra de encontrar en la misma oración “leyes” y “entre gallos y medianoche”, por qué no aprovechar el momento, antes de que el momento pase? “Es una cuestión ideológica”, argumenta Milesi cuando completa el cuadro: lo que ella y García plantean es la regulación de algo que ya existe, vale decir, ordenar la atención sanitaria de los casos excepcionales que el Código Penal contempla como no punibles –antes que como permitidos–, de manera tal que puedan efectivamente ser aplicados en la práctica. Por lo demás, agrega, “todo lo que planteamos tiene que ver con derechos sexuales y reproductivos de las mujeres: son optativos, ninguno es obligatorio. Esa es la gran diferencia: para nosotras se trata de opciones; se toma o se deja”. Ellos, los que vienen haciendo oposición a este proyecto con estas cartas una igual a la otra, con la presión para juntar firmas a la salida de la misa, los que tuvieron que tragarse el sapo de que la Legislatura provincial –como institución– desagraviara a García tras los ataques por “asesina” y “mala madre” que le lanzara un sacerdote muy activo de Río Colorado, ellos, dice Milesi, “tienen un sesgo autoritario, porque esto lo consideran penado por lo que ellos piensan que es la vida y su comienzo”. Agrega: “Nosotras queremos debatir para concientizar, que es lo contrario a ese método confusional. La idea es debatir y explicar de qué se trata”.

(Algunas veces, el “método confusional” tiene fisuras. A principios de la semana, una carta de lectores de paquetérrimo diario porteño rezaba: “La Legislatura de Río Negro estaría por aprobar un proyecto de despenalización, casi irrestricta, del aborto. En su exposición de motivos se propone ampliar las causales del aborto no punible (...) Va de suyo que estas disposiciones modifican el Código Penal (!), lo cual les está vedado a las provincias y agreden groseramente preceptos constitucionales que amparan la vida del niño desde la concepción”. Lo de confusional queda claro, lo de método no tanto, pero hay que agradecer a esa intervención la difusión de lo que está pasando en Río Negro.)

Decir, nombrar, preguntar, explicar, dudar, comunicar, destapar. De hablar se trata. Y por eso, por asegurarse que todas y todos sepan de qué se habla cuando se habla, en Río Negro la aprobación del proyecto está demorada hasta que toda la provincia se involucre en el debate. Bariloche, primero, y Río Colorado –el lugar de donde más cartas idénticas llegan como repudio–, después, serán las próximas paradas; quizá a mitad de año, auguran, sea el tiempo de tratar el asunto en la Cámara.

Estas, también, son maneras de hacer política.

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