Viernes, 11 de mayo de 2007 | Hoy
LA SPOSA PERFECTA
Por Soledad Vallejos
En la publicidad del diario lo vendían como el reality cómico que televisa glorias y miserias de “las personas comunes” desde uno de sus escenarios privilegiados: “El de la vida familiar, al interior de la cual ningún encuentro es más fuerte y divertido que aquel que contrapone a suegras y nueras”. Y como creí que había entendido mal porque el italiano escrito no se me da con tanta facilidad, me prendí de la tele en un hostel de Firenze un miércoles a las 9 de la noche para ver qué tan grave era el asunto. ¿De verdad existía un reality sobre solteras desesperadas, neardentales ofrecidos como candidatos inmejorables y potenciales suegras decididas a supervisar las virtudes de las mujercitas que codiciaban a sus tesoritos? El título La sposa perfetta, ¿se traducía como suponía?. La tradición de la mamma italiana, ¿era para tanto?. En el país que hace más de 20 años legalizó el derecho al aborto gracias a multitudinarias y legendarias manifestaciones de mujeres frente al Parlamento, frente al Vaticano, frente a quien fuera, ¿era posible que una de las cadenas de la televisión pública (la Rai2, asignada al partido de Berlusconi) transmitiera una competencia en la cual “cada chica deberá convencer a la mamá de su elegido de sus propias habilidades culinarias, de su buen manejo de la economía doméstica, de saber llevar con eficacia todas las tareas de casa y, sobre todo, de ser una buena compañía”?
Un señor que peina canas entretejidas y una chica puro hueso en microvestido hacían como que bailaban al son de Love and the marriage. El público —hay que decir que numeroso— recibíalos con aplausos y ansiedad, se venía el resultado del televoto: ¿cuál sería la suegra preferida de la gente esa semana?. Creo que ganó Mamma Rosa, aunque todas se parecían bastante: estaban allí para defender los intereses del nene y los suyos propios. “¿Es difícil la búsqueda de la nuera perfecta, mamás?”, preguntaba el conductor. Y cada una a su turno: que sí, que por supuesto, pero que la convivencia es una gran cosa para evaluar con ecuanimidad. Recién ahí lo entendí: en el reality hay dos casas, el Loft en el que viven los candidatos (todos treintañeros, algunos que en la vida real todavía viven con sus padres) y la Villa La Suocerina (suocera, en italiano, es suegra), que alberga a chicas (de 20 a 34 añitos, porque la desesperación no sabe de edades) y madres de candidatos. Es que son ellas, las potenciales suegras, las responsables de bajar el pulgar o proteger a las solteritas con apuro. Los “chicos”, como mucho, tienen derecho a algún que otro puchero si mamá les arruina el romance, pero decidir, no deciden nada.
Las chicas de La sposa... se esmeran. Como para hacer mérito no alcanza la convivencia con tanta mamma, también se someten a la prueba semanal: el Rischiamarito, un juego de preguntas y respuestas sobre rubros como “psicología masculina”, “vida de suegra”, “sensualidad”. Sara (una de las favoritas del público por lo modosita y enamoradiza) eligió “vida de suegra”: “¿en qué cosas no podrás competir con Mamma Emanuella?, ¿lavar vasos, cocinar pasta o cultivar geranios?”. Airyn (demasiado rubia, demasiado osada, ya la eliminaron) eligió “sensualidad”: “¿cuántas mujeres al menos una vez en la vida fingieron un orgasmo?. ¿37%, 64%, 92%?”. Luana (una brasileña adicta a “los manuales que enseñan cómo conquistar a un hombre”) también eligió “vida de suegra”: “la novia de Massimiliano hace topless en el jardín, ¿qué hace Mamma Ambra?, ¿la reprende públicamente, simula indiferencia y la reta en privado, no hace nada?”.
En el camino, esa noche, quedaron dos chicas sin ilusiones de alcanzar el marido tan deseado ni los 250 mil euros (el matrimonio en Italia cotiza bien) que vienen con el paquete tras tanta devoción al amor y los valores tradicionales. Quedaron, también, todos los ragazzi, las mamme y las demás ragazze, encerrados en sus respectivas sedes durante un tiempo más (www.lasposaperfetta.rai.it), el mismo que va a seguir durando el escándalo y el debate en algunos diarios. Porque con todo esto, al menos hubo un cierto revuelo. Y una, que creía que con Gran Hermano habíamos alcanzado la cumbre del reality, una que vio eso en el Primer Mundo y tembló, se pregunta: ¿algún cráneo local estará tramitando los derechos del engendro para hacerlo en Argentina?
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