MODA
3 diseñadoras for export
Lucía Blanco, Florencia Fiocca y Valeria Pesqueira son tres jóvenes diseñadoras argentinas que ya han puesto un pie afuera. Cada una con su propio
estilo, las tres con menos recursos que imaginación y talento, son figuras que asoman en el horizonte de la moda.
› Por Victoria Lescano
Lucía Blanco, Florencia Fiocca y Valeria Pesqueira son lo más parecido a abejitas laboriosas del grupo de diseñadores de autor graduados en la UBA a mediados de los noventa. Además de volar entre los talleres y las modelistas que realizan sus construcciones lúdicas también lo hacen con sus apuestan a las ventas en el mercado extranjero. Van por la cuarta participación en los showrooms del BAF –la ya instaurada semana de la moda porteña–, y en simultáneo vistieron junto a una docena de diseñadores locales fragmentos de una botella del vodka Absolut que ahora cuelga de un viejo taller de la calle Fitz Roy. Mientras que los vestidos plisados de Florencia Fiocca pronto van a vestir un cortejo de ocho damas de honor de una boda en California y las chaquetas de cuero caladas que funcionan como otro sello de sus colecciones participarán de un puesta en el museo del Rock de Cleveland (sus prendas están desde hace un año en 10 locales de las ciudades de Chicago, Cleveland, Los Angeles y San Francisco), la serie de remeras inspiradas en simulaciones de Valeria Pesqueira circulan por 15 locales dispersos entre Chicago, New York, Bel Air y Berkeley.
Uno de los modelos con estampas de un oso tomado de su libro favorito de la infancia fue recientemente elegido el ítem de la semana por la influyente publicación digital Style.com. “Nada tan satisfactorio como ir por la calle y que la gente sonría al verte llevando esa remera”, fue el elogio textual.
Lucía Blanco, por otra parte fue una de las elegidas para el próximo envío de moda argentina a la feria MOMi de Milán, curado por el grupo Pampa. Reunidas por Las/12, las chicas se refieren a su background y el método para incursionar en el mercado extranjero.
“Por regla general mando un catálogo con pedacitos de telas más un muestrario de la colección a mi representante, este año vendí 600 prendas entre verano e invierno”, dice Fiocca sobre su método para vender en el mercado americano las piezas que según manifiesta “resultan de alucinaciones con formas, como dibujo mal hago maquetas, en lugar de pictórica soy tridimensional”.
De una mirada en su currículum vale destacar el debut como vestuarista para cortos del realizador Gianfranco Quattrini, que durante los dos años en que se radicó en Madrid junto a su novio Paul, fue asistente del dúo Devota y Lomba y logró ingresar a la fortaleza que funciona como estudio de la diseñadora Sybila, asistiendo en la colección para jóvenes bautizada Jocomomola.
De regreso a Buenos Aires, Fiocca participó del certamen inspirado en Los Vengadores con una Ema Peel vestida con construcciones de cuero que cambian con el movimiento y en lugar de manejar una scooter llevaban pallillos en homenaje al Cirque du Soleil. Mientras la colección verano 2002 estuvo destinada a acróbatas, contorsionistas y mujeres nómades inspiradas en los personajes de la Comedia Italiana- incluyó citas a Colombina y Pantaleón vía falsas escuadras, desgarros, pespuntes, gags en las abotonaduras de las camisas y las costuras de los pantalones-; para el verano 2003 el culto a lo circense vira hacia las marionetas. “Tienen que ver con que alguien activa a otro ser, y eso responde al contexto en que estamos viviendo, con hilos que se mueven sin que uno tenga control de la situación. Partí de las marionetas primitivas y las trasladé a vestidos, faldas y tops que tiene cintas sin dobladillos casi primitivas” dice Fiocca.
“Mis prendas funcionan como segunda piel, prima la idea a la calidad y uso materiales planos a los que les doy valor agregado”, agrega sobre las prendas de cuero tan falsamente simples como su autora y que a fin de mes exhibirá junto a fotografías en La Corte.
Valeria Pesqueira conoció a Zacarías Bonsall, el joven norteamericano que la representa junto a Fiocca mientras trabajaba para Ganadería, unafirma que hacía diseño de accesorios para Levis y ese joven norteamericano hacía un intercambio académico en la Argentina.
Es la autora de una colección de remeras con estampas que simulan bufandas y tramas de punto smock en talles adultas y niñas. También hace algunas faldas reversibles y otras que simulan bolsillos o costuras, chaquetas con envivados, cintas en zigzag, todas con el común denominador de un dejo retro en fachadas modernas.
“Desde la facultad empecé a investigar con las estampas y la simulación. Me gusta revolver en ferias y muchas veces fotografío esas prendas y las estampo, las remeras son mi prenda fetiche porque la pueden llevar personas de distintas siluetas y no son elitistas”, dice Valeria.
Imposible no mencionar que Pesqueira fue precursora del actual boom de la moda infantil cuando decidió reducir a tamaño bebé una remera de su colección para regalar a la hijita de una amiga. La t shirt con estampa de oso fue un suceso entre las demás madres y allí incorporó el concepto ropa para madres e hijas.
Sobre la participación en el mercado americano, comenta: “En mis comienzos en moda había trabajado para empresas con estructuras gigantes que hasta me mandaban a Hong Kong a buscar proveedores y cuando hace un año empecé con mi marca, fue raro bajar a hacer cincuenta prendas, ahora encontré mi propio método de producción y desarrollé 800 por pedido para vender en boutiques de Estados Unidos”. En relación a las influencias vintage de su marca, agrega: “Como no tenía plata para hacer 100 etiquetas decidí hacerla usando un juego de sellos antiguo de mis abuelos, ellos tuvieron una tienda de ramos generales llamada Casa Pesqueira en un pueblo cercano a Chascomús. Papá me cuenta que allí el día de renovar a las vidrieras o el de feria de saldos con retazos listos para hacerte una falda, eran una fiesta la gente se agolpaba en la vereda. Mis gustos son clásicos, no me gusta la última tendencia, prefiero lo que perdura y para ello nade mejor que trabajar con telas de algodón”.
Sus propuestas para el verano 2003 incluyen como novedad faldas de punto con prints inspirados en fotografías de paracaidistas retro y una flamante línea de zapatilla símil ballerinas llamadas punch.
“Me inspiro en las guirnaldas chinas, abanicos y los origamis espontáneos que ofrece el mundo del cotillón. En verdad los diseñadores nos pasamos la mitad del tiempo yendo a buscar materiales al Once y ese barrio con sus rarezas fue mi fuente de inspiración”, enuncia Lucía Blanco. Comenzó asistiendo a la vestuarista Mini Zucheri en el área experimental del Teatro Colón, allí se deleitó con pelucas y zapatos del depósito y participó de vestuarios para el grupo La carbonera. En el 96 ganó un concurso de estampas textiles organizados por la empresa Alter -hizo una trama art noveau y el premio fue un viaje a Milán-. De regreso fue contratada por la marca Materia, la firma con base inicial en el Once y que antes del estallido de rarezas de Palermo figuró en las direcciones secretas de productoras y fashionistas por sus looks graciosos y ultracheap.
También ganó el concurso de la extinguida Vitamina, bautizado La Puntada Inicial, días antes de que la firma ingrese en convocatoria de acreedores.
La iconocrafía del origami y esos manteles con guardas de papel que acompañan las masitas de confitería se volvió su tema de investigación hace tres temporadas cuando incursionó en una tela foránea llamada paper touch. Primero la aplicó a una línea de vestidos muy cincuentas y también a una colección de moda infantil de 1800 compuesto de superposición de pantalones bloomer, calzones aggiornados con vestidos superpuestos y terminaciones en calado láser que le bancó un sponsor. Ahora, desde el estallido económico y social y la desaparición de esos materiales foráneos debió replantearse el método “para poder producir mayores cantidades y con el propósito de ingresar al mercado internacional empecé también con otrastelas de industria nacional. Tuve que hacer un aprendizaje de cómo lavar las telas, hacer nueva moldería, incorporé bordados en la faldas e inventé juegos de encastre”. Pesqueira se refiere a su mirada sobre el estilo verano 2003: “hay una línea en blanco, manteca y color piel y otra negra. Trabajé los recortes y tablas citando curvas, hasta los cuadrados me salieron redondeados al dejarme influenciar por algo tan femenino como las curvas”.
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