POLITICA
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Son y piensan de manera muy diferente. Estas tres mujeres –Fátima Farías Uzair, Alicia Giubergia y Beatriz Scazzola– tienen filiaciones políticas muy distintas –radical la primera, menemista la segunda, miembro de una agrupación vecinal la tercera– pero, como se verá en la charla, ser mujer e intendenta es una condición que comparten y que las hace coincidir en muchas cosas.
Por Sonia Santoro
Las tres mujeres esperan en el bar del lobby del metálico hotel. Una es menemista a ultranza, la otra radical de vieja data, y la tercera de una agrupación vecinal. Pero tienen algunas cosas en común: son intendentas de pequeñas comunas del interior del país y las tres han sido reelectas varias veces. Participaron del “Seminario Internacional Ciudades en el Siglo XXI”, que se llevó a cabo el 4 y 5 de octubre en el hotel Hilton de Buenos Aires, y se tomaron un break para charlar con Las/12 sobre el estilo de las mujeres en la vida política comunal. Los municipios, dicen ellas, son un reflejo en miniatura de lo que le pasa al país. Y, por lo tanto, son los lugares desde donde puede partir el cambio que la Argentina necesita para salir de la crisis actual.
Fátima Julia Farías Uzair es intendenta de 9 de Julio, una comuna de 10 mil habitantes, ubicada a 18 kilómetros de San Juan, cuya economía se sostiene en base a plantaciones de legumbres, hortalizas y uvas.
Fátima tiene 62 años, es divorciada, madre de 3 hijos y hace 30 años que es funcionaria por la Unión Cívica Radical. “En 1973, con 28 años, asumí 4 veces la intendencia por enfermedad del intendente. Después me presenté en el ‘83 como intendenta y gané. Llevo cuatro veces de intendenta y he estado dos veces de diputada provincial por esta ciudad”, enumera Fátima, lentamente, como si le cansara pronunciar cada palabra, pero sin resignarse a callar. “Mi padre murió de 104 años y no tenía una arruga en la cara. Era un inmigrante sirio-libanés que llegó a Córdoba, la conoció a mi madre y se fueron a San Juan”, cuenta. Arabe y musulmán, al padre no le gustó nada que su hija se dedicara a la política. A su ex marido, que también era hijo de árabe, tampoco. Pero Fátima siguió adelante, a la par de sus hermanos, aunque separados por la clásica puja política: peronistas contra radicales. Las peleas llegaron a tal grado que Fátima estableció que en las reuniones familiares no se hablara de política.
Pero la herencia política la lleva uno de sus hijos. “Siempre hacemos la dupla madre e hijo, cuando yo fui diputada por 8 años, mi hijo fue intendente. Ahora volví y él es diputado”, cuenta.
–Todo queda en familia
–Sí, familiar pero no de esas familias que se echan la pasta al bolsillo –aclara.
Alicia Giubergia es intendenta de Pasco, una comuna agrícolo-ganadera de 1500 habitantes, en Córdoba. Tiene 48 años y dedicó 28 a la docencia; fue profesora de matemática y físico-química y directora de una escuela. Tiene sólo siete años de política, los que lleva al frente de la intendencia con una reelección de por medio. “No salí de ninguna interna, no tuve padrino político, por ser directora del secundario y tener una trayectoria dentro de la docencia fue que la misma gente del PJ me buscó para ser candidata a intendente y ahí empecé”, dice.
Se nota que Alicia es una mujer coqueta; lleva un trajecito a cuadros y pelo acostumbrado a las peluquerías. Pero sobre todo tiene un cuerpo menudo y enérgico, con el que impondrá su voz durante toda la entrevista. Cuenta Alicia que dio el sí para cumplir con una meta: unir a la comunidad. “Era un 50 por ciento peronista y el otro radical. Mi meta fue tratar de unir a mi comunidad. Yo logré que en el ‘99 me votaran muchos radicales, y si fuera candidata me volverían a votar”, dice.
La historia de la llegada a la política de Beatriz Scazzola es aún más insólita: se decidió en base a una encuesta. “Las comunas (donde viven 2000 habitantes) en la provincia de Córdoba entraron a la democracia 10 años más tarde. Habíamos tenido interventores, delegados políticos del gobernador, entonces la villa estaba muy abandonada y los vecinos decidimos hacer una lista para poder entrar a las elecciones. Hicimos una encuesta para ver quién quería dedicar su tiempo para la comunidad. El padrón era de 157 ciudadanos y había 97 personas en la asamblea, yo saqué 87 votos, no lo esperaba de ninguna manera. Pero por mi profesión siempre he hecho polis, soy médica pediatra”, explica.
Así, esta mujer a simple vista austera, a la que no le importa lucir canas, llegó a la intendencia de Villa La Bolsa, una comuna turística de 800 habitantes ubicada a 50 km de la capital cordobesa. Fue reelecta tres veces por el Partido Agrupación Vecinal.
–¿Qué caracteriza a la gestión de las mujeres frente a los municipios?
Alicia: –Hay diferencias en la rendición de cuentas. Los hombres han roto ese mito de que la mujer, si se metía en política era loca, hoy se han dado cuenta de que tenemos que caminar al lado y que la mitad del cielo es nuestra. Pero todavía, cuando hay reuniones con hombres, se dice “ustedes las mujeres se tienen que capacitar”. ¿Y cuándo se les ha pedido capacitación a los hombres? Ellos en 200 años no han hecho lo que nosotras hicimos en 50. Por supuesto que hay mujeres en que su corrupción ha sido vox populi...
Fátima: –Pero son muy aislados los casos. Las mujeres somos más decentes en la función pública.
Alicia: –La solidaridad la llevamos adentro por ser madres.
Beatriz: –Nuestra perspectiva es más humana. El hombre de lo que es doméstico no tiene noción. En cambio nosotras como mujeres, aun en la función pública, se nos plantean cuestiones domésticas y las resolvemos como resolvemos los problemas de nuestra casa.
Alicia: –No significa que seamos mejores, le ponemos esa pizca que quizás es lo que hace falta a la política hoy.
–¿Por qué creen que fueron reelectas?
Alicia: –Porque en los pueblos votan a las personas, es un problema de personas y no de partidos, si no no tendríamos votos del otro partido. Y, si no servís, por supuesto, no te votan.
–¿Cuáles son los proyectos de sus intendencias?
Alicia: –Hoy el desafío de los intendentes es buscar microemprendimientos. Porque no hay que esperar que venga todo de arriba, creo que los cambios son de abajo hacia arriba. Cuando yo tomo la municipalidad, veo el desastre económico y financiero en que estaba, lo multiplico por un millón de veces y digo esto es la Argentina, estamos fundidos. Entonces, empecé a buscar por qué. Es muy fácil, vos ganás una elección y tenés que poner a quien pagar factura porque te votaron, cosa que nosotras las mujeres no hacemos ¿no? –busca complicidad con sus pares y una vez conseguido prosigue–. Yo entré sola como un perro en la municipalidad. Hoy después de siete años, te digo, no tengo secretario de Gobierno, no tengo inspector, se jubiló el del Registro Civil y no puse otro. Yo dije todos estos empleados son “barrecalles”, no es por desprestigiarlos, pero vos si querés hacer una buena administración, cuando las instituciones te reclaman para hacer una pared en un colegio o arreglar plomería, mandás la gente de la municipalidad y tiene que estar capacitada, si no tenés que hacer contratos con otra gente. Eso ha impedido que las municipalidades crezcan, el presupuesto no les da. Otra cosa, ¿de dónde sale para pagar los empleados? De recursos de la gente, si a vos no te pagan impuestos no podés pagar los sueldos. Entonces, hay que tener claro que la coparticipación es para hacer obras no para pagar los sueldos. Si ese recurso te da para 3 empleados, tenés que tener 3, y si te da para 100 ponés 100.
Beatriz: –Alicia, y si un tipo te pide trabajo, si vos no tenés presupuesto no lo vas a nombrar por hacer una gauchada y fundir la municipalidad, eso es ridículo, es politiquería no trabajo político. La racionalidad es lo fundamental, si vos estás acostumbrada a ser ecónoma en tu casa vas a ser ecónoma en la municipalidad.
Alicia: –Por eso el cero a cero es lo más lógico. El gobernador de Córdoba decía “no hay que gastar más de lo que tenemos”, mirá qué novedad... Yo hice un pacto fiscal pequeño en mi municipio, donde metí todas las deudas, e hice una sola deuda con el Banco Córdoba. Cuando a nosotros nos exigieron el pacto fiscal, yo ya lo había hecho. Y yo no soy contadora, ¿te das cuenta?
Beatriz: –Yo no lo hice porque no tenía deuda. Entré con los números en rojo, pero logré sanear todo. Y cuando llegó el momento del pacto lo firmé por solidaridad con el resto de la provincia.
Beatriz consiguió recursos mediante un sistema de ventas de terrenos fiscales. La comuna tenía muchos lotes de un loteo del año ‘44. “Mucha gente había vendido en Buenos Aires y habían comprado, y a lo mejor los descendientes ni sabían. Ahí estaban los lotes y no tributaban. En el ‘94 fue el primer remate de mi vida. Y yo imaginé uno para un parador y extender la comuna y ya lo estoy haciendo, y otro de 13 mil metros lo compré, lo subdividí y lo vendí y con eso pagué el edificio del centro infantil”, cuenta.
El proyecto de Fátima es el que empezó hace 30 años cuando 9 de Julio era un lugar de grandes salitrales al que le faltaba todo por hacer. “No había un programa ni un sistema de viviendas, había casas de adobe y caña. Los habitantes no llegaban a 3000 y la comuna era un lugar donde había un mostrador donde se pagaba la Tasa de Fondo de Camino”, dice.
Por su trabajo como intendenta ganó una beca de la fundación alemana Frederick Neumman. “La verdad que no pensé que iba a ganar, como empecé tan jovencita en la política, estudié de grande. Yo me casé a los 17 años y no había terminado la secundaria. Después me daba vergüenza ser funcionaria sin estudios y fui a estudiar”, cuenta. Ahora cursa segundo año de Derecho.
–¿Cómo ven la ley del cupo femenino?
Alicia: –El cupo es bueno para pelearlo, pero a nosotras no nos hizo falta el cupo para ser intendentas. ¿Cuál es el problema de hoy para nosotros? El cupo y las listas sábanas. Fijate vos qué incoherencia lo que te estoy diciendo, el cupo sirve para pelearlo, pero ¡guarda! Las listas sábanas las arman los hombres. Cuando entre gallos y medianoches ellos arman las listas, nosotras estamos con los chicos, con la escuela... (siempre digo que nosotras somos la multiprocesadora, tenés que batir, licuar, triturar, estar limpia y rendir... todo. Por eso quizás somos tan ejecutivas). Entonces, qué pasa, si el hombre no puede intervenir por el tema del cupo pone a la mujer, a la amante, a la tía... Entonces las mujeres como nosotras somos cuartas: primero están los hombres, segundo están los entuertos que esos hombres hacen, tercero están las mujeres de esos hombres y cuartas estamos nosotras. Fijate vos los escalones que tenemos que vencer.
–¿El cambio del país pasa por manejar bien las intendencias?
Beatriz: –Sí, las comunas son importantes porque son núcleos pequeños de población y es mucho más fácil administrar lo pequeño. En la política se dice “hacete grande que total ahí pasa cualquier cosa”. En cambio acá hay que ser responsable directo.