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Si fuera vagina sería la de...
una depiladora.

Si fuera pene sería el de...
un promotor de profilácticos.

Ojalá se inventaran los preservativos de...
pétalos de rosas.

Si mi cama hablara diría...
que sueño con los angelitos.

Quisiera tener dos...
inears (monitores de oído).

Nadie lo sabe, pero en el baño, inmediatamente después...
de una limpieza de cutis, guardo las cremas en lugares insospechados.

¿Qué palabras no puede evitar decir en ese momento?
Antes de una presentación: “Quién me manda a hacer esto”.

¿A quién le gustaría ver en una porno?
A Bush, siendo pasivo en una fiesta sadomasoquista.

¿Dónde se haría un agujero nuevo?
Me los hago en el ojal del pantalón, en invierno.

¿Cuántos son multitud?
Cuando somos tres bandas, un domingo, y tengo que tocar última.

¿Qué detalle bajo la ropa le saca las ganas?
El olor a Off.

¿Cuál es su posición favorita?
La primera.

¿Qué es para usted un polvo mágico?
Probarme ropa y que me quede bien de entrada.

¿Cómo le hace saber que es “ahí”?
Con una gran sonrisa.

¿Cuándo miente?
Cuando olvido el octavo mandamiento.

El tamaño no le importa salvo que...
no cumpla con lo requerido.

¿Qué quiso siempre y nunca tuvo?
90-60-90.

Tiene que durar más que... pero menos que...
más que un suspiro y menos que una cola de banco un viernes a la tarde.

Adriana Beltrán es cantante, compositora y profesora de música. Tiene cuarenta años, algunos dedicados a recorrer pubs donde presentaba sus demos para conseguir fechas y espacios musicales. Su pareja, Pepe Céspedes, bajista y productor de la Bersuit, y el hijo de ambos, Fermín, de cuatro años, la acompañaron en lo que fue la búsqueda intensa y el recorrido final de Aguja en un pajar, su primera placa, un compilado de canciones propias que enfoca las sensaciones del cuerpo y el alma femeninos. Algunas críticas recomiendan abandonarse a las melodías que “producen un inmenso placer de músicas suaves, aunque profundas”, con ritmos que transitan desde el candombe hasta el pop y la balada.