Vie 23.05.2008
las12

DEBATES

Las venas abiertas

Periodista de larga data, especialista en política internacional, Stella Calloni está comprometida ahora con la construcción de la Red de Mujeres del ALBA, ese proyecto regional que se impulsó desde Venezuela hace cuatro años y que Calloni defiende con vehemencia. La crisis de los combustibles y los alimentos y el ojo avizor de Estados Unidos sobre América latina vistos por una mujer que no se cansa de recorrer el continente.

› Por Elisabet Contrera

Impaciente, inquieta, Stella Calloni camina por la América latina de las desigualdades en busca de sus potencialidades. Muy lejos del estereotipo de periodista que relata los hechos desde la redacción, ella recorre apasionadamente cada punto de la región alertando sobre los planes de “recolonización” diseñados por el norte y convocando a la unidad de los pueblos americanos. “La integración es la herramienta más fuerte que tenemos para luchar contra la invasión silenciosa”, advirtió esta caminante argentina, conocedora de los contrastes latinoamericanos. La realidad de la región, la responsabilidad de los medios de comunicación en la desestabilización de los gobiernos populares, la necesidad de promover las economías regionales para paliar el hambre y la política de “caza” de inmigrantes que intentan imponer los gobiernos de derecha en Europa, son algunos de los temas que se reiteran a lo largo de su trabajo y su discurso como especialista en política internacional.

La entrevista con Calloni se desarrolló en un contexto especial: el primer encuentro de las organizaciones de mujeres del país con la tarea de iniciar la construcción de la Red de Mujeres del ALBA (Alternativa Bolivariana para América latina), actividad organizada por la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA).

En su disertación, usted advirtió sobre los planes recolonizadores de Estados Unidos para América latina y utilizó el concepto de “invasión silenciosa”...

–Sí. La invasión se asemeja a una tela de araña que nos envuelve y no nos damos cuenta. Primero nos invadieron en materia económica a través del proceso de privatización –proceso que todavía estamos sufriendo–, continuaron con la apropiación de los medios y ahora siguen con el saqueo de nuestros recursos naturales. En el caso de los medios, en la actualidad tienen otro uso, ya que forman parte del esquema de guerra, tienen como función desestabilizar los gobiernos. Son los encargados de dar lo que se denominan golpes suaves o blandos. Hoy no se necesita poner militares en las fronteras –o no sólo ello– sino que se utilizan los medios y sus construcciones. Un ejemplo es el caso de Evo Morales. Si analizamos los hechos en Bolivia, se ve la conjunción de golpes para desacreditarlo. Un golpe mediático tiene el mismo efecto que un golpe militar. Lo alarmante es que los actores militares, deseantes de volver a escena, se prenden rápidamente de estas maniobras. Lo hemos visto en la Argentina con el conflicto con el campo, en esa plaza que no es las Madres sino de la patria, en los pedidos de romper con Venezuela. ¿De dónde salió ese fermento? Aquí hay proyecto geoestratégico trazado sobre nuestro continente y tenemos que tomar conciencia.

Recién señaló las maniobras de Estados Unidos para expropiarnos de los recursos naturales, tema vinculado con la crisis enérgica y la falta de avances en el desarrollo de combustibles alternativos. A primera vista estamos ante un panorama marcado por la incertidumbre y la falta de decisión política.

–El problema del petróleo es imparable. Cada vez hay más consumo. La industria de la guerra promovida por los Estados Unidos es uno de los mayores generadores de consumo. Hay apagones en las grandes ciudades del mundo. Esta situación, inevitablemente, desembocará en una revolución mundial. El problema es que nadie toma conciencia de ello y no se escuchan las advertencias de la naturaleza. En las últimas semanas se murieron 200 millones de personas en catástrofes naturales y nadie dice nada. Esta situación no requiere sólo reuniones para ver cómo cuidamos el consumo. La crisis llegará tarde o temprano y la población se tendrá que acostumbrar a caminar nuevamente. En este contexto, América latina se convertirá en víctima del saqueo si no se organiza y arman planes de acción conjuntos.

El Banco Mundial alertó hace unos días sobre la crisis alimentaria que se avecina en el mundo. Finalmente, se cayó la ilusión de que la promoción de los monocultivos, en reemplazo de las economías familiares, era la llave para terminar con el hambre del planeta.

–Hubo un acuerdo extraordinario de los países miembro del ALBA en el cual se ensayaron varias formas de respuesta ante este problema. No trascendieron los contenidos de ese documento, pero seguramente se conocerán las medidas resueltas. Es terrible que en un país como el nuestro, y como muchos de la región, todavía haya hambre. Esta es otra consecuencia del programa económico de los ’90, o el huracán neoliberal como también se lo denomina, que atravesó el continente y arrasó con todo, como en el caso de México. Antes era uno de los grandes cultivadores de maíz natural, ahora tiene que importar maíz genético. La clave en esto es promover las economías regionales. Esto es un proceso largo y difícil, porque hay muchos intereses en juego. La Argentina tiene mucho por hacer en ese sentido. Primero tiene que tomar conciencia de que estamos en un país desintegrado por las políticas neoliberales.

¿Qué análisis puede hacer de las políticas de restricción de ingreso de inmigrantes que se están gestando en Europa de la mano de los gobiernos de derecha?

–Es gravísimo. Es otra expresión de la decadencia de Europa. Es similar a la situación en la que te quedás sin oxígeno y se lo querés sacar al otro, es muestra de que no saben dónde están parados. La violencia contra los inmigrantes va en aumento. Los africanos fueron esquilmados por los europeos durante siglos, ahora son cazados por los europeos. En Estados Unidos continúa la persecución de inmigrantes mexicanos y siguen creando nuevas tecnologías para mejorar los controles en el muro de México. En España surgen todos los días casos de violencia contra inmigrantes de Latinoamérica. Pensar que nuestros abuelos y bisabuelos llegaron para hacer la América y ahora sus descendientes son tratados como delincuentes, perseguidos y desterrados.

EL ALBA: UNA ESTRATEGIA DE SUPERVIVENCIA

Se cumplieron cuatro años del nacimiento del ALBA. ¿Cómo se ha avanzado, cómo fue su desarrollo?

–Se avanzó muchísimo y se sigue avanzando, como por ejemplo, con el proyecto cultural del ALBA. Estamos empezando a ver libros de las editoriales del ALBA en países donde no había, prácticamente, libros, a precios bajos para que todos puedan adquirirlos. Este proyecto es un ejemplo de integración política profunda. En materia política y económica se han promovido formas de intercambio entre países de la región más justas y equitativas, sin necesidad de ahorcar a los países pobres. Un ejemplo es la relación entre Cuba y Venezuela. Venezuela le da petróleo y Cuba le brinda ayuda en salud y educación. Se diseñaron sistemas creativos de intercambio, lo que permite solucionar problemas sin recurrir al endeudamiento externo con las limitaciones que significa para el desarrollo de una nación soberana. Lo difícil es trabajar con las asimetrías que existen entre los países de la región. Hay que escuchar a países como Paraguay y Uruguay, que quieren mejores condiciones de intercambio frente a la potencia que representa Brasil.

¿El ALBA vendría a reemplazar al Mercosur o es un llamado mucho más amplio?

–Es un llamado a la integración que tiene que ver con la sobrevivencia de América latina y creo que muchos, consciente o inconscientemente, saben que es así. Es un proyecto político, cultural, económico, al que ya se sumaron Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Dominica, y que con el correr de los años se irán sumando más. Como en su momento quedó demostrado que si no hubiéramos tenido el Mercosur hoy tendríamos impuesto el ALCA en la región, creo que el ALBA será la herramienta para frenar el nuevo plan norteamericano.

¿Por qué cree que la Argentina no se sumó al ALBA? El Estado argentino tiene buena relación con Venezuela.

–Falta para dar ese paso. Pero ya hay señales de integración. El hecho de que la Argentina haya mantenido una posición inclaudicable en su relación con Venezuela es un ejemplo de ello. No sé si algunos son ciegos o quieren serlo, pero la ofensiva que hubo para separar a la Argentina de Venezuela fue inmensa. Ambos gobiernos han resistido y eso hay que valorarlo. El hecho de que se hayan mantenido unidos en momentos difíciles, como en el caso de Colombia y Ecuador, es otro dato. En estos casos, los Estados de la región tomaron decisiones muy importantes y van a tener que seguir tomando decisiones.

LA EQUIDAD DE GENERO

En el XII Congreso de la UMA, las organizaciones de mujeres coincidieron en la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el desarrollo del ALBA. María Inés Brassesco aseguró que sin este abordaje equitativo las desigualdades de poder seguirán perpetuándose. ¿Cómo hacer para que las mujeres de Latinoamérica tomen conciencia de la necesidad de buscar la integración cuando son las más afectadas por el capitalismo, la pobreza, la violencia social?

–Se hace muy difícil. A veces parecen tan vacíos los planteos o las consignas sobre la situación de cada país que el trabajo es de una infinita paciencia, pero también de impaciencia. Una de las peleas que tenemos que dar es la de recuperar la información. No es posible que los pueblos estén desinformados. Esta situación provoca crímenes, violenta las relaciones humanas, genera enfrentamientos y discriminación. Es una lucha que tenemos que dar en forma masiva las mujeres. Es verdad que somos el eslabón más débil en esta cadena de perdedores, pero tenemos que empezar a buscar caminos y acudir a la diversidad porque necesitamos todos los aportes ideológicos en el terreno de lo cultural para ver cómo desafiamos a las sombras.

En la charla deslizó algunas críticas sobre la imagen de la mujer en los medios de comunicación.

–Las mujeres son víctimas del esquema de entretenimiento impuesto por los medios. Toda América latina baila por un sueño y corta polleritas a sus mujeres. En cada país tenemos a los mismos personajes en la pantalla y el mismo uso de la humillación hacia la mujer. Es parte del juego. Los medios trabajan todo el día para la humillación y la degradación popular. La información, en este modelo, se convierte en un arma de guerra, es un arma de guerra de baja intensidad. Los movimientos de mujeres, la sociedad, tienen que dar combate frontal contra la desinformación y la degradación de la mujer. Si empezamos a admitir la degradación colectiva, vamos a permitir la recolonización colectiva también.

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