Vie 08.11.2002
las12

CINE

El director que ama a las mujeres (inalcanzables)

Director de la exitosa “El asadito”, el rosarino Gustavo Postiglione jura que no fue misógino como los personajes de aquel film. Para probarlo, presenta en el reciente estreno “El cumple” a una variopinta galería de mujeres. Y, contra todos los clichés de la feminidad, dice que ellas pueden ser más frías, duras y osadas que los varones.

› Por Moira Soto

No podemos vivir sin las minas, no podemos vivir con las minas, ¿cómo se zafa de eso?”; “Las mujeres son las que matan la ilusión (...), ésa es su función”; “Estaría mucho más tranquilo sin ellas”; “Acá hay una calma chicha porque no hay minas; si viene una, se pudre todo”; “En materia de mujeres, quien no sea pesimista es un necio”; “Es así, gordo, las mujeres no entienden nada y nosotros somos unos boludos esperando que la cosa cambie”; “Ellas viven más que los hombres porque tienen menos ideales, pero igual rompen las pelotas todo el día...”
Palabras más, palabras menos, así discurría el grupo de amigos que se reunía para comer El asadito, esa película rosarina filmada en un día, en blanco y negro, que atrajo la atención del público y la crítica al presentarse en el 2000. Buena parte de esas gemas de rancia misoginia las pronunciaba como verdades reveladas una suerte de filósofo chantún, sin que nadie le retrucase nada. Es cierto que el ramillete lo componía una serie de auténticos decadentes insatisfechos, más o menos quebrados. Gustavo Postiglione afirma, convincente, que no se casa con ninguno de los comensales de El asadito. Por el contrario, los reprueba sin ambages.
Activo creador rosarino, ciudad que sigue siendo su centro de operaciones y su escenario favorito de ficciones fílmicas y televisivas, Postiglione tiene otro largo visto en Buenos Aires, De regreso (el país dormido), de 1990, además de El camino a Santa Fe (1997, sin estrenar en esta Capital), e Insensatez (realizado y visto durante el último Festival de Cine Independiente). Recientemente, Postiglione rodó dos pilotos: El remisero (miniserie de TV) y Delivery (primero de una serie de diez telefilms), amén de dirigir videoclips para músicos (rosarinos), destacarse como fotógrafo, escribir novelas (dos, inéditas), y participar en recitales de rock.
En Buenos Aires acaba de estrenarse el último largo de ficción de Postiglione, El cumple, con Raúl Calandra, Bárbara Peters, Miguel Franchi, Natalia Depetris, Tito Gómez, Gerardo Dayub y Adriana Frodella, entre otros intérpretes (de Rosario, claro). Postiglione (39) se arrima en este film a su generación y las mujeres ya no están fuera de campo, como en El asadito, película a la que se refiere con cruda franqueza: “Ese asado refleja vivencias propias que no se puede negar que son de mierda. Que las muestre no quiere decir que las avale, que representen lo que más ame... Creo que en el arte hay que tener la capacidad de distanciarse. Si esto que yo muestro en El asadito, que es lo que yo conozco, lo levantase en tono apologético, sería terrible”.
–Lo llamativo es que no hay uno medianamente rescatable en ese grupo patético: son intolerantes, melancos, de vuelo rasante...
–Son perdedores, pobres tipos. Y sí, todos terminan siendo jodidos en algún punto. Es un retrato de miserias. Hay traición por todos lados; después de ese asado, nunca más se van a volver a juntar.
–También tienen un serio, y al parecer irremontable, problema con las mujeres, ninguno parece estimarlas de verdad.
–Mirá, yo creo que lo que les pasa con las mujeres de ellos es que los superan. Fijate que casi toda la charla, el nudo de la cuestión gira alrededor de la mujer. Ella es el tema, idealizada además, por eso no aparece. La mujer los perturba porque son incapaces de relacionarse bien, de manejarse con ella. –¿O misógina? Porque hay una constante, ese pensamiento del tango quejoso de la vieja guardia que sostiene el filósofo de entrecasa y que todos dan la impresión de compartir en mayor o menor grado...
–Sí: “Percanta que me amuraste...”. Creo que lo tanguero tiene más bien el sentido de sufrir por una mujer, no tanto su devaluación. Fijate que el filósofo es el que se va antes del final. Al no haber una mirada piadosa sobre estos tipos, se desprende que no son aprobados. Lo bueno sería que se advirtiese que no quiero ser como ninguno de ellos. Es decir, que ofrezco elementos de conocimiento de ese mundo masculino, pero no de comunión con ellos. En el caso del chiste sobre si Luis Miguel es puto o no, hubo gente que se lo tomó literalmente, cuando sólo es una manera de exorcizar ciertas imposiciones de lo políticamente correcto, como la de manifestarse siempre en solidaridad con las minorías. Pienso que la mejor solidaridad es trabajar ciertos temas con humor, romper un poco la norma. Ni yo ni ninguno de los que participaron en esa película tenemos rasgos de homofobia, antisemitismo o misoginia. Todo lo contrario. Lo que no nos impide jugar con el humor: creo que hay cierta pacatería en mantener a ultranza una postura excesivamente respetuosa. Lo mismo pasa en El cumple, donde ciertas cosas se manejan desde el ritual visto con una ironía que no pretende ser hiriente con nadie.

La fiesta inolvidable
–La novedad de El cumple –que guarda algunos parentescos con El asadito (encuentro de amigos ritualizado, unidad de espacio y casi de tiempo)– es que, en general, los personajes están más cerca de tu edad y aparecen las mujeres en paridad numérica.
–Sí, es una mirada sobre mi generación. Y es una película que surge a partir de las mujeres: todos los relatos, las cosas importantes que suceden a lo largo del desarrollo, tiene que ver básicamente con ellas. La que termina la película es una mina: la última imagen la toma la chica de la cámara, la que viene a filmar su documental. El “corten” lo da la voz de ella; la coprotagonista –la ex del que cumple años– es un personaje de mucho peso en el relato; tenés la historia de la mujer, el amor perdido en Cuba, que marcó al padre del protagonista para toda la vida; el relato del tipo que viene de un viaje es sobre la mina que ya no está por causa de excesos mutuos, y que no se la pudo borrar nunca más... Creo que a través de El cumple hay un protagonismo femenino mayor que el masculino. Y también pienso que las cosas están repartidas: así como tenemos al facho, también aparece la arpía típica que provoca al personaje de Gabriela con muy mala leche. Creo que, con respecto a El asadito, mi mirada ya no es pesimista sino más bien escéptica.
–El personaje de Paula, la chica que hace la película dentro de la película, cumple un poco el rol de la extranjera, la recién llegada. No pertenece al grupo, es bastante más joven, tiene una distancia que favorece las revelaciones.
–Este personaje surge y toma forma en parte porque yo doy clases, tengo alumnos de la facultad o la escuela de cine, desde los 18 en adelante, y estoy en buena comunicación con todas las generaciones, atento a su lenguaje, a sus códigos. Dialogo de igual a igual con todos, sin dejar de reconocer las diferencias, pero tratando de sintonizar las distintas frecuencias. Me interesó el planteo de esta chica que viene de afuera, que puede ser un buen receptor de cosas que los personajes –que ya se conocen– no se dirían entre ellos.
–Has declarado que querías incorporar una mirada femenina, o sea que aceptás una especificidad al respecto. ¿Podrías intentar caracterizar ese enfoque?
–Mirá, es mi percepción de esa mirada, recurro a mi experiencia: el equipo de producción que trabaja conmigo está compuesto por mujeres: las dos productoras ejecutivas, las asistentes de dirección, la diseñadora... para mí es como un resguardo en una serie de cosas que sé que con un tipo en lugar de una mina no las podría hacer. La mujer tiene a la vez esa cuestión de comprensión y sensibilidad propias, si querés, y al mismo tiempo una cierta frialdad, una seguridad frente a la toma de decisiones que a los tipos les falta. Si hay que hacer frente a una decisión, es más contundente una mujer, actúa directamente, quizás porque es más pasional. El tipo se queda pensando demasiado. Por eso pensé que una mujer en el rol de escucha, intentando obtener historias personales, confidencias, tenía más capacidad de lograr esas metas. Ella puede crear empatía. Paula, frente al tipo hostil que le agarra la cámara, no se achica. Ella es más dura que él, le ha tomado el tiempo, como si intuyera los temores del hombre.
–En El cumple aparecen también una serie de personajes femeninos reconocibles y una suerte de coro que da el tono de ciertas charlas de mujeres en encuentros de este tipo. Se nota que has afinado esa capacidad de escucha que antes mencionabas...
–Siempre me gustó, me interesó el tema de la mirada femenina. No desde cierto cine feminista al estilo de la Bemberg, muy condicionado por la ideología, sino una cosa más espontánea, cotidiana. Y así fui armando diálogos y personajes con las actrices y los actores, tuve dos meses de ensayos. Y con las que más trabajé fue con las mujeres, porque yo había laburado con otras edades anteriormente –más grandes, más chicas–, pero éstas pertenecen a una generación intermedia. Para mí fue meterme en un mundo que obviamente no es el propio, pero que tampoco me resulta del todo ajeno. Parto de mí, de mi mirada para hablar de relaciones humanas: entre mujeres, entre hombres, entre hombres y mujeres... Cómo se van estructurando, se van rompiendo. Cómo se pueden reconstruir o armar cosas diferentes. Para mí era muy importante llegar a la mirada de la mujer. Pero la incorporación de personajes femeninos no es una novedad en mi obra: en la inmediatamente anterior a El asadito, Camino a Santa Fe, la protagonista era una prostituta que había matado por necesidad, a la que levantaba en el camino un taxista ex presidiario.
–¿Cómo venías viendo a los personajes de mujeres en nuestro cine cuando encaraste la realización de El cumple?
–Creo que es un cliché, incluso desde la mirada de la propia mujer en el caso de la Bemberg, que es el cliché del feminismo para hacer unademostración. De todos modos, están apareciendo nuevas directoras aquí y en el mundo muy valiosas, que incluso pueden ser más duras que los hombres: el equivalente de lo que se atreven a filmar Catherine Breillat o Claire Denis no sé si hay un tipo que se anime a hacerlo.
–¿Podemos tener un anticipo de tu próximo film, La peli, que completa la trilogía que integran El asadito y El cumple?
–El tema de la mujer tendrá todavía más peso, porque es la historia de un director de cine que, desesperado por no poder encontrar a la actriz que represente a la mujer con la que ha quedado obsesionado, se raya persiguiendo al original con una camioneta de video, grabando. Hace una película sobre ella, se transforma en un marginal. Entonces, por un lado es un documental sobre nosotros mismos, el equipo que filma a este tipo que en su búsqueda se quiebra y se larga a armar esta película sobre la mujer que lo marcó y que anda por ahí sin enterarse de nada. Paralelamente surgen recuerdos de esa relación amorosa que se rompió por la locura de él. Y está el documental que se va haciendo sobre la desaparición de este director, durante el cual el equipo va dando su versión de los hechos. La idea madre de La peli es mostrar cómo pueden ser la misma cosa la obsesión por la obra y la obsesión por esa mujer: por la creación que no se puede concretar y por la mujer que no se puede alcanzar.

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