Vie 19.09.2008
las12

PERFILES

Una mosca en la leche

La actriz alemana Jennifer Ulrich vino a presentar la película La ola –en el marco del Festival de Cine Alemán que terminó esta semana–, en la que un profesor usa a su clase como laboratorio para explorar posibles reacciones contra el fascismo actual. Comprometida con el personaje, la joven advierte sobre la dificultad de abordar las formas más sutiles del totalitarismo.

› Por Ana Craig

La mamá de Jennifer es maestra jardinera y su padre electricista. Se separaron cuando ella era muy chiquita así que casi no se acuerda de cómo era vivir juntos. Sí se acuerda de pasar mucho tiempo a solas con su madre y de los veranos en el mar Báltico en la casa de sus tías. Una tarde, ella tendría 14 años, mientras charlaba en el club con sus amigas sobre quién vio a quién pasear por dónde y con quién, una mujer se le acercó y le dijo que le gustaría presentarle a una directora de cine. Así fue como conoció a Maria Von Heland, la directora de la primera película en la que actuó, Große Mädchen weinen nicht (Las chicas grandes no lloran). Después firmó contrato con una agencia de actores y hace siete años está en el business. “A los 13 pensé que me gustaría llegar a actuar en algún momento, pero no sabía cómo podía hacer para ingresar en ese negocio y tampoco tenía ningún contacto. Si no hubiese ocurrido ese episodio quizá nunca me hubiera convertido en actriz”, contesta Jennifer (23), que vino a presentar la película La ola, junto a su novio y director, Dennis Gansel.

Sonríe rígida. Más que lucirla, usa la ropa para cubrirse: tiene puesto un jean con una remera holgada negra. Contesta seria y segura casi sin pestañear y enfatiza sus palabras con unos mínimos gestos con las manos.

–Cuando terminé el colegio pensé en ir a una escuela de teatro, pero los terciarios alemanes no están orientados al cine, sino más bien a lo que es teatro y eso hubiese sido un tanto contraproducente porque habría tenido que salir del negocio durante tres años y después volver a arrancar de nuevo, cuando en realidad a mí lo que siempre me interesó fue filmar para cine y eso era algo que ya estaba haciendo –comenta sobre su formación espontánea.

La ola abrió el Octavo Festival de Cine Alemán –que se realizó del 11 al 17 de septiembre en el Village Recoleta– y se estrenará en marzo en el país. La película es una segunda versión del libro The wave de Todd Stasser. La primera fue una producción para TV dirigida por el norteamericano Alexander Grasshoff en 1981 que todos los profesores alemanes tienen en su videoteca para mostrársela a sus alumnos. Ante la pregunta, ¿qué postura adoptarías si resurgiera un régimen dictatorial hoy en día?, un profesor de un secundario alemán propone aplicar un método experimental sobre su clase para probar si el fascismo podría volver a desarrollarse en la actualidad. Casi sin darse cuenta, los alumnos empiezan a experimentar un sentido de comunidad que los distingue y aleja de los otros compañeros del colegio. En una escena clave, todos los alumnos, hasta el profesor, se pusieron de acuerdo en usar una camisa blanca que los identifique. Karo, el personaje que interpreta Ulrich, advierte un abuso sobre su individualidad y asiste con su ropa habitual. “La idea de comunidad en sí no conlleva un sentido negativo. Yo creo que es muy positivo poder hacer cosas juntos y compartir intereses, pero creo que se torna peligroso cuando las opiniones del grupo sobrepasan las propias”, dice consumida en una silla de mimbre blanca en un lujoso hotel de Recoleta.

¿Comparte la posición de su personaje?

–Creo que ella hizo un gran paso cuando se opuso a todo su entorno social corriendo el riesgo de perder su círculo de amigos. Yo no sé si hubiese sido tan fuerte a esa edad, pero creo que en el momento en que se hubiese tornado agresivo yo también habría estado en contra de La ola, aunque seguramente hubiese participado. Lo que sí creo que tenemos en común mi personaje y yo es que si hay cosas que a mí no me gustan o que no quiero hacer, me pongo firme y no dejo que los demás me menoscaben.

¿Le resulta importante vincular su trabajo de actriz con una causa?

–Para mí es un privilegio poder hablar de temas críticos y así defender una opinión sin tener que convertirme en un político que anda señalando con el dedito cómo se deben hacer las cosas. Para mí, poder hacer reflexionar a los otros es una de las cosas más importantes de mi profesión.

¿Cuál cree que es la importancia de reflexionar sobre el fascismo en la actualidad?

–Es un tema que debería estar sujeto a debate internacionalmente, especialmente en Alemania porque todo lo que surgió durante la Segunda Guerra Mundial todavía es un tema bastante tabú. Creo que tenemos que romper con estas barreras y empezar a hablar de esto. La gente cree que como a nosotros ya nos pasó no existen posibilidades de que vuelva a suceder y creo que es justamente al revés.

¿En su país la película tuvo algún eco en la gente más joven?

–Creo que una película como la nuestra permite acercarnos de una manera más sutil a la juventud de hoy para hacerles entender lo que pasó en esa época con temas actuales en un entorno actual. Para muchos la Segunda Guerra Mundial fue hace muchísimo tiempo y no encuentra la manera de relacionarse con esa época. Por ejemplo, cuando yo iba a la escuela hablábamos de la historia de nuestro país, especialmente de la época de Hitler, pero nos mostraban películas muy dramáticas, con imágenes muy shockeantes, donde aparecían pilas de judíos muertos. Yo creo que, por un lado, está bueno que uno tenga esa percepción de lo dramático, pero por el otro, creo que por el miedo que generan esas imágenes uno evita hablar de determinados temas.

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