Viernes, 26 de diciembre de 2008 | Hoy
FEMINISMOS
Despegándose de la polarización ya instalada en Bolivia –a favor o en contra del gobierno de Evo Morales–, un grupo de mujeres decidió hacer su propio aporte frente al referéndum que se realizará en 2009 sobre la nueva Constitución boliviana. María Galindo, la cara más visible de Mujeres Creando, explica por qué es necesaria una constitución feminista que abra el debate sobre temas hasta ahora silenciados de la discusión pública.
Por Veronica Gago
Acaban de cumplirse tres años de la victoria electoral de Evo Morales y la escena política boliviana no ha dejado de andar a los saltos. Tras la ofensiva separatista de la derecha oligárquica del oriente del país durante buena parte de este año, el gobierno y los sectores de la oposición acordaron la realización de un referéndum sobre la nueva Constitución. A propósito de su celebración, prevista para fines de enero de 2009, el colectivo feminista Mujeres Creando ha lanzado hace unas semanas una propuesta de Constitución Política Feminista del Estado, dirigida al “país imposible que miles de mujeres construimos todos los días”. Con el objetivo de patear el tablero de una coyuntura fuertemente polarizada, su iniciativa pretende correr el eje del debate –cerrado sobre el binarismo entre quién está a favor del Gobierno y quién en contra– para poner en juego otros modos de la palabra de las mujeres. “Es lo mínimo que podemos hacer; juntarnos en una gran cocina, en un dormitorio, en una habitación cualquiera y formular por escrito lo que hoy somos y pensamos para que no se diga de modo alguno que permanecimos calladas frente a un proceso que ha avasallado no sólo la palabra de las mujeres, sino muchas otras palabras vitales en un proceso constituyente. Ha habido legitimaciones, deslegitimaciones, financiamientos y manipulaciones tan variados cuyo resultado ha terminado reduciendo el proyecto de Constitución a un pacto entre hombres, entre hombres letrados, entre abogados que únicamente representan repartijas de poder. Hombres que además, en nombre de la paz y de la historia, se presentan como portadores de las soluciones. ¿Cómo no impugnar semejante impostura, semejante prepotencia, semejante arbitrariedad?”, escribe María Galin-do, grafitera e integrante de Mujeres Creando.
La Constitución Política Feminista se vende a cinco bolivianos: son casi veinte páginas que incluyen varias fotos y graffiti, como el que dice “no soy originaria, soy original”. Es un texto que parte de asumir un conjunto de frustraciones respecto del proceso constituyente, que expone críticas precisas a quienes terminaron siendo sus protagonistas y que, desde una clara posición política, propone ejes programáticos para reabrir la discusión y complejizar la imagen misma de lo que sería una dinámica constituyente.
En diálogo con Las12, Galindo comenta: “Una de nuestras propuestas fue que para recoger el proceso constituyente en curso era necesario hacer un proceso pre-constituyente. De alguna manera, la constitución política feminista responde a ese proceso en pequeño realizado por nuestra organización, donde no recogemos de manera coyuntural o inmediata unas propuestas sino que éstas responden más bien al largo aliento de lucha feminista que hemos desarrollado. Es decir: nuestras propuestas salen de un largo proceso de reflexiones, frustraciones, relaciones e interacciones. Ahora hemos tenido que presentar una versión resumida, sintética y didáctica que nos permita, por un lado, llegar a la gente y, por otro, instalar un debate”.
La evaluación de Mujeres Creando es que definitivamente no hubo un proceso preconstituyente participativo sino que, más bien, fue capturado por formas partidarias de representación política. Además, aclara Galindo, “hubo una ausencia de metodologías de trabajo imperdonable. Se perdió el tiempo, se diluyeron los grandes temas sociales y el resultado es éste por el que muchos y muchas votaremos que “sí” como en el matrimonio, celebrando un acto de dominación”.
Una de las críticas que este colectivo feminista ha venido realizando desde hace tiempo tiene en este texto una nueva vuelta de tuerca: si las ONG funcionan usurpando e impostando la palabra de otros para justificar su propio utilitarismo y financiamiento, ahora ese modus operandi ha pasado de sostener una retórica liberal a una más afín con el momento político actual: “Es el caso concreto de la tecnocracia de género, que participó en nombre de un supuesto movimiento de mujeres que viene asfixiando, dispersando y silenciando hace décadas. Tecnocracia de género que reivindica la generalidad de la voz de las mujeres, que en sus políticas no es más que una simplificadora cuota biológica ornamental que ha despolitizado y desideologizado la presencia de las mujeres en la política”, explica Galindo.
Tampoco han tenido voz (ni voto) los miles de hombres y mujeres migrantes que hacen que Buenos Aires, por ejemplo, sea una ciudad con tantas bolivianas y bolivianos, comparable a las principales de Bolivia. Exiliadas y exiliados del neoliberalismo, como les llaman las Mujeres Creando, que se desparraman también por varios países de Europa haciendo trabajos generalmente mal pagos y de jornadas laborales extenuantes. Dice Galindo que el principal producto de exportación boliviano es la mano de obra barata, especialmente “la mujer endeudada, desesperada y madre”. Sin embargo, estos hombres y mujeres no tienen espacio en el imaginario político nacional, como por ejemplo sí lo tienen los recursos naturales.
¿Qué repercusiones ha tenido el texto de la Constitución Feminista? Desde La Paz, dice Galindo: “Es una propuesta que ha tenido mucha acogida y confesamos que mucha más de la que esperábamos, lo cual te da ya una señal de que la gente esperaba en este momento algo más que el simple pedido del voto. No podría, sin embargo, hablar de una acogida porque no es eso lo que proponemos. Simplemente estamos insertando en este momento dos cosas: una mirada utópica desde una postura feminista y muchos temas de debate, sobre todo en cuanto a la simplificación del tema de la identidad indígena”.
Esta cuestión es clave y también Galindo apuesta a dejar clara su posición: ¿cómo evitar el encapsulamiento de la afirmación indígena en los estrechos confines de un nacionalismo étnico? “No creemos que la reivindicación afirmativa de los pueblos indígenas con cuya dignidad no sólo acordamos, sino que por ella damos las mejores horas de nuestra vida, deba entrar en el nacionalismo étnico. La autonomía indígena constituirá una autorreclusión indígena para pueblos y sectores que en Bolivia avanzaron hacia la condición de universalidad política, por eso tenemos un presidente indígena. Las cuotas y los territorios son un retroceso hacia lo indígena como cuota, como conservación y como reivindicación de un purismo étnico retrógrado y autoritario”, señala.
A partir de estos planteos, y con el propósito de repensar las bases mismas de la sociedad –y no simplemente hacer un listado de derechos–, algunas propuestas concretas de la Constitución Política Feminista son:
Contrato sexual: “Todas las sociedades patriarcales del mundo están basadas en un contrato sexual que implica la pertenencia de las mujeres a los hombres. Esta pertenencia está institucionalizada a través del matrimonio, la paternidad y la heterosexualidad obligatoria. Por ello queda disuelto este contrato sexual, aboliendo el matrimonio, recuperando el sentido y el valor de la maternidad y liberando a los seres humanos hombres y mujeres de la reproducción y la obligatoriedad de ser heterosexuales”.
Abolición del matrimonio: “Queda abolido el matrimonio por ser una institución de opresión de las mujeres donde además media la Iglesia y el Estado. En sustitución de éste queda como forma de unión de parejas la unión libre o sirvinacuy”.
Fin de la obligatoriedad de tener hijos e hijas: “Aunque nadie lo quiera reconocer en nuestra sociedad, así como ha sido obligatorio para los hombres hacer el servicio militar, ha sido obligatorio para las mujeres tener hijos e hijas, vivir para ellos y olvidarse de sí mismas. La maternidad como abnegación y como cárcel queda abolida para dar paso a la maternidad libre, es decir que una mujer sea madre cuando quiera y decida ella y tenga el número de hijos o hijas que quiera”.
El apellido paterno pasa al segundo lugar: “Los hijos y las hijas llevarán el apellido de sus madres como primer apellido y el de sus padres como segundo apellido, siendo este segundo opcional”.
Los idiomas oficiales: “Abandonamos el concepto de lengua oficial por el de lenguajes universales, que no reconocen fronteras; por eso los lenguajes universales de este país, Bolivia, son la palabra oral y/o escrita, la música, la pintura, la escultura, el baile y la risa. Los idiomas a usar son de libre elección de acuerdo a la necesidad concreta de comunicarnos y expresarnos”.
El objetivo estratégico es abrir un espacio, especialmente cuando la polarización coyuntural termina funcionando como chantaje y alineamiento obligatorio: quien no está a favor, significa automáticamente que está en contra. De modo que las voces propias, autónomas, son vividas más como amenaza que como posibilidad de intensificación del debate. Cuando a Mujeres Creando le preguntan de qué lado están en este momento, responden: “Desobedientes de la supuesta polarización, que no es más que una trampa que te obliga a justificarte permanentemente, bajo el supuesto de que si no estás con el gobierno eres sospechoso de favorecer o de hacerle el juego a la derecha. El juego a la derecha se lo hizo el vicepresidente en el Parlamento con el pacto político que ha viabilizado el referéndum de enero y de eso no queda la menor duda. Ese pacto ha otorgado a la derecha el beneficio de la no retroactividad en cuanto a la posesión sobre la tierra y también le ha otorgado una propuesta autonómica que convierte a Bolivia en un Estado que inaugura la pugna étnico-nacionalista por la tierra y el control de los recursos”.
La iniciativa feminista, dice Galindo, es relevante como estrategia de desacato al escenario político tal como es presentado: “Yo creo que en el escenario nacional resulta ser una intervención bien pequeña pero fundamental en este momento de Bolivia, donde no se discuten posturas ideológicas sino que simplemente se demandan adhesiones en base a simpatías, a prebendas y a procesos identitarios de carácter populista. Plantear que hay otros ángulos y otras maneras de relacionarse con los debates nacionales es tomarse un espacio que está prácticamente prohibido por ambos bandos”.
El texto de la constitución feminista evita las demandas –“que es el entrenamiento idiotizador que hemos recibido los movimientos a lo largo de nuestra relación con el Estado”– para proponer una cuestión al mismo tiempo utópica y sencilla: repensarlo todo.
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