MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Es un secreto a voces que el célebre collar de perlas falsas que puso de moda Coco Chanel se inspiró en las joyas de los Romanov, que ella las copió con la ayuda del gran duque Dimitri y también que mademoiselle C supo diseñar vestuarios para los ballets rusos de Diaghilev.
La veneración por la estética rusa de mademoiselle Chanel fue recientemente rescatada por Karl Lagerfeld, el director creativo de la firma, cuando a principios de diciembre y desde un teatro de París –le Ranelagah– presentó París Moscú el corto que marca su debut como director –son muy conocidas sus fotografías de moda– remitiéndose a la estética del cine mudo y cuyas secuencias de diez minutos homenajearon el flirt de la creadora con los rusos afincados en París –circa 1920– y especialmente con el duque Dimitri Pavlovich.
Pero “ParísMoscú” fue también el título de una colección homónima que corresponde a la categoría “prefall 09”, presentada acto seguido del corto y con 66 pasadas de extravagancias.
La secuencia inicial de la proyección tuvo un primer plano emulando a Coco filmada y vestida en blanco y negro, fumando, atiborrada con collares de perlas sumado a escenas de moda retro con una sucesión de amigos y de habitués actuales de la casa Chanel, cuyo casting admitió tanto a Brad Koening Sebastien Jondeu, Edita Vilkeviciute, Tallulah Harlech y varias costureras que trabajan en la maison, puesto que el director y diseñador se negó a contratar extras que no supieran tocar las prendas. Además de apropiarse y resignificar la moda masculina, poner de moda los cuerpos bronceados, las camelias y una silueta atenta a las necesidades de mujeres modernas, Chanel solía esculpir sus enunciaciones de moda, ya defenestrando a la minifalda, reflexionando sobre las diferencias entre tener estilo y estar a la moda.
Haciendo caso omiso de su método, Karl L la hace pronunciar desde subtitulados en tonos de sepia. “En esta colección voy a mezclarlo todo.” Y con esa premisa él llevó a la pasarela y a una gran ejército de modelos, en su mayoría rusas, estilos dignos de sastrería militar, cardigans ornamentados con iconografía del constructivismo, el desenfado de trajes sastre dispuestos sobre pantalones de lúrex, y muchas variaciones barrocas e insólitas del vestido negro.
La trama del corto –que se puede ver en el sitio www.chanel.com– remite además a un hecho histórico, el momento en que la duquesa Marie Pavlovna, la hija del gran duque Paul, organizó un negocio en defensa del artesanado y las tradiciones y empleó a mujeres expatriadas rusas para bordar los motivos de los trajes de campesinos en prendas y accesorios. En el short film y mediante subtítulos, la sublime modista anuncia el momento en que decide encargar trabajos para su taller.
El desfile con atuendos rusos –creado para vestir a las actuales millonarias de esa región que parecen no haberse enterado del concepto “recessionista” que rige a la moda actual– admitió tocados de piel con el logo doble C, una versión de cartera Chanel emulando la forma de huevo Fabergé, exaltación de tocados hechos con plumas y plata, bordados que admiten plata y piel de cabra blanca y también adscribió a otra subcategoría de desfiles: un homenaje a los creadores de piezas artesanales, orfebres, peleteros, creadores de encajes, de sombreros y de zapatos que suelen abastecer a la firma.
El ardid de Lagerfeld coincide con el furor actual por los biopics de Chanel, cuyos estrenos se anuncian para 09. Por un lado, el film Coco before Chanel, dirigido por Anne Fontaine y protagonizado por Audrey Tattoo, referido a su vida antes de dedicarse a la moda y cuyos atuendos fueron abastecidos y supervisados por Lagerfeld. Ya trascendió la imagen del poster y en él Audrey luce un traje negro con corbata y la gráfica es digna de una campaña de moda.
Y, por otro, la miniserie en la cual Shirley Mac Laine encarna a una Chanel más madura y seguramente más cascarrabias.
Pero por sobre todas las cosas la extravaganza rusa de Lagerfeld recordó con sus grandes sombreros cosacos de piel auténtica o artificial, las chaquetas de corte militar con doble fila de botones para los modelos masculinos y galones rusos y las faldas babushka con abalorios para trajes de coctail, a otra ideada por el diseñador Travis Banton para vestir a Marlene Dietrich en el film The Scarlett Empress: en su rol de Catarina la Grande, y dirigida por Joseph von Sternberg.
Otro apogeo del estilo transcurrió en el invierno de 1976, cuando el modisto Yves Saint Laurent (quien ya había creado una irónica novia dentro de un capullo de punto color marfil con cintas de satén que evocaban una muñeca rusa) presentó la colección “Ballets Russes Opera”, ensamblando abrigos de cosaco con remates de visón, trajes babushkas multicolores y camisas vaporosas.
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