CRóNICAS
› Por Juana Menna
Ana dice que no es tan extraño lo que te pasa, que desde los 35 a los 42 las mujeres atraviesan siete años de crisis profunda. Ana y vos charlan en la pileta inflable de su casa en Bernal. La pileta parece un caldero de esos dibujos arquetípicos donde hay brujas cocinando pócimas a fuego lento. Ana se ríe cuando le decís “bruja”. Ella es psicóloga, licenciada en ciencias de la educación, maestra jardinera, escritora. También, estudiosa del tarot y el esoterismo. Ana es tu amiga desde la infancia.
Volver a Bernal, caminar por calle Liniers bajo la siesta de domingo, amarilla y sofocante, te hace acordar cuando vivían separadas por una medianera. La siesta era la hora de los juegos a espaldas de los mayores. Por ejemplo, poner en fila todas las muñecas y cortarles el pelo. Eso lo proponían Chelis y Martona, las dos amigas invisibles que Ana tuvo hasta los siete años. O, casi adolescentes, leer las revistas Emanuelle de una prima mayor y tratar de averiguar qué significaban palabras como “frígida”, “anoréxica” o “fellatio” que aparecían en las notas. Un día tus padres se fueron de Bernal y los de Ana, no. Ustedes continuaron viéndose cada tanto porque tus abuelos siguieron allí.
Sos la única amiga de Ana que nunca pidió mediación con el cosmos para saber tu futuro. Vivís al margen de ese tipo de causas y efectos aunque cada tanto te metés en un sitio que se llama astro.com. Sin embargo hoy estás con una duda particular y le pedís a Ana que te lea el tarot.
Que salga el Diablo en una tirada no significa que el Cornudo se instaló en tu vida y quiera la ropa planchada y la comida servida cuando llegás a casa. Como todos los arcanos, responde a lógicas oblicuas. La carta del Diablo está más relacionada con la esclavitud que con el mal en general. A cada costado del cuerpote mitad hombre mitad bestia, hay dos niñitos desnudos con cuernitos, como si fueran faunos, con cadenas finas sujetadas al cuello. Ana te explica que te sentís prisionera en una relación, en un trabajo, en un entorno. En fin, que estás en una situación de opresión aunque no percibas las cadenas.
Ella también da vueltas otras cartas que podrían ser alentadoras: la Sacerdotisa (que representa el mundo inconsciente); la Fuerza, inclusive la Estrella. Pero vos te has ido detrás del Diablo, un tipo taimado que logra asustarte. Así que le decís a Ana que con esto es suficiente y ella dice “Está bien” y recoge las cartas y las devuelve a la caja azul.
Vos sacás de la heladera de la cocina una lata de cerveza; ella se va al baño y vos a la pileta con forma de caldero con tu mp3 donde suena una banda que se llama 107 Faunos. El tema que te gusta dice “Días dorados/ antes del final” y a vos la vocecita semipúber del cantante te suena bien, protectora, como si muchos faunos estuvieran con las patitas metidas en el agua como vos, tomando cerveza un domingo por la tarde, lejos de los dos pobrecitos que se debaten con la cadena al cuello de la duda.
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