Vie 28.08.2009
las12

MONDO FISHION

Una semana agitada

› Por Victoria Lescano

Una pantalla oficia de cronómetro y también como bastidor para proyectar cada gesto que surge de las mesas del taller de corte, de diseño y de estampado en vivo y en tiempo real, dispuestos a modo de cierre de semana de la moda por la firma Tramando. Los expertos en sublimar estampas –en su mayoría operarios históricos de la firma y con pelo largo– visten guardapolvos de casa Quintás estampados en azul marino, rosa o marrón ídem a los que visten algunos espectadores de la primera fila sobre sus cuidados atavíos. Suena cumbia escogida por una dj y luego electrónica muy post industrial. Ese contexto de trabajo celebratorio de la cadena de producción previa a la realización de una prenda con valor agregado de diseño admite un maniquí plus un banquito alto muy lindo por muy usado, mesas de corte, mesas para las ceremonia del encintado iluminadas de blanco y un sector de estampado con sus máquinas de calor. La locación albergó un desfile simultáneo con 35 pasadas zambullidas en variaciones sobre las raíces africanas. De babuchas a minivestidos y las blusas vestido ostentaron ornamentos Massai, pero también efectos pixelados, plisados soleil, blusas con rosas variaciones y homenajes sobre la iconografía de Poiret, Alaia y Gaultier con materiales contemporáneos y experimentales. El gran final llega con la modelo Cecilia Mendes. Emerge apenas vestida con una trusa y su corte garçonne, mientras la modista y la asistente de diseño la visten con traje ídem al de innovadores encintados que tomó forma en el transcurso del desfile.

La mujer escondida
de Vero Ivaldi

Con banda sonora de tacos altos caminando sobre alguna acera y dramatismo de un buen concierto de rock con estética a lo Helmut Newton, la diseñadora Vero Ivaldi mostró variaciones sobre las simetrías calculadas que hacen a su discurso de diseño.

Si bien la colección aludía a la Escondida, léase juego de niños y baile originario del Norte, además de simular y ocultar partes del cuerpo con artilugios de mangas, velos y capas, la diseñadora destapó a otra mujer, la que estaba agazapada bajo las capas de tela de anteriores colecciones.

La incorporación de los tacos altos en los pies y los sonidos plus el fetichismo nada naïf de la venda en lo ojos hablaron de un abordaje más sexual. Igual que en un vestido gris para uso diario que revisita la silueta de VI para uso diario, un trench de cuero plus, novedosos vestidos cortos en animal print y vestidos de domingo en blanco y negro con mangas globo.

La elegancia retro

Con una puesta maximalista en su desembarco con muebles de jardín en hierro y el de la colección “Tela, Papel y Tijera”, la diseñadora Nadine Zlotogora evocó la infancia de décadas diversas. Un vestido beige con tablas, cinturón y cuello bebé más sombrerito que simula un barco de papel resume esa apuesta, más despojada en sus formas y recursos de diseño. Cecilia Gadea, otra elegante en su prédica de las citas al pasado, apostó por labores de bordadoras y el oficio de la encuadernación. La colección, del miércoles a la hora del té, devino en vestidos con cortes láser y espaldas pronunciadas. Vicki Otero exaltó en negro y blanco los delantales y los guardapolvos con su cuidada sastrería, equilibrio de formas y molderías. Para la noche, sus colegialas monacales, sacaron a relucir vestidos bordados con pailletes.

Las geometrías en Kostume

La dupla Emiliano Blanco y Camila Milessi tomó partido por citas arquitectónicas y la exaltación del prisma y del rombo. Lo tradujeron a recortes, a escotes, multiplicidad de guardas y de efectos ópticos aplicados a vestidos, bermudas, babuchas, remeras, camisas, en contrastes de blanco y negro, azul y gris, aptos para el uso cotidiano. Las materias primas: seda natural, el voile de algodón, el lino mezclado con algodón. Se vieron peinados símil peluquita bombée a lo Vidal Sasoon y maquillaje a lo Peggy Moffit, pero también vinchas y crestas más emparentadas con trucos de los años ’80. En Kostume, que participó de una feria de diseño en Berlín y en septiembre irrumpirá en Rooms, en la ciudad de Tokio, la silueta masculina rescató el estilo deportivo en negro, los hombres ostentaron atuendos dignos de referís trasnochados que pasean por alguna discoteca.

La celebración de Natura y moda hecha en la UBA

Viernes en la tarde, luego de un almuerzo de la firma de cosmética Natura -main sponsor –donde además de su documental en sepia con los diseñadores de autor–, Vicki Otero posa en una fábrica añeja, Ivaldi se pasea con sus zapatillas Flecha, Kostume exalta una locación arquitectónica y Gadea luce cual protagonista de un film francés, recurre a los exuberantes trajes blancos y envueltos en flores y la puesta kitsch de Los Amados, como coartada para la presentación del perfume Humor.

El “Semillero Baf Week,” pinceladas de moda surgida en la Universidad de Buenos Aires, cautiva con una colección de ropa masculina ideada por Fernando More como consecuencia de un ejercicio académico con reciclajes y modos de uso aprendido en la cátedra Saltzman. Perverso y encantador en su modo de conjugar recursos de un corsé, en la cadera de un hombre, con pantalones, blusas con plisados, remeras con estampas de calaveras ornamentadas con sutiles plumas de cocottes, las bermudas cortas de More dejan la piel al descubierto, y los zapatos, que sólo podrían haberse visto en algún film de Visconti.

Las flores del mal en Proa

“Tote Hosen” es el título de una fotografía del alemán Andreas Gursky de dos metros por cinco que se exhibe en la Fundación Proa dentro del ciclo consagrado a la fotografía contemporánea y con planos detalle de una muchedumbre en un concierto de musica punk. El martes 18, en la apertura de pasarelas celebrada en locación arty de la Boca, los asistentes al desfile de Ay not dead ven pasar una y otra vez a las y los modelos frente a esa fotografía, luego de emerger desde la escalera de hormigón que conduce al Riachuelo y tiene paredes de vidrio lindante a la sala.

De una pasada inicial con remera que pregona “Fleur de mal”, puesto que la coartada y disparador arbitrario de la colección es un homenaje a la poesía de Baudelaire, se supone que el Spleen dispara estampas oscuras, tocados rara avis y la puesta de luces de Sergio Lacroix. Las mujeres llevan microshorts en lamé o jean, pantalones negros con tachas, zapatones con plataformas negras, algunas ostentan maquillaje de glitter al tono del lamé, otras flores putrefactas, y en el cierre un irónico vestido hecho con guirnaldas. Los hombres de la pasarela lucen ropas muy netas, casi de colegiales. No hay escena punk como la del cuadro de Gursky pero sí está Gustavo Cerati oficiando de dj y en un cóctel previo con Tom Collins o Gin Tonic, destaca una multitud de público masculino seguidor de la moda y de los artificios que provoca el comentario celebratorio en boca de una estilista: “Los chicos llevan varios días pensando qué ponerse y aplicándose el rimmel”.

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