Viernes, 23 de octubre de 2009 | Hoy
A partir del próximo jueves 29 se proyectarán, con entrada gratuita, los cortos preseleccionados del concurso La Mujer y el Cine, que, auspiciado por Página/12, logró una muy alta convocatoria y promete convertirse en el semillero de nuevas miradas femeninas, que aprovechan estos espacios exclusivos para tomar el séptimo arte por asalto. Seis de las directoras participantes hablan sobre sus obras y su experiencia detrás de cámara.
Por Moira Soto
“Que llegaran 216 cortos fue un motivo de regocijo muy grande para nosotras”, subraya Annamaria Muchnik, activa integrante de la comisión de La Mujer y el Cine, asociación civil con 21 años de existencia que este año propone en 10º Concurso Nacional de Cortometrajes realizados por Mujeres, con sus correspondientes premios. Los otros nombres de dicha comisión: Graciela Maglie, María Victoria Menis, Marta Bianchi, Julia Solomonoff, Sabrina Farji e Ivonne Fournery. “Hicimos mucho hincapié en promover este concurso en los medios apropiados: por ejemplo, una página en la web, www.lamujeryelcine.com.ar, puesta en Facebook en dos lugares distintos. Este recurso nos trajo mucho ida y vuelta entre las participantes. Tratamos de que hubiera mucha difusión en todo el país, a través de escuelas de cine, secretarías de cultura. Estamos consiguiendo que las chicas del interior cuyos trabajos fueron seleccionados vengan a Buenos Aires para la exhibición.”
Desde luego, con más de dos décadas de muestras y concursos, no hace falta volver a fundamentar la realización de este tipo de eventos consagrados al cine hecho por mujeres, menos aún explicar que no se trata de un gueto ni de nada que se le asemeje. Muchnik se ríe de esta afirmación, después de tantos años de dar la cara, de dar razones. “Prefiero decir que tenemos motivos ciertos y concretos de satisfacción, aparte de la alta convocatoria: muchas chicas muy jóvenes entre las realizadoras, algunas de escuelas de cine, otras no; algunas ya recibidas, otras en plan de seguir estudiando pero que empezaron a filmar... Vamos a mostrar 50 films preseleccionados porque evidentemente no era posible exhibir los 200 y pico que llegaron. En todos los festivales del mundo quedan películas afuera. Estas eran las reglas y las participantes las conocían desde el vamos. También me gustaría remarcar que este año se advierte una mirada claramente diferente, especialmente entre las más jóvenes, aunque en general no se ponga el acento en temas específicos de género. Esta muestra ya está comprometida para ser proyectada en Mar del Plata, Córdoba y otras ciudades del interior. Personalmente, me da mucha ilusión pensar que algunas de estas chicas cuyas obras se verán en el Malba, en pocos años más lograrán que se hable de ellas, como en su oportunidad sucedió con Lucrecia Martel, Paula Hernández, Julia Solomonoff, quienes presentaron sus cortos en La Mujer y el Cine.”
Nacida en Rosario y criada en Santa Cruz, Natalia Bianchi se vino a los 18 a la Capital para estudiar en la Universidad del Cine: “En los primeros tiempos en esta ciudad, me costó ambientarme, me sentía sapo de otro pozo. De los trabajos hechos en la Universidad, rescato Medusario, video que realizamos cuatro chicas del interior, cuatro miradas a veces extrañadas sobre Buenos Aires”.
Bianchi es la realizadora de Soliloquio de una espera, uno de los films seleccionados. Un plano secuencia inmóvil que desde el punto de mirar de una mujer captura lo que sucede en el bar durante 7 minutos, también los movimientos de la calle a través de las ventanas. “Una de las cosas que más me impactó al llegar acá fue que hubiera tantos bares, que la gente se reuniera habitualmente en esos lugares... Y tuve ganas de reflejar esa cultura de bar en una película. Cuando escribí Soliloquio... tenía 19, se filmó en mayo del año pasado y lo terminé en febrero de 2009. Entre las pautas formales planteadas por la profesora, tomé la voz en off, me interesaba esa ambigüedad. Hicimos un casting y hubo que ensayar porque al tratarse de un plano secuencia tenía que manejarme con cierta coreografía previamente establecida. Fue un solo día de rodaje en un bar del barrio San Nicolás. Nos llevamos muy bien dentro del equipo.”
Natalia ingresó este año en Filosofía, en la UBA, sin dejar sus estudios de dirección cinematográfica y paralelamente trabaja como voluntaria en el ZAP (Zona de Acción Prioritaria), dictando un taller de cine en la Escuela Nº3 del Distrito 19. Y hace planes de filmar un documental, si le va bien en otro concurso al que se presentó. La seduce la idea del viaje, de rodar entre los paisajes que ama: “Me inspira Robert Kramer en Ruta Uno USA, desplazándose a través de los Estados Unidos, interactuando con la gente de los distintos lugares. También me identifico con En el camino, de Jack Kerouac, con ese personaje que va un poco a la deriva, buscando la identidad de cada sitio. Querría ir por la Ruta 40 a Río Gallegos, después volver por la costa de San Cruz, siempre documentando...”
Remolinos de vivos colores irrumpen en la ruta, en un puente, en campo abierto. La imagen se ralenta, se descompone, se vuelve abstracta al ritmo ancestral de Tinkun. Y una mujer vestida de colores pálidos se sobreimprime haciendo otra danza, se debate dentro de un cuadro, entre cuerpos pintados por Deborah Balietti. Este film de Ladys González, presentado ya en diversos festivales, se llama precisamente Frontera Danza, y contó con la coreografías de Osmar Mercado (Tinku) y Cecilia Pugin (contemporánea). “La propuesta es habitar la frontera como un espacio indefinido, como un no lugar”, explica Ladys González. “Establecer una relación con distintos lenguajes artísticos, trazar puentes en el sentido físico y metafórico, marcar el tránsito, el paso del tiempo... Y, no hace falta decirlo, celebrar la danza en sus distintas expresiones.”
“No sé bien de dónde sale mi nombre, quizás del inglés... Es que soy hija de padre y madre paraguayos, hay otra tradición de nombres. Lo seguro es que hay más guaraníes que ingleses entre mis antepasados”, dice Ladys, docente de expresión corporal y artista audiovisual. “El puente une y separa, lleva cuerpos que están fragmentados por dentro. En mi obra, bailan bolivianos e hijos de bolivianos que quizás no fueron nunca a Bolivia. Pero siguen bailando esas danzas remotas, trasmitidas de generación en generación, típicas de las fiestas. No por azar, en Frontera Danza coincidimos artistas de distintas nacionalidades.”
El primer proyecto que realizó González fue Haedo en llamas (2000), un videodanza donde participaron 30 chicos de la escuela de teatro de Morón, sobre el caso de Roberto Canteros, el obrero injustamente acusado de robar cuando en verdad estaba ayudando a un chico. En Morón, González participa en el Proyecto Mixtura en Arte, convencida de que es una manera de que los chicos de bajos recursos conquisten espacios de libertad, se relacionen con su propia creatividad.
“Me gusta tomar personajes de la mitología, de la literatura y llevarlos a situaciones contemporáneas”, declara Julia Anaut, creadora del corto Ofelia en cristalino arroyo, con amplia formación en artes visuales (pintura, grabado, fotografía). “La Ofelia de Hamlet es una mujer que muere por amor, una romántica de la que doy otra versión. Me importa la relación de la mujer con la naturaleza. En la obra de Shakespeare, se dice de ella: flota como una sirena o como una criatura natural de ese elemento.”
En Ofelia..., una chica –interpretada por la propia Anaut– se sumerge en la bañera con expresión de relajada beatitud, el agua se va volviendo verde, flotan de pronto flores de loto claramente artificiales, la chica empieza a brotarse de verde, ramas de enredadera se adhieren a las superficies enlozadas del baño. Pero esta Ofelia se sale del molde de la suicida loca de amor al generar su propio ecosistema, entrar en comunión con el verdor, los elementos, la música de Ber Chese. “Sucede que hay en mí una añoranza de la naturaleza, crecí en Cipolletti, lugar pegado a las chacras, a la manzana. Ofelia parte de la serie de fotografías Ofrenda, ahora estoy trabajando en una nueva donde hay una procesión de mujeres envueltas en plantas, situaciones rituales. A través de la historia, de algunas religiones, de la cultura, la mujer tiene una relación más directa e intensa con la naturaleza, sus fenómenos. Y obviamente, es la que da vida.”
Al igual que otras célebres fotógrafas que eligieron protagonizar sus propias fotos, a Julieta Anaut se la puede ver (en www.enamoradadelmuro.wordpress.com o en cualquiera de las muestras donde expone) coronada de pájaros, vestida de tallos con hojas y flores que trazan arabescos en su cuerpo desnudo, también como un actualizado personaje de la mitología griega hilando el destino en una vieja máquina de coser.
Nadie que haya seguido fielmente la novela Montecristo puede haberse olvidado del complejo personaje de Milena, la amante sin esperanzas de Marcos, el villano joven encarnado por Joaquín Furriel. Merecidamente, Celina Font fue candidata al Martín Fierro por este notable trabajo, producto de su talento y de su aprendizaje con maestros como Carlos Gandolfo, Beatriz Matar, Augusto Fernandes. Y antes de hacer esa tira, Font ya había incursionado en teatro, cantando en el espectáculo Historia de un amor, junto a Marta Pacamici, sobre poemas de Irene Gruss. En estos momentos, cumple una actuación desopilante (está nominada para los ACE) en Amor a tiros, de Bernardo Cappa, que se ofrece en El Camarín de las Musas.
Empero, el primer deseo artístico de Celina fue dirigir cine, pero al terminar la secundaria, luego de negociar con su familia, empezó en Bellas Artes. “Pasó que mientras cursaba el profesorado de pintura me iba enganchando con la actuación, sin dejar de pensar en el cine. En 2003, con algunos ahorros y tiempo disponible, me decidí a entrar en la FUC.” Celina Font reconoce que estos desvíos confluyeron, se fueron acoplando a su deseo inicial. “Aunque me metí de lleno en Bellas Artes, pronto comprendí que había algo de lo solitario en la labor del pintor que no me convencía, sabía que necesitaba trabajar en equipo, tener interacción con otra gente. Por eso me incliné primero por la actuación, luego me animé al cine. Cuando veo el cuerpo de los cinco cortos que hice durante la carrera, advierto que comparten una cuestión temática que tiene que ver con el deseo, con la búsqueda, el intento, la imposibilidad de una relación de pareja, también con la soledad.”
No hagas el amor... cita en su guión poemas de Gruss y tiene un tono de comedia leve, irónica, raro de encontrar en los cortos presentados: en una hostería costera donde todo el mundo se conoce, fluctúa el deseo, se multiplican los juegos de seducción, se abre un abanico de opciones probables, bajo al mirada algo distanciada de la protagonista (Josefina Lamarre), cuyo discurrir, siempre en off, está en la voz de Font. “Creo que la comedia es un género difícil de sostener en su aparente ligereza, pero que facilita la comprensión directa de ciertos planteos. El humor te permite pasar muchas cosas, expresar un enfoque, dejar caer una reflexión. Sin duda, puede tener un poder subversivo. Trabajé mucho para encontrar esa estructura como de sucesión de postales no siempre en orden, con esa aceleración y esa acumulación propias de la memoria.” No hagas el amor... luce un sólido elenco de once actores y actrices que, aparte de Lamarre, entre otros, incluye a Arturo Goetz, Monica Gazpio, Inés Efrón. “Les estoy muy agradecida, fueron seis días de rodaje, viajando cada día a la provincia, un despliegue increíble.”
En fondo de una casa de familia, Lucila Las Heras inventó un mundo paralelo, alejado en el tiempo y el espacio, para contar la fábula de un joven artista que en la Edad Media salva a los habitantes de su pueblo de los estragos de la peste, al poder representarla.
La directora del film Retrato de la peste, un corto de animación por stop motion, expone sus motivos: “Desde muy chica me gusta el cine fantástico, contar y que me cuenten historias. En el momento en que tomé este tema, estaba estudiando en sociología la época medieval. Me interesó mucho conocer aspectos de esa sociedad tan diferente de la nuestra, y también comprobar cómo permanecen ciertas costumbres universales, como la existencia de fábulas y leyendas que explican el mundo mediante metáforas. Me interesa el papel del arte que te libera, te puede salvar de diversas maneras. Este chico artista tiene el poder de ver lo que los demás no ven, lo puede comunicar a través de su pintura. No es casual que en todas las épocas en que hay problemas de autoritarismo, lo primero que se cuestiona es el arte que no se rinde ante el poder, se censura a los artista que expresan ciertas verdades incómodas”.
Para la realización de este corto, Lucila trabajó con muñecos bastante complejos que debajo de la ropa tienen un esqueleto articulado de bronce que ella construyó con ayuda de su profesor de la UBA (Diseño de Imagen y Sonido) Rodolfo Sáenz Valiente. La ropa la hizo una amiga, Daniela López. Las cabezas pertenecen al escultor Juan Cavia, la dirección de fotografía es de Cinthia Liberczuc. “Yo tenía el dibujo de los personajes, para algunos me basé en pinturas. Busqué mucho en el barroco para el tema de la fotografía, sobre todo los holandeses de esa época, también Caravaggio.”
La primera idea que se le disparó a Paula Herrera, directora del corto Blanca tu humedad, fue trabajar con la sexualidad de una mujer madura. Luego se fueron sumando otros componentes: el agua, el nado sincronizado, las relaciones entre edades y clases sociales diferentes. Componentes ligados a los conocimientos de plástica, música, teatro, danza butoh, de esta realizadora que hizo la carrera de Imagen y Sonido en la UBA.
Sin diálogos –apenas un par de palabras se pronuncian–, mediante una rica banda de sonido, imágenes muy elaboradas y exactas actuaciones, se narra el cruce, el intercambio de miradas exploratorias, el acercamiento entre una mujer joven que va a hacer sus prácticas a un natatorio y la cuidadora del vestuario. Los fríos azules del agua, los azulejos, las paredes, la ropa, se contrastan con la primera aparición de un color cálido: el rojo del tomate que muerde con fruición esa mujer grande dispuesta a la sonrisa afable, a exponer su cuerpo pleno en la ducha, provocando primero intriga y cierta turbación en la chica que, se sabe cuando aparece el reparto, se llama Blanca.
“Me fascina el agua en general”, afirma Paula Herrera. “En la pileta, la protagonista entra en otra realidad, experimenta otra libertad... Diría que toda la película trata de mostrar los diversos niveles de percepción a través de las emociones, de las texturas, los colores, los sabores. Blanca accede de a poco al territorio de esa mujer más grande, que podrá convertirse en su amiga, su amante, su guía... Esa mujer que preside ese festejo final con algo de dionisíaco, donde el grupo de nadadores teje rondas y figuras en el agua, un guiño a Esther Wiliams pero con otra música, otro sentido. Hay integración, hermandad, alegría compartida en ese encuentro de mujeres en el agua.”¤
Exhibiciones de la Muestra 10º Concurso de cortos La mujer y el Cine, en el Malba, avenida Figueroa Alcorta 3415; jueves 29, a las 18 y a las 20; viernes 30, a las 18 y 20; sábado 31, a las 18 proyección y a las 20 premiación.
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