“Querida mamá. No sabés cuánto te extraño. Estoy muy lejos de casa. Hace muchos días que no veo el sol.” Con este relato, en primera persona de una joven, arrodillada, escondida en un baño derruido y en penumbras, comienza Nina, una película realizada por la directora argentina Sofía Vaccaro que recibió el Premio Especial del Festival Internacional DerHumalc Cine de Derechos Humanos y que ahora fue declarada de interés por la Cámara de Diputados de la Nación. El film es el primero realizado en Argentina que busca denunciar y concientizar sobre el delito de la trata que tiene como víctimas a miles de niñas y mujeres de nuestro país y el mundo.

Muriel Morgensrtern personifica a Nina, una joven de 16 años, oriunda de Misiones, que vive en una chacra de Oberá junto a su madre y dos hermanos más pequeños. Ella ayuda a su mamá con las tareas de la casa y la granja y trabaja medio tiempo en un hotel del pueblo. Su vida le resulta monótona y gris. “Nina no pertenece a una clase indigente, ella tiene madre, tiene un espacio de contención, tiene su lugar, pero está aburrida, quiere salir de ahí, quiere algo más para su vida”, explica Vaccaro. “De esa forma, pensé podía lograr una mayor identificación con las chicas de su edad, adolescentes de pocos o escasos recursos de otros puntos del país”, sostuvo. Uno de sus proyectos es distribuir la película en colegios y barrios para que sea utilizado como una herramienta para debatir y concientizar a la población.

En el film, la vida de Nina cambia cuando una amiga le da el teléfono de Perla, una señora de Misiones que le ofrece un trabajo mejor pago en esa ciudad, con “una familia rica que la iba a dejar ir a la escuela”. En realidad, Perla es reclutadora de una red de prostitución que luego la entregará a otro de los agentes (llamado Ortega) del circuito comercial.

La película también narra la historia de otra joven, Lourdes (Marité Ocampos), una joven de la misma edad que vive en Encarnación, Paraguay, junto a su papá y sus hermanos. Allí vende hebillas y medias en la calle. “La chica que personifica a Lourdes no es actriz, sino que surgió de un casting que armamos en Itapaso (Paraguay), un barrio pobre, de desocupados, donde fue relocalizada la gente de la represa de Yacyretá. Mi idea era que fuera alguien del barrio, una posible víctima en la realidad, lo que me permitiera lograr un efecto más grande en el barrio y una mayor concientización entre la gente del lugar”, relata Vaccaro.

Una tarde, y marcada de antemano por un policía de la zona, Perla aparece en la vida de Lourdes. Ella también acepta la oferta de trabajo de la reclutadora y el nuevo documento de identidad que indica que, mágicamente, ya es mayor de edad. Su nombre ahora será Natalia.

Las historias de Lourdes y Nina (que resultan ser primas) se cruzan en la Terminal de Omnibus de Misiones, punto de encuentro entre Perla y Ortega, el encargado de llevarlas a Buenos Aires. “No sé dónde está Lourdes. Después de aquella noche no la vi más. Cuando me desperté estaba en una pieza fea, con tres chicas más. No sé dónde estoy, me tienen encerrada, me amenazan que si me intentó escapar me van a matar”, escribe Nina a su mamá.

La película dura 50 minutos y fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, y se presentó, también, en julio en el Festival de Cortos de Oberá y más tarde en Encarnación, Paraguay. El mediometraje fue declarado de interés por la Subsecretaría de Igualdad de Oportunidades del Ministerio de Derechos Humanos de la provincia de Misiones y por la Subsecretaría de Derechos Humanos del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Ahora es la Cámara de Diputados de la Nación la que decidió darle un impulso a esta experiencia que busca crear conciencia a través de una ficción que de todos modos cuenta la historia de miles.

Nina, de Sonia Vaccaro, en el Auditórium de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, hoy a las 17, entrada libre y gratuita.