DIEZ PREGUNTAS > A SILVIA KANTER*
› Por Guadalupe Treibel
—Como estudiosa de la Cábala, siempre estoy atenta a los símbolos. Juego constantemente con asociaciones. Pero, en esta oportunidad, también quería investigar el ingenio, jugar con la riqueza del lenguaje. Me inspiró una frase de I Ching que dice que para salir del mal no hay nada mejor que hacer una acción en el sentido del bien.
—Exacto. Además, quería que una palabra llevase a la otra, más allá de los nexos que hay y de la participación de Rolly Serrano como voz en off, interpretando este diccionario que pide ayuda. Hay un juego que establecen las actrices Safira Algamiz y Malena Bernardi, que funcionan como dos magas, dos malabaristas que hacen un recorrido por este cabaret de palabras, donde cada término se luce, se muestra, se amasa, se estira.
—Trabajamos con lo que es perder hoy la palabra no porque el lenguaje se haya empobrecido sino porque se está perdiendo la comunicación persona a persona. Lengua G es un homenaje al lenguaje y a su posibilidad luminosa. En este sentido, no es una postura ingenua; es bien combativa.
—No siempre. Habría que pensar en qué lugar de nosotros mismos estamos alojados cuando decimos, si la palabra está dicha desde el eje. A veces, el mundo moderno nos descentra y es un buen momento para trabajar el centro de uno, desde donde la palabra es y expresa.
—Queríamos hacer un juego sobre la palabra, orientar a la gente sobre lo que va a ver: mujeres con mucha destreza y movimiento corporal, plásticas, bellas, que juegan con el erotismo como lo vital, como la palabra viva. Y hay una mirada femenina sobre los vínculos, los temas, lo que duele.
—Desde que lo armamos con Daniel Dagna y Alberto López Castell, estuvimos concentrados en darle una impronta, un estilo, un modo de trabajo. Yo enseño humor teatral: no es clown, no es un match de improvisación. Es una línea que tiene un color muy especial: la observación, la composición del personaje puesto en una situación cómica.
—Si bien es actoral, también es curativa porque transforma al hospital en un espacio lúdico. Hacer teatro de esta manera es filosofía viva. En lo puntual, construimos mini-escenas con el folklore del lugar, lo que pasa dentro y, luego, presentamos ese trabajo en el Congreso de la Nación. En lo personal, es muy enriquecedor por la experiencia de vida y desfachatez que tienen.
—Colaboré con la Fundación Oncológica Encuentro en dos líneas: para generar recursos y dando talleres. También trabajé con la Dra. Nelly Ferradas en un taller de trastornos alimentarios. Ahora hago trabajos individuales, con derivaciones de profesionales, haciendo hincapié en el cuerpo bloqueado, resentido o temeroso después de una situación traumática. El teatro tiene ejercicios muy rituales, muy poderosos.
—Es un aporte a lo humorístico desde la práctica, porque hay menos escritos sobre comedia que sobre teatro dramático. Transcribo dos seminarios de humor y un trabajo sobre invención de historias. Después, sí, hay una parte dedicada al teatro y la salud y una escenita para los maestros. Mucha gente que puede nutrirse de las herramientas del teatro sin querer llevarlo al escenario.
—Cuando nace el teatro, no hay una carrera de teatro; hay oficios. ¡Hay brujos! Es un tema complejo, con muchas posibilidades de interpretación. He estado presente en muchas fiestas populares, colegios o situaciones de arte y salud donde había una alquimia y una ritualidad pocas veces vista en un teatro comercial. En el universo hay lugar para todos.
* Directora y dramaturga de Lengua G, un espectáculo de humor, todos los viernes a las 21.30 hs en el Teatro La Comedia, Rodríguez Peña 1062. Entrada $ 35.
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