Viernes, 5 de febrero de 2010 | Hoy
RESCATES > MARLENE DIETRICH: 1901-1992
Por Aurora Venturini
De la pareja formada por Louis Otto Erik Dietrich y Wilthermina Elisabeth Felsing, él, militar que obtuvo la Cruz de Hierro en el ejército prusiano, ella, severa dueña de casa tejedora de crochet y lectora de Goethe, nació María Magdalena Dietrich; después sería Marlene. Tenía una hermanita mayor, que recalaría en la docencia. Marlene vio la luz en Berlín, ciudad de hierro y de relámpago, y fue una criatura dura y electrizante, difícil de dominar. Esta familia vivía en Weimar, cuna de Goethe. “Me críe con Goethe, que me enseñó todo lo que sé”, dijo Marlene. En las tardes de domingo, mamá Dietrich tejía. Papá Dietrich oía música de Bach y las pequeñas practicaban violín. “El hogar prusiano era sombrío, oscuro, y desalentaba cualquier sentimiento de sensualidad.” En medio de esa severidad matemática Marlene recitaba Fausto con mímicas impresionantes, adueñándose del espíritu del personaje: “Fausto dominó mi vida, me enseñó a superar los sufrimientos propios de mi adolescencia venciendo fútiles sentimentalismos y forjó mi voluntad inquebrantable”. Se graduó en la escuela Augusta-Victoria, en 1918, carrera que interrumpió durante la guerra de 1914, reiniciándola luego. Descubrió su vocación artística viendo actuar a Henny Porten, cuyos films románticos la sumían en entonación. Ya en plena actividad cinematográfica, escribió: “Todavía siento al encontrarla la sensación de subir a un ascensor con mucha rapidez, de hallar a una persona superior en todo sentido”.
Estudia violín durante varios meses y llega a la conclusión de que no es su vocación. Cuando llegue a los 74 años recordará en un artículo publicado en la revista Esquire en 1976 las aulas de la escuela y su mobiliario de bancos con pupitre adosado y tintero. Es extenso ese artículo que menciona lo importante que resultó su amistad con Von Steirnberg y antes con el escritor Jorge Kaiser. El libreto que escribió Kaiser, pone a Marlene dentro de la piel de Mabel, la heroína, en 1929. Algunos recordarán aquella película que comienza con un camarero portando una bandeja repleta de copas de champagne y con guantes blancos; bien puesto y encorbatado, llamado Jean. El cambio de corbatas, título del libreto de argumento desechable sirve a Marlene para mostrar sus piernas espectaculares que obnubilan a Josef Steirnberg que descubre en Marlene la intérprete de su Lola. El 4 de noviembre de 1929 se empezó a filmar El ángel azul. Marlene sería Lola. El argumento, contradiciendo a todos los llevados a la cinta plateada hasta el momento, es cruel y maligno. El accionar tremebundo de la Dietrich destrozando el corazón del enamorado y sumiso profesor es imperdonable, sobre todo cuando lo obliga a cacarear como un gallo. Compararán sus gritos y desafueros con los del fürer de Alemania, cuando llegue la ocasión. Tan estruendoso es el éxito que el director agrega “von” a su apellido. Soñaban con viajar a Hollywood. Sentían necesidad de abandonar la vieja Alemania ya sacudida por movimientos sociales. Además el führer se le insinuó de amores a la diva que lo rechazó. Aún faltaba un tiempo para arribar al nazismo. Von Steinberg prefería salir de esa frontera lo más antes posible. El aval sería El ángel azul y la bellísima intérprete. Esta película y su audaz argumento resultaron ser el espejo de situaciones graves que se avecinaban.
En Hollywood, Marlene resolvió usar pantalones. Decisión no aceptada por el director que opinó que a los hombres les disgustaban las damas con pantalones; Marlene juró que si eso ocurría dejaría de inmediato los escenarios. Apareció en escena de pantalones blancos, blazer azul y gorra de marino; la aplaudieron a rabiar. A fines de 1930, rodarían Marruecos.
Otros films de la Dietrich incluyeron a Fatalidad y Hotel imperial, con argumentos de guerra; en 1932 filmó El expreso de Shanghai junto a Anna May Wong; siguen: El jardín de Alá, con Charles Boyer que dirige Bolewslawski, y el mismo año, Persecución, con Robert Donat, que dirige Jacques Feyder; en 1939,filma Mujer o demonio, con James Stewart, dirigida por George Matshall, en 1947, Los aros de la gitana, con Ray Milland y La Vuelta al mundo en 80 días, con David Niven.
La actividad alucinante de Marlene Dietrich frena en algunos aspectos luego de la Segunda Guerra mundial. Los valores han cambiado, el mecanicismo ha desubicado al humanismo; la Dietrich es invitada, ya de 90 años, a una sesión de TV y pregunta:”¿Dónde está la gente?”, porque las pantallas y los refucilos le causan mareos; se accidenta y se lastima una de sus bellas piernas (aún son bellas, dicen) y desde entonces la trasladarán en sillón ortopédico.
Ella ha finalizado junto con una edad dorada.
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