DIEZ PREGUNTAS > A CLARA CORIA*
–Empecé con este porque veía que una gran cantidad de mujeres llegan a decir basta cuando tienen el agua al cuello. En esos casos, patean el tablero con costos muy altos. Mi hipótesis principal es que el basta significa la condensación de infinitos “no” que no fueron emitidos en su momento oportuno. Para evitar esa situación sería muy saludable empezar por “bastitas”, lo cual suele ser más difícil para las mujeres que para los varones, porque muchas sienten que si dicen “no” corren el riesgo de no ser queridas, de no ser respetadas, entonces aguantan hasta que explotan.
–Exacto. Hay un tema clave en la sexualidad, y es que yo sigo escuchando mujeres que no pueden decirle que no al compañero sexual cuando él no quiere usar preservativo. Ese es un NO básico que hay que tener, lo que sucede es que muchas veces a las mujeres les cuesta mucho más sostener su autoestima y están más vulnerables ante la posibilidad de ser cuestionadas.
–A veces las mujeres, por la dificultad que solemos tener para decir que no, lo hacemos con violencia, o demasiada seriedad. Hay que pensar la manera de decir que no, una estrategia para que la otra persona no tenga más remedio que aceptarlo porque una lo dice fundamentado, sin herir y sin bronca.
–Se relaciona con un modelo de poder que tenemos incorporado en nuestra sociedad, que es un modelo patriarcal, jerárquico, que significa que uno tiene que ser superior a otro y lo tiene que dominar. En ese modelo, es casi inevitable la violencia, creo que lo que es necesario y trabajoso es cambiar el chip y tratar de pensar en uno más paritario. Las mujeres que quieren acceder con iguales libertades que los varones a ciertos ámbitos tienen que pelearla fuerte, muchas veces copiando el modelo masculino porque no tienen modelos propios, pero sobre todo lo que no hay es una revisión del modelo de poder. El poder es el que está en el fondo de todo esto.
–Las mujeres hemos incorporado en nuestro psiquismo la necesidad de afecto, de ternura, de compartir eso que se ha adjudicado solamente a las mujeres. Y por otro lado, todas las instituciones importantes siguen sosteniendo un modelo patriarcal. Los varones no han cambiado lo suficiente, y muchas mujeres siguen carenciadas de reconocimiento y demostraciones afectivas, entonces quedan enganchadas con los modelos anteriores. Hoy en día, hay parejas que se configuran de otra manera, con más libertad, sin necesidad de convivir. Además los modelos que siguen dando los medios de comunicación son así: a lo sumo ponen una mujer mala o una mujer que ejerce el poder como un hombre.
–Son talleres grupales, donde las mujeres logran entender sus propias valías y pueden establecer otras redes que no sea solamente la red de la pareja. Estar en pareja, cuando se está bien, es muy agradable, pero hay algunas mujeres que sostienen situaciones lamentables por esa autodescalificación y por ese convencimiento que por siglos se ha dado de que a la mujer sólo la protege el varón.
–Sí, esto es un cambio que se tiene que dar, así como muchas mujeres piensan que tener un hijo y una familia es algo que no quieren perderse porque da disfrute, de la misma manera tendrían que pensar cómo consolidar recursos para poder tener una independencia económica.
–En uno de mis libros, Los laberintos del éxito, abordo este tema: la dificultad que tienen algunas mujeres para ganar más que el hombre. Cuando ellos creen que porque la mujer gana más serán desvalorizados, se arma lío. Cuando la mujer cree que por tener más puede mandonear al otro, también hay problemas. Creo que las mujeres tienen que revisar esto, porque algunos obstáculos pueden ser de índole personal pero otros tienen mucho que ver con lo cultural, y entre varias se pueden construir las estrategias para generar cambios.
–Más que ayudar a empoderarlas, hay que ayudar a no desempoderarlas. Cuando pasan los años, empieza a haber limitaciones que son dolorosas, pero eso es sólo una parte. Hay otra, de experiencia, de sabiduría, de capacitación que te dieron los años que son necesarios para la cultura, y que a los jóvenes les vendría muy bien. Que la sociedad exalte la juventud le hace mucho daño a la misma juventud, porque la pone en una carrera competitiva, no le da tiempo a procesar sus anhelos sexuales, sus proyectos personales, porque tienen que llegar a un determinado modelo.
–Los hombres y las mujeres que se someten a las cirugías para mantener algo que no es cierto están cada vez más autodescalificados. Lo que ayuda a las personas a vivir mejor es la sensación de autoconfianza y eso no se logra con ninguna operación.
* Clara Coria es psicóloga clínica y escritora. Coordina sus talleres de reflexión y es docente en diferentes universidades. Publicó El sexo oculto del dinero, el libro que más repercusión logró, al ser el primero en tocar el tema del poder económico en la pareja. También es autora de El amor no es como nos contaron, Los laberintos del éxito y ahora Decir basta. Todos ellos publicados por Paidós.
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