RESCATES
Agatha Christie
Inglaterra, 1890-1976
› Por Aurora Venturini
Nacida Agatha Miller, del matrimonio Frederick Miller-Clarissa Margaret Boehmer, siendo su papá un dandy jugador de naipes y hombre de moda en clubes y círculos, y su mamá, hija de un capitán de la armada británica y de costumbres victorianas, sus años adolescentes no resultaron fáciles. Sobre todo porque el choque entre esos dos caracteres se sucedía en sus narices. Sumemos su propia tendencia a ser mundana y liberal. Y algo más: fue la menor de tres hermanos y el mayor le llevaba trece años, el segundo le llevaba diez. Sí, Agatha fue la hijita de la vejez. Como en tales situaciones suele ocurrir, se crió mimosa y consentida hasta que murió el papá y la mamá puso en ejercicio sus garritas victorianas... Entonces tenía once años y el pequeño mundo se oscureció. Las apreturas y los ácidos deberes en lugar de empobrecer su imaginación la enriquecieron. Decidió, la familia, enviarla a una escuela que dirigía Miss Dryden, de danza y música, en París. Para entonces ya tenía 16 años. Cuando llega el año 1914, cargado de guerra, decide colaborar en un hospital como enfermera. Allí la futura dama del terror verá bien de cerca mucha sangre y muchas muertes que guardará como quien se queda con un pedazo de algodón o algunos barbitúricos en sus bolsillos blancos, para futuras novelas. Ese año también se casó con el coronel Archibald Christie, aviador del Royal Flying Corps. Este señor resultó mujeriego, infiel e intempestivo. Agatha en ese contexto comenzó a sufrir ataques de ira que consistían en arrojar objetos a la cabeza de Archibald, quien a su vez decidió pedir el divorcio. Este pedido le llegó a Agatha el mismo día en que fallecía su mamá: “Típico del egoísmo de Archibald, darme una noticia tan brutal cuando yo seguía desesperada por la muerte de mi madre”. La noticia tan brutal era no sólo el divorcio sino el móvil: tan sólo dos palabras, el nombre de la mujer que la suplantaba en el matrimonio, Nancy Neele, señorita que hasta ese entonces había compartido con los cónyuges unas cuantas partidas de golf, juego que a Agatha aburría en extremo.
Muy bien. De ahora en adelante, la divorciada se dedicará a ser escritora. Debuta con la novela El misterioso caso del señor Styles, que consigue un éxito rotundo no sólo en su tierra sino en el resto de Europa y América. Aún no curada su herida amorosa, un día decide ocultarse luego de abandonar su automóvil en una bahía; cunde gran alarma y al rato ella aparece denunciándose bajo el nombre de Nancy Neele... Muchos periódicos publican que se trata de un truco, a lo cual ella responde desencajada y neurótica. El episodio dio tema a la película Agatha, interpretada por Vanessa Redgrave.
Corre el año 1928 cuando la escritora ya ha dado once relatos cortos entre los que mecionaremos los más conocidos, como “La aventura de la estrella del oeste” y “La aventura de la tumba egipcia”. Triunfan sus novelas El misterioso señor Brown, Asesinato en el campo de golf y El hombre del traje marrón.
En 1930 volvió a casarse. Esta vez con el arqueólogo Max Mallowan, al que le llevaba catorce años y con quien viajó a Oriente. Sus temas de paisajes y desenlaces exóticos, como el de La muerte de lord Edgward y El misterio de Listerdale, surgieron aquí. Este matrimonio viajero pero tranquilo le permitió publicar más de ochenta novelas y obras de teatro, cuyos argumentos son tenebrosos y los personajes siniestros, donde siempre campea la muerte criminal y misteriosa. Pero también, pobres lectores, es cierto, todo esto siempre con el amparo de una mano amable, la de ella, que no nos suelta hasta descubrir y castigar al malviviente.
Acaso no exista biblioteca donde falte una novela con un caso tremendo donde interviene el inspector Poirot. Los veraneos playeros no son o no han sido sin ella. Hasta la reina de Inglaterra la invitó a almorzar y la nombró miembro de la Real Sociedad de Literatura y Dama del Imperio Británico.
En sus últimos años escribió su Autobiografía, unos cuantos poemas, y una novela romántica rememorando sus aires adolescentes que tituló Ausente en primavera. Agatha Christie fue traducida a cuarenta y cuatro idiomas; de sus obras se vendieron dos mil millones. Tuvo vida larga y trajinada. Hoy descansa en el cementerio de la iglesia de St. Mary, en Cholsey, Inglaterra, desde 1976.
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