PERFILES
› Por Flor Monfort
Curioso el caso de la compañera Florencia Peña. Emblema sexy teenager de los ‘90 y protagonista de sus ficciones precostumbristas, tenía todo lo que había que tener para ser la hija buena de Claudio García Satur y Silvia Montanari sin dejar de calentarle la zona de la bragueta a los amigos de su hermano, un entonces joven y confundido Federico Olivera. En Son de 10 la chica se hizo famosa y también se llenó de complejos, sobre todo porque el director del programa no dudaba en cerrar los planos sobre su poderosa delantera, esquema que le valió el desagradable apodo de “pechocha”. Abundante bibliografía revisteril da cuenta de ello en la web.
Después de aquel éxito, que la niña Peña ya había empezado a disfrutar con Festilindo y una breve participación en el hit de la primavera alfonsinista donde-debutaron-todos Clave de Sol, decidió borrarse del mapa de la fama y se sacó tres kilogramos de tetas. Eso redujo un poco sus chances de conseguir los papeles calientes a los que venía poniendo el cuerpo, pero mejoró considerablemente su postura y, al parecer, también su autoestima.
Sin embargo, tuvo que remarla Peña. Hubo un tiempo en que parecía que su carrera hacía agua: la llamaban poco, no tenía novios famosos ni era un número fijo de los eventos donde las celebrities salen con bolsa de regalo y posan con el fondo de la marca. Por eso, decidió producir sus propios espectáculos infantiles y empezó con Blancanieves, mientras juraba que ella era una buena comediante. Lo demostró con Chabonas, aquel unitario sin demasiado éxito donde un grupo de chicas y sobre todo una genial Jorgelina Aruzzi la gastaban mandando a pasear a los estereotipos de género. Allí mismo empezó la curva de su carrera donde el tema del cuerpo, recurrente, vuelve en forma de cliché del que se puede reír ella y, con ella, todos. Un poco más en el borde pero igual de comediante se mostró con Francella, al borde de un ataque de nervios cuando paseaba por el mundo a su hijo recién nacido con Marley y fatalmente uno de los pesos pesados de la franja caliente de rating con la Moni Argento de Casados con hijos.
Pero a esta mujer le gusta dar golpes de timón. Desde hace aproximadamente un año se asume públicamente partidaria K y defiende las políticas de derechos humanos llevadas adelante por el Gobierno. Explica que la influencia de su familia política en su manera de pensar ha sido muy importante para construir una imagen pública que la deje dormir tranquila. Defendió la ley de medios, la situación irregular de los trabajadores del Colón y dejó en evidencia a Tenembaum y con él a todo el Grupo Clarín por apartarla de sus productos, buchoneando el “oooso” que le hizo el periodista al invitarla y desinvitarla a su programa. También criticó a Legrand cuando hizo aquella declararon pública, hoy el pan nuestro de cada día, sobre la insoportable inseguridad y destacó la calidad de delito que tiene seguir evadiendo el accionar de la Justicia en el caso de los hijos apropiados de Ernestina Herrera de Noble.
Esta semana, en el diario Tiempo Argentino, donde escribe una columna, se manifestó a favor de despenalizar el aborto, la figurita difícil que, cae de maduro, entra en escena después del logro que fue el matrimonio igualitario (ley que también celebró desde ese espacio). Kimberly Clark, el gigante paraguas bajo el cual se encuentra Huggies, la marca de pañales que la tiene como cara visible de sus publicidades, puso el grito en el cielo. Uno de los más crispados mensajes en su contra dice: “Les avisamos que estamos haciendo una gran campaña en Latinoamérica para que nadie compre pañales Huggies porque ustedes promueven el ABORTO, a través de Florencia Peña. (...) ¿El aborto un derecho humano? ¿Están locos? El aborto es un crimen contra un inocente. Hagan pañales para perros si quieren vender”.
La compañía emitió un comunicado protocolar donde se despega de Peña y avisa que está evaluando suspender su contrato.
Pero los pañales son objetos para bebés ya nacidos, algo que Peña conoce porque decidió, proyectó y logró ser mamá de dos varones. Las miles de mujeres que se mueren cada año por abortos mal practicados evidentemente no pudieron o no quisieron hacer.
Ahora también feminista, Peña está representando el papel que la farándula no quiere ni tiene guardado para las chicas lindas, por más buenas humoristas que sean. Mucho menos, cuando dice: “Hay mujeres de familias patricias que van a misa, pero cuando viene la noticia del embarazo de la nieta le recomiendan que ‘se lo saquen’ —como si fuera una cosa—, en clínicas privadas y con excelentes profesionales”. Las mismas mujeres que después, cuando ya es hora de tenerlos, usan pañales Huggies.
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