ESCENAS
Con dramaturgia, canciones y dirección de ella misma, Mónica Cabrera, también actriz, pone una mancha de ironía sobre una historia común de la que cuesta reírse.
› Por Sonia Jaroslavsky
Canta La Madrecita su baguala: "Yo fui arrojada recién nacida / En un chiquero de porquería / Ni nadie nunca, nadie quería / A esta gurisa mal concebida. / Y la sirvienta de esa mansión / De aquellos cerdos me rescató. / Y fui criada a las escondidas / Pues mi familia no me quería. /" Es así como La Madrecita pudo sobrevivir y compartir su vida junto a La Hermanita. Alrededor de 1970, estas hermanas misericordiosas recalaron en un pueblo norteño: Chalvez del Choto. Allí, La Madrecita que sueña con Cristo Jesús, bendice y protege, y consuela a sus seguidores a cambio de: "carne y batata, choclo y sandía, para el puchero de cada día".
The Victory to La Madrecita podría pensarse como un radio teatro en vivo con publicidades, un relator en off que contextualiza la historia y expone lo que se va a escenificar, y las escenas propiamente dichas. Mónica Cabrera, autora, actriz y directora encuentra con su Madrecita una dulce melodía para encarnar ésta sufriente y crítica curadora de la mano de Teresa Murias -impecable partener- que ya se había lucido en el Anfitrión Cabaret o en La piojera o un procedimiento justicialista de Andrés Binetti. Cabrera, con su larga trayectoria de unipersonales (El Club de las Bataclanas; El sistema de la víctima; ¡Dolly Guzmán no está muerta!, entre otros) afianza cada vez más su dramaturgia, que contiene elementos de un humor político elocuente y que intercala con canciones (en este caso propias), para adentrarse en el latido norteño y en la urbe (Buenos Aires) abarcando todo el período de la dictadura.
Los personajes se enriquecen al plantear la pregunta de si sus milagros o posesiones son propios de sus dotes o de la falta de medicación psiquiátrica (La Madrecita); o si puede dejar el faso, el chupi y la timba (La Hermanita) para ser fiel mediadora entre los seguidores y la milagrera. El espectáculo trabaja con el doble juego de abordar la escena puertas adentro o bien romper la cuarta pared incitando al espectador a participar. Tirando de una Rueda de la Fortuna, con letanía mediante, uno a uno esperará que salga el número que le cuente (como un horóscopo de contratapa) algo acerca de su futuro. Al finalizar, se llevará un souvenir –sorpresa– del evento.
Si todo parecía ir viento en popa para las hermanas, "la paz no duraría para siempre". La Madrecita comenzó a vociferar en Chalvez del Choto cual una Nostradamus enardecida: que Perón tenía que volver y que Dios era una mujer, que el aborto debía realizarse legalmente en hospitales públicos, etc. Siguió y siguió vociferando a cuatro vientos, y en menos de lo que canta un gallo, tuvieron que huir del pueblo rumbo a Buenos Aires, amenazadas por: "la Sociedad de las Buenas Costumbres, La Liga de Madres de Familia, el Grupo Coral OPUS DEI, el Tacuara Golf Club…" En Buenos Aires, La Madrecita tampoco calla. Al grito de ¡Aro, aro, aro!: "Sentadito con Perón va viajando López Rega que trae la gran matanza, pobreza, lágrima y pena. Asesinan a sus curas porque junto al pueblo están; la iglesia violín en bolsa no para de facturar". Gritos y frenadas. La hieren los Tacuaras, el Opus Dei y los grupos nacionalistas. La hermanita dispara, pero ya es tarde.
Elipsis. El relator ubica la acción treinta años después. La Hermanita pide justicia por los Tribunales, cirujea con una lápida en mano y después se acurruca en la calle calentándose con un viejo cartón corrugado: "Qué me devuelvan el cadáver de la Madrecita Santa Bendita. Es Santa, aunque no sea funcionaria, es santa aunque no sea oficial. Es santa aunque no esté en la pomada. La Madrecita Santa Bendita tiene que ser canonizada." La Madrecita, desde el fondo de la escena, o bien desde el paraíso, viene a dar sus últimas previsiones. Se la escucha decir que no voten a…, o que para no perder los ahorros no se deben guardar en…, pero la interferencia entre el paraíso y lo terrenal, no deja que la Hermanita escuche las frases en su totalidad. Lástima, no podremos salvarnos. ¤
The Victory to La Madrecita. Domingos, 20 hs. Teatro Anfitrión. Venezuela 3340. 4931-2124. $ 40 (estudiantes y jubilados $ 30)
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