Vie 19.11.2010
las12

Madchester (re)united

MUSICA Antes de su presentación en Buenos Aires, la cantante y compositora inglesa Jenna G –bautizada “la Primera Dama del Drum & Bass” en Gran Bretaña– habla con Las12 sobre su sistema sonoro sensible, frenético y quebrado y explica cómo el clima de Manchester contribuyó a su música y por qué podría haber sido más grande que Amy Winehouse.

› Por Guadalupe Treibel

A principios de los ‘90, Inglaterra parió un hijo de la jungla urbana: un ritmo quebrado y veloz, frenético, complejo y techno, donde batería, sintetizador y bajo daban un paso al frente y –de la mano de un maestro de ceremonias (MC)– decían: “Es nuestra hora”. Así, la escena del Drum & Bass (D&B) comenzó a crecer, a diversificarse, a influir e influenciarse, demostrando ser más que una moda pasajera. Se volvió mundial y sacudió brazos y cuerpitos a lo largo y ancho del globo. Aún lo hace... El reloj no se detuvo.

La curiosa Jenna G tenía 14 añitos cuando descubrió la escena. En Manchester, ciudad natal, llamó a una radio local –la pirata Love Energy, que daba aire a quien se animase– para cantar al aire. En honor a la verdad, no fue ella quien marcó los dígitos: “Mi mamá quería que siguiera entrenando vocalmente y llamó. Entonces fui y me encontré con unos tipos raros de radio que me ayudaron a encontrar mi sonido. En casa sonaba música clásica por papá, pop estilo Bonnie Tyler por mamá y hip hop por mi hermana. Yo quería aportar algo nuevo y lo hice con el D&B, el reggae, el dancefloor...”, recuerda sobre los inicios la –hoy– “Primera Dama del D&B”.

Ahora, década y media más tarde, con afro, estilo personal, simpatía y una voz que no da tregua, la británica renueva visita a Buenos Aires (es su tercera, desde 2008) y prepara set nuevísimo para sorprender a la troupe de fanáticos del género que cada martes baila en el ciclo temático “+160 Drum & Bass Suite”, organizado por el exclusivísimo y local Dj Bad Boy Orange.

ALGO MAS QUE UNA MAESTRA DE CEREMONIAS

En plan inaugural, la morocha avisa que su show de hora y media adelantará temas de su próximo disco (que, aún sin título, saldría en 2011), canciones de For lost friends (2006), su primer álbum, y los singles en los que participó entre medio, todo junto y revuelto. “Sé que estoy haciendo algo que nadie más hace en D&B. Muchos sólo colaboran vocalmente con los Dj y hacen MC pero, en mi caso, quiero dejar en claro que soy una compositora. De ahí que mi show no sea exclusivamente de mash-ups”, revela la expectante Jenna. Y agrega: “Es la primera vez que presento un set así. Apenas si hice un testing en Alemania el pasado septiembre y el feedback fue positivo. Estoy ansiosa por ver cómo reacciona el público argentino”.

¿Qué vale esperar? Lo que alguien –o ella misma– ha denominado “anti-odas a Paris Hilton”. “Cuando salió mi disco anterior estaba tan exaltada que pude haber hablado de más”, reconoce risueña sobre la definición de los sinceros e introspectivos 14 tracks de For lost friends. “Era tanto más joven entonces... Honesta y valiente a la hora de escribir canciones. Aún lo soy, pero no pienso ser tan evidente en mis nuevos temas. ¡No es un diario íntimo! La gente cree que por escucharte o leer tu Twitter y tu estatus de Facebook ya te conoce y es una situación un poco difícil de manejar. Ahora, en mis 30, quiero pensar fuera de lo común; usar la misma inspiración pero expresarla de otra manera, de forma más... ambigua”, explica la cantante, que no cree que haya que esforzarse mucho para hacer buen arte: “Debe venir solo. Una sólo debe hacerse espacio para que llegue”.

Transitando sensualidad, soledad o muerte, los “demasiado abiertos” lyrics de su primer disco pasan del amor al sexo en un instante. En orgánico orden, también hay espacio para un entierro, la prueba de sonido de un recital o... la naturaleza. “Pinta mi arcoíris de rojo / Toma lo que queda / Golpéalo en mi cabeza / Luces, esta noche / Vienen directo de arriba / El brillo suave arroja una piedra / Camina rápido, se está acercando / Ojos impresos de cielo / al ver las nubes que pasan / Satén manchado / Luces intermitentes en círculo / Estoy mareada como el amor”, canta la sugerente G en “Pleasure Ride”. Para entregarse, luego, a su “Silent Wonder”: “Un fuego arde bajo el agua / De la presión, los diamantes brillan / Se forma un silencio antinatural en estos tiempos / Mil millas pasan arriba, abajo, por dentro / Sin su reconocimiento, el mundo todavía se vuelve maravilla / Tan silencioso como ella / Como ella / Silencio”, ofrece –en plan verde– en “Silent Wonder”. “¡La llamo mi canción National Geographic! Amo la naturaleza y no se habla de ella en el D&B”, explica a Las12.

También está la explícita “Ooo”, donde relata los pormenores de un sacudón que se pone mejor y mejor noche tras noche. “Más de uno se me acercó a decirme: ‘Esa canción es sobre mí, ¿verdad?’ Y yo pensaba: ‘Nooo’. Por eso no quiero ser tan obvia en mis próximos temas”, asegura risueña.

Para dar forma a For lost friends, Jenna G trabajó con una amplia variedad de prominentes productores del D&B ¿Algunos nombres? DJ Zinc, Nu:tone, Friction, D Bridge, D KAY, Kabuki. “Tuve un productor por tema. Viéndolo en perspective, no sé cómo demonios tomó forma. Incluso ahora, en los shows en vivo, con tanta gente para contactar, me resulta imposible reproducir los temas tal cual están en el LP”, reconoce la británica.

Por eso, para su próximo disco, arrancó por las bases y mantendrá la estela participativa más reducida. “Tendrá un sonido más conciso, pero siempre dentro del D&B”, adelanta la morocha.

LA HISTORIA (SIN FIN)

Desde el falso ego y una risa contagiosa, Jenna G dispara bromas filosas: “¡Podría haber sido más grande que Amy Winehouse, baby!”, juguetea en un inglés abierto y desfachatado, donde las palabras son rítmicas, suenan bien. La referencia es por la banda que integró en el 2000, el Un-Cut trío. “Hacíamos canciones con influencias Motown, muy ‘50. Cuando el disco –The Uncalculated Some– salió en 2003, a la gente le encantó pero la escena británica aún no estaba lista. Si se hubiera editado cinco años más tarde, habría dado el salto a América y podría hacer sido un gran éxito”, explica sobre las canciones del team completado por Darren y 2D, Dj y productores de D&B.

¿Cómo fue en enganche? Los muchachos habían escuchado a Jenna en sus gigs hiphoperos y, en la búsqueda de una voz cantora, le propusieron trabajar con ellos. “Cuando se acercaron, estaba un poquito enamorada de uno de ellos... ¡Por eso acepté ir al estudio!”, cuenta entre risas la jovenzuela que supo –entonces– dar sus buenos ganchos vocales. Con todo, la banda se separó. “No teníamos la misma visión sobre cómo debía ser el segundo álbum. Ellos querían profundizar la línea Motown y yo, una petulante chica de veintitantos, no quería encasillarme. En lo creativo, soy muy decidida. A menos que me entusiasme lo que hago, no continúo”, explica con sinceridad, sin concesiones.

Entonces comenzaron las múltiples colaboraciones, donde la decidida G no se quedó quieta: continuó cantando, haciendo temas con bandas o artistas como los houseros brit The Shapeshifters o Dannii Minogue (sí, la hermanita menor de Kylie). También se fue de gira con el grupo R&B de Brighton, The Qemists, como vocalista y... coach. “No habían hecho shows en vivo antes y yo llevo 15 años en clubes y conciertos. Así que los ‘entrené’ un poco, trasladé mi experiencia al escenario”, asegura.

No es para menos... La G tenía 16 años cuando arrancó on stage con un grupo llamado Subliminal Darkness, banda de su Manchester natal que –en sus propias palabras– eran originalmente D&B pero, luego, se volcaron al hip hop.

EN PRIMERA PERSONA

Sin manager (“me manejo a mí misma”), entre colaboraciones y canciones propias, Jenna G fue cosechando adeptos en las filas del drum & bass, al punto de hacerse un nombre en la escena británica. Una escena donde el género goza de buena salud, más allá de las fronteras. “El movimiento es ridículamente fuerte a nivel internacional. Lo sé porque me ha mantenido trabajando durante los últimos 15 años. En cada lugar, tiene sus propias canciones, sus propios MC... Este año estuve de gira en Europa del Este y la gente allí me contaba cómo suele ir a otros países para asistir a raves de D&B; eso es un testamento de cuán solido está. Aunque siempre haya lugar para evolucionar, claro”, analiza la artista.

Ahora, ¿hay lugar para las mujeres en el movimiento? “Está muy dominado por hombres, pero hay muchas artistas haciendo lo suyo. En realidad... no somos tantas, pero sí muy amigas. Estamos juntas desde el respeto, la asistencia, los consejos. Si tengo algún problema, sé que puedo llamar a cualquiera y me va a dar una mano”, cuenta la dulce Primera Dama que, en su MySpace, se viste de Mujer Maravilla para graficar el background.

Además de girar por Rumania, Jenna ha estado en lugares como París, Nueva York, Australia, Berlín y Tokio. “Sin importar el lenguaje que hables, la gente enloquece con la buena música. Lo que cambia es la forma en que la gente celebra cada tema, cómo lo baila”, destaca la fanática del juego ochentoso PacMan, con quien comparte edad (“los dos cumplimos 30 este año; recuerdo ser chica y jugar con uno del tamaño de una pelota de básquet pero compacto y amarillo; salían luces verdes, era una locura”).

LA FIESTA INTERMINABLE

Una vez le preguntaron a Bernard Sumner, guitarrista de Joy Division y cantante de New Order, cómo había influenciado en su música Manchester, ciudad obrera que –también– vio nacer a los Happy Mondays, The Smiths o Los Buzzcocks. El respondió que el clima había sido un factor central. “Con seis meses de invierno, vas a un pub, vas a un club pero –después de un tiempo– te aburrís de la rutina y tenés que pensar qué otra cosa se puede hacer.” Componer, entonces, era una opción natural.

Oriunda del lugar que, a fines de los ‘80, principios de los ‘90 fue rebautizada “Madchester” por la acojonante movida musical, Jenna G concuerda con la máxima: “¡Definitivamente es así! Hace frío todo el tiempo y medio año es tiempo suficiente para resguardarse en un estudio. Además, hay un ambiente creativo y amigable, donde la sinergia de músicos está muy presente”.

El estudio y los gigs no son los únicos en resguardar a la morocha de rulos pronunciados. Desde el confort de su casa, cada semana conduce Front Room, programa radial de la “emisora” virtual MixCloud. “Hago broadcasting y mixes; somos sólo yo y la música”, cuenta sobre las emisiones que pueden escucharse en cualquier parte del globo y repasan géneros varios: dubstep, house, hip-hop, funk, soul, garaje, rock, indie, D&B, entre otros. Sobre la manera de dar forma al aire, dice: “Me gusta armar bloques temáticos. Por ejemplo, los últimos programas hice mixes bajo el tópico ‘Me gustan las remeras gratis’”. Ajá.

No es la primera vez que G trabaja en radio. De hecho, acaba de volver a Manchester después de vivir cuatro años en Londres, donde fue presentadora de la estación digital de la BBC especializada en música negra, 1Xtra. Ojo, eso no es todo: subiendo escalafones, también tuvo chance de entrevistar a artistas de la talla de Quentin Tarantino o Beyonce.

Con todo, decidió dejar la vida capitalina y regresar a casa. “No era que extrañase; simplemente me cansé del círculo de los grandes media. La industria de la radio y la televisión son muy distintas del underground del que vengo, donde decimos las cosas de frente, tal cual las pensamos. En Londres, las verdades se disfrazan”, recuerda la frontal G. Y agrega: “Fue genial volver. Mis amigos me cargan, dicen cosas como ‘Sos famosa ahora’ y yo les sigo la broma: ‘Claro que sí. Soy una número uno’”.

De múltiples talentos, Jenna no sólo incursionó en radio: también lo hizo en cine... Así, en 2001, protagonizó –junto al actor Christopher Eccleston– el film para TV Strumpet, del premiadísimo director Danny Boyle, donde hacía de una niña homeless que conoce a un poeta y, a fuerza de talento y voluntad, se vuelve una de las estrellitas musicales de Gran Bretaña. “Para una escena, filmamos en el estudio original de Top of the Pop. Así que, aunque nunca me hayan invitado, puedo decir que estuve lo mismo”, bromea.

Un año más tarde, participó de otro film, High Speed, protagonizado por Sienna Miller. “Mi personaje era una graffitera que intervenía paredes; muy cool”, recuerda la –sobre todas las cosas– cantante D&B.

PINTADO EN EL CUERPO

Para “recordar algunas cosas que pasaron”, Jenna lleva el tatuaje de una pluma en el cuello. “Por parte de mi papá, que vino a UK desde Canadá, soy parte nativo-americana y, en esa cultura, tus actos de coraje son premiados con una pluma de águila”, explica G. No es la única “tinta” que viste su cuerpo: “Tengo otros en el tobillo, la cintura y más lugares”, enumera.

Sobre otras vestiduras, la cantante reconoce –en su blog– que si tuviese muchísimo dinero, lo gastaría en tres tiendas: Chanel, Mercibeaucoup y Lila Pix. Al respecto, la fashionista –enamorada de sus zapatillas Basquiat Reebook– articula: “Chanel es casual inteligente. MB, una de mis marcas preferidas de Japón, con diseños que definen totalmente mi estilo: pantalones amplios, bonitos tops, todo muy funky street. LP es la tienda de una amiga... ¡que no me hace descuentos!”.

También en su blog muestra los cupcakes “especiales” que ha hecho para un amigo, con simpáticas decoraciones merengadas que incluyen un retrato de... Bob Marley. “No suelo cocinar. Sé cómo, pero elijo no hacerlo. En realidad, los últimos meses he estado preparándole la comida a mi papá, que estuvo enfermo. Con mi hermana lo retamos porque no se cuida. Así que aprendí un par de platos saludables sólo para establecer el punto. Es curioso cómo se invierten los roles... Cuando era una adolescente, él era el adulto y ahora que soy adulta, se comporta como un adolescente. ¡Lo tengo que perseguir hasta para que se ponga medias en invierno!”, cuenta como la hija preocupada que es.

Si hará una canción al respeto, lo sabremos el año próximo. Mientras, quedan las anti-odas y un set bien sabroso, quebrado y esquizoide para sacudir voluntades y disfrutar, una vez más, de la rica agenda que alimenta a Buenos Aires.

+160 Drum & Bass Suite –Edición Espacial– presenta a Jenna G (Manchester, UK) junto a Bad Boy Orange y Vj Gi este martes 23 de noviembre en Bahrein, Lavalle 345.

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