DANZA
Se reestrena Pies pa’volar, la obra que recorre en ocho cuadros y en clave de danza la vida de Frida Kahlo.
› Por Sonia Jaroslavsky
La artista mexicana Frida Kahlo decía que cumplía años el día de su nacimiento, el Día de la Revolución y el día del accidente del que inexplicablemente sobrevivió. En el año 2007, con motivo de los festejos del centenario del nacimiento de la cautivante Frida, la coreógrafa Analía González, junto con Nandayure Cía. de Danza, realizó una investigación en torno de la figura y obra de la artista que desembocó en el estreno de Pies pa’volar. Años después, González crea y dirige C.E.M., compañía en movimiento, y hoy reestrena la obra en el teatro El Cubo del barrio del Abasto, con parte del elenco original. Además, junto con Gustavo Carrizo y el mismo C.E.M. ensayan ¡Baila!, que se presentará el año que viene con El Choque Urbano.
El espectáculo, integrado por diez bailarines y que se completa con la bailarina y maestra Liliana Cepeda en el rol protagónico de Frida Kahlo, recorre la vida de la artista en ocho cuadros, que se caracterizan por su plasticidad en el movimiento y singular intensidad. En La Piñata. Mis partes, Kahlo recoge las partes de su cuerpo triturado. El notable parecido físico de Cepeda con Frida logrará estremecer a la platea. A esto se suma la calidez y calidad con que asume cada uno de sus movimientos: una tenue renguera que se va cargando a medida que avanza con una cuidada lentitud en sus pasos. En la segunda escena, Desierto, la silla es el elemento simbólico por excelencia: la acompaña toda su vida, la sostiene, la contiene, en ella descansa y toma sus fuerzas para continuar. Un desierto de sillas que atraviesa con amor y odio, con fuerza y fragilidad... Para la coreógrafa, el tercer cuadro titulado Fertilidad, aborda el deseo de Frida de ser madre, los abortos y su imposibilidad de llevar adelante los embarazos. Fue un tema que entristecía mucho sus días. “En El amor abordamos –dice Analía González– su vínculo con Diego Rivera. Más allá de las turbulencias de la relación, se casaron dos veces y estuvieron juntos hasta los últimos días. Revolución, aborda su afiliación al Partido Comunista desde los trece años. Ella fue una militante política activa hasta su muerte. En el cuadro escénico Cantina, investigamos la relación con su país y su folklore. Ella creía en la igualdad de clases y defendía los derechos de los aborígenes. Ahogaba sus penas en las cantinas, emborrachándose, cantando, entre la gente que, como ella, tenía un gran dolor. En esta escena, Frida tiene un encuentro con la muerte. Con Vestidos, trabajamos sobre el vestido como símbolo del exilio y del amor por su tierra. Ella amaba vestirse: ¡Decía que se vestía como para ir al cielo! Para finalizar, Sola. Aquí Frida se prepara para morir, abandonando su vestido de hierro, el armazón que la sostuvo a lo largo de toda su vida.”
Cada proceso creativo de una obra tiene una belleza única e irrepetible, como cada elenco, dice Analía González, y continúa: “El proceso de Pies... fue exigente y emocionalmente muy fuerte, ya que trabajamos mucho sobre el dolor como disparador. Frida tuvo una historia de vida intensa, difícil, dura, pero sin embargo ella supo generar belleza, color, alegría y energía. Nos resultó casi imposible, a mí y a los bailarines, no sentir que todos teníamos algo de Frida en nuestra historia. Por eso era intenso hablar de ella a través de nuestras propias vivencias. En los tres años que pasaron entre el estreno y la reposición de la obra, todos cambiamos. A la vez, vivo en un país que me permite expresarme, participar, debatir y siento que en este tiempo me involucré más. Estas cosas me llevaron a necesitar cambiar íntegramente algunas escenas. Mantuve la puesta, pero coreográficamente había mucho más para contar.”
¿Cómo experimentar con el movimiento para abordar la figura de Frida Kahlo? El trabajo realizado con la bailarina Liliana Cepeda pasó por la experimentación a través de corsés, muletas, sillas de ruedas y bastones. “Luego hubo que despojarse de los elementos y conservar el lenguaje corporal que se había descubierto en el proceso”, cuenta la directora. Pies pa’volar tiene un lenguaje contemporáneo, con momentos livianos y otros más exigidos, pero con una carga emocional intensa a lo largo de todo el espectáculo. Las músicas que atraviesan la obra son típicas de México. Desde Lila Downs o la dulce Lasha de Sela, el Trío Montealban, la temperamental Chavela Vargas o Juan Reynoso. Hacia la mitad del espectáculo se escucha en off por Lila Downs, pero como si escucháramos a Frida hablarnos, tal vez, desde el más allá: “Sí, se escuchan los ecos de tus palabras..., por eso te decía: tanto podré quererte, tan a mi manera. Hombre, divino claustro. Misterio el silencio, cumple tu tiempo”.
Pies pa’volar. Sábados de noviembre, a las 19. El Cubo. Zelaya 3053. 4963 2568. $40. En venta por Ticketek y en la boletería del teatro.
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