Viernes, 26 de noviembre de 2010 | Hoy
RESISTENCIAS
La Justicia procesó a siete personas por el crimen de Mariano Ferreyra. Pero, también, por la tentativa de homicidio de Elsa Rodríguez, la mujer baleada en Barracas, durante la pelea contra la tercerización de empleados ferroviarios. Madre de siete hijos, lleva adelante un comedor en el conurbano bonaerense y había participado del último Encuentro de Mujeres cada vez más convencida de luchar por todos los derechos.
Por Luciana Peker
Sus hijos la vieron llegar revolucionada. Venía del Encuentro de Mujeres de Paraná. De enfrentarse a la Iglesia, a una hilera de varones que rezaban como si pudieran invocar a María para abofetear la furia de fiesta que paseaba a mediados de octubre el desenfado femenino y colectivo de estar amuchadas y orgullosas. Era octubre y Elsa volvió así, entusiasmada. Pero octubre no terminaría así.
Elsa había venido de Uruguay, parido siete hijos y conocía las diferencias de clase como empleada en casas de familia. Ya había decidido luchar por la equidad entre los pobres y los ricos desde hacía ocho años. Y desde su vuelta de Entre Ríos también ella, que sabía (sin que se lo contara nadie) las marcas que deja la violencia contra las mujeres, estaba dispuesta a que su cuerpo sumara un nuevo revoltijo a Bariloche (donde está citado el encuentro 2011 de mujeres).
Pero antes de acarrear a las mujeres de su comedor en Berazategui había tareas pendientes. Por ejemplo, entre otras, entre muchas, acompañar a los trabajadores en lucha para frenar la tercerización de empleados de la ex línea Roca (a la que se oponía la Unión Ferroviaria) que reclamaban su incorporación a la planta permanente de los trabajadores del tren.
Por eso, Elsa fue, una vez más, a acompañar a sus compañeros, el 20 de octubre, a una protesta en Barracas. Mariano Ferreyra murió. Ella recibió otra bala, a sólo 100 metros de Mariano Ferreyra cuando se estaban replegando en vistas al peligro de la patota que los amedrentaba. La bala que la lastimó a ella y que asesinó a Mariano vino del mismo lado, de la misma balacera y gracias a la urgencia con la que llegó al Hospital Argerich salvó su vida.
Elsa tiene 56 años. Trabajaba en casas de familia y en geriátricos, militaba en el Polo Obrero desde el 2002. Y a pesar de tener sólo sexto grado aprobado leía cada vez con más devoción en la puerta de su casita del barrio Bustillo, de Berazategui, donde atendía un comedor. El 20 de octubre una bala le entró en la cabeza, a la altura de la oreja. Ahora sigue internada. Todavía está en terapia intensiva, pero ha evolucionado muy bien. Está prácticamente sin sedación. “Le salvaron la vida en el Argerich por la calidad médica y la rápida intervención. Pero estuvo en peligro por una semana. Se podría haber muerto si no fuera por la atención de los médicos y por el socorro de los compañeros que logramos convencer a una ambulancia que nos llevara hasta el hospital porque los patrulleros de la Policía Federal habían desaparecido, no solamente le dieron paso a la patota, sino que ni siquiera se prestaron a dar asistencia médica”, denuncia Eduardo Belliboni, militante del Partido Obrero, testigo de la causa y compañero de Elsa en el Polo Obrero.
La jueza Wilma López decidió, el miércoles 24 de noviembre, procesar –con prisión preventiva– a Cristian Daniel Favale, Pablo Marcelo Díaz, Juan Carlos Pérez, Jorge Daniel González, Francisco Salvador Pipito, Guillermo Armando Uño y Gabriel Fernando Sánchez. La magistrada dio por probado que “todos los intervinientes fueron previamente convocados con el fin claro de impedir (...) el corte de vías de los manifestantes”.
“El procesamiento es por homicidio calificado por Mariano Ferreyra y en concurso real por homicidio calificado en grado de tentativa en tres hechos: el de Elsa Rodríguez, el de Nelson Aguirre y Ariel Pinto (los tres sobrevivientes). Esto significa que mataron a Mariano, pero que hubo un plan criminal para intentar matar a Elsa, Nelson y Ariel. Y a los siete los procesaron por las cuatro personas”, señala la abogada Claudia Ferrero, integrante de la Asociación de Profesionales en Lucha (APEL) y patrocinante de las hijas de Elsa Rodríguez y de Nelson Aguirre.
Claudia dictamina: “Ella sufría y luchaba contra una violencia de clase, pero también estaba cada vez más entusiasmada con defender los derechos de las mujeres y era, en carne propia, una mujer con una vida muy dura: inmigrante (uruguaya), con siete hijos e indocumentada. Además de atender un comedor en Berazategui, de acompañar a los trabajadores para terminar con la tercerización y el trabajo en negro, también se había puesto como objetivo llevar a la mayor cantidad de mujeres el año próximo al Encuentro de Mujeres en Bariloche”. “En su barrio la reconocen como una persona con una gran conducta moral. Le han ofrecido el oro y el moro para que deje el Polo Obrero y siempre lo rechazó. Se convirtió en una referente. Y, hace más de cinco años, en la reunión de delegados de la regional de Berazategui, fue electa responsable de alimentos que es una tarea delicada”, la describe Belliboni.
Mariano está muerto. Elsa sigue en cama. ¿Hay justicia? “El fallo recoge nuestra postura de que se trató de un plan criminal. Es una sentencia impecable en las siete imputaciones y eso es lo mínimo esperable a esta altura del proceso. El único defecto es que minimiza la posición de la policía. El fallo dice que la policía fue sobrepasada y actuó negligentemente. Y, en realidad, la policía dictó una zona liberada. No fue sobrepasada”, dirime la abogada.
A Elsa las responsabilidades, esas que no se juegan en un escritorio, sino entre el polvo y la ausencia, no la sobrepasaban. Ni en esas noches donde en otros lados los fuegos brillan. “Si el gobierno entregaba material para Navidad ella se quedaba hasta último momento, hasta las diez de la noche del 24, para que nadie se quedara sin su bolsita navideña con un turrón o un pan dulce”, relata Belliboni.
Pero no era sólo la pata hacendosa de una organización social. “Elsa también empieza a tomar más conciencia política y a convertirse en una ferviente lectora. Se sentaba en su casita y leía el periódico de cabo a rabo para transmitirle a sus compañeros.” Entre sus revoluciones, Elsa también encuentra la revolución de la solidaridad de género. “Viajó al Encuentro de Mujeres en Paraná y volvió decidida a empezar a activar en su barrio en la lucha por el aborto legal, los anticonceptivos, la prevención del embarazo adolescente y la violencia familiar”, revelan sus compañeros de militancia.
“La figura de Elsa se reivindica por sí misma. Minutos antes de salir para Avellaneda ella dijo que tenía que ir para lograr que los tercerizados se reincorporen. Elsa es de esas mujeres que la gente no conoce, pero son las mujeres que ha dado la crisis del 2001 y que se colocaron en un lugar de batalla muy importante”, reivindica su compañero de lucha. Que también marca que Elsa está viva, pero podría estar muerta. “El mismo asesino que mató a Mariano, aparentemente, también es el que le tiró a Elsa.”
“Hoy Elsa es conocida porque está peleando por su vida en el hospital. Pero es una de las miles de mujeres que pelean por sus derechos. Ella peleó en el Encuentro de Mujeres defendiéndose de la Iglesia oscurantista y se levantó contra la violencia. Reclama que no existen casas para las mujeres, para protegerlas cuando un hombre les pega y las tienen que refugiar entre compañeras”, describe el testigo de la causa y de las luchas de Elsa Rodríguez.
Ahora a Elsa le mandaron saludos Carlos Tevez, Soledad Villamil, Ingrid Pelicori, Julieta Díaz y Leonor Manso. No tenía que ser baleada para dejar de ser anónima, Elsa lucha por ella y por todas. Su compañero la define, a ella y a las Elsas: “Es un símbolo de muchas mujeres que pelean en su barrio por su dignidad”.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.