DIEZ PREGUNTAS > A YUSA
› Por Laura Rosso
–La primera de todas fue “Mares de inocencia”, que la hice mientras estaba estudiando en el Instituto Superior de Arte, cuando estaba en la pura efervescencia de la juventud y donde me codeaba con estudiantes del área de plástica, danza, teatro, música, historia del arte y cine; en fin, un mundo maravilloso en el que era imposible estar ajeno a la creación. Eso, por una parte, y por la otra, le debo el empujón a Domingo Candelario, un gran amigo que me mostró un modo de decir que se ajustaba mucho con mi modo de ser. Desde entonces, los estímulos llegan a mí de todas partes, y por esas canciones logran salvarme la vida. Como diría un gran compositor cubano de mi generación: “un bolero que te salve la vida, un bolero que te cure la herida”.
–Lo de cantar siempre estuvo en mí, pues al estudiar guitarra solía ponerme a sacar canciones de los trovadores cubanos. Por ejemplo, cuando tenía seis años, mi mamá me pagaba un profesor particular que fue quien me mostró un vasto repertorio tradicional y popular de Cuba y extranjero. Entonces, en las fiestas familiares, siempre me pedían que cantara una de esas canciones aprendidas. Luego fui una de las compositoras y arreglistas de varias bandas de las que fui miembro. El día que empiezas, no paras más.
–Cada arte tiene sus virtudes, pero en el caso de la música tiene la ventaja de ser una de las artes que históricamente ha hermanado a la gente sin importar fronteras ni credos. Eso pasa también con las demás artes, pero hay un detalle importante y ese es el sonido que nos acompaña siempre; eso te hace escuchar de otra manera, sobre todo si esos sonidos salen de una voz y vienen ligados a un pensamiento común y al mismo tiempo no tienes que estar de acuerdo, lo que ha sido vital para el desarrollo de los movimientos culturales de las naciones. Evidentemente la música es otro sentido que cala en las personas y tiene su propia vida. No puedes controlar su curso y siempre llega.
–A través de la música he conocido culturas increíbles y su gente. Creo que me ha servido más de lo que pudiera decirte. Con la música pude convertir en canción mis ideas, alegrías y tristezas, y sobre todo ha tenido utilidad para el que la escucha. Alguna de mis canciones sirvió para enamorar a otros. ¿Qué más se puede pedir?
–Lo mejor es siempre poder llegar al final del concierto y ver que hubo una utilidad, y que desde el público salga una vocecita de un niño que te grita: “te amo”. ¡Muero de amor!
–Hasta ahora creo que esta es la más terrible: llegué a Chile directo del aeropuerto a una prueba de sonido rápida, pues el concierto comenzaba en una hora. Comienzo a sacar mis instrumentos para montarlos en el escenario y cuando abrí el estuche del bajo vi que estaba quebrado en el brazo; ese día me bajó hasta la presión. ¡Qué mal rato! Por suerte, apareció un músico que me trajo un bajo fantástico con el que pude hacer ese concierto. ¡Tremendo ese día!
–La necesidad de ser una fuerza mayor cuando estamos juntos. Me encanta narrar mi realidad, que sientan ese olor a mar que nos arrulla y suena en tambores batá para recordar a nuestros ancestros. Y sobre todo esa confianza de saber que ese día somos infalibles.
–Aprendo todos los días y eso algo totalmente atemporal. En estos momentos estoy estudiando los géneros musicales latinoamericanos y del mundo. El conocimiento siempre que pueda ser útil es bueno tenerlo. La vida sigue adelante y siempre algo nuevo te enseña. Lo aprendés aunque no quieras.
–Lo que tengo son unos nervios tremendos y una tensión por que todo esté en orden que no puedo pensar en nada más. Eso me sucede antes de salir. Aunque siempre trato de mantenerme combativa y enérgica. Sólo doy las gracias porque justo haré lo que más disfruto hacer: música.
–Quisiera ser madre en algún momento.
No perder nunca mi necesidad de ser mejor, que lo da el hecho de estar abierta al diálogo y el respeto por el otro.
Deseo que mi país se pueda desprender de sus ataduras externas e internas (que son las más dañinas) para que de una vez su gente pueda disfrutar de la libertad de elegir y cambiar para un futuro mejor.
* Yusa, compositora e intérprete cubana, forma parte de la nueva ola de músicos cubanos que condensan la tradición de su país con los sonidos del resto del mundo. En su música hay una mixtura de rock, jazz, pop, sonoridad brasileña y hondas raíces cubanas, como la rumba, la trova y el son.
Se presenta el 10 y el 17 de diciembre en el Caff, Sánchez de Bustamante 764. Localidades $ 45.
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