INTERNACIONALES
Jane Stageman es británica y sindicalista. Ha investigado y escrito varios trabajos sobre mujeres y sindicatos. Fue, además, votante de Tony Blair, y en esta nota explica qué reacciones suscitó en Gran Bretaña la decisión del líder laborista de sumarse activamente a la guerra, alineándose junto a Estados Unidos.
A la sindicalista británica
Jane Stageman, el argumento esgrimido por el laborista Tony Blair –que
Gran Bretaña debía sumarse activamente a la guerra contra Irak
porque Saddam Hussein representaba “una amenaza terrorista”–
para justificar la intervención británica en el conflicto la incomodó
desde el principio. Ahora que el capítulo Irak parece cerrarse y Estados
Unidos amenaza con seguir por Siria, Stageman considera que lo que se puede
hacer es insistir con la protesta. Confía en que la participación
ciudadana pueda seguir creando conciencia sobre la guerra en todo el mundo y
que a largo plazo las cosas cambien: “Estos procesos tardan mucho pero
a menos que nos conectemos y protestemos, no pasa nada”.
Stageman vive en Leeds, al norte de Gran Bretaña, donde los últimos
15 años fue gerente de una unidad de desarrollo del gobierno. Está
en Argentina desde hace 8 meses haciendo una especialización en management.
Es sindicalista del ASTMS, sindicato de profesionales. Y también, desde
fines de los 70, época en que en el Reino Unido hubo mucha lucha de las
mujeres para conseguir una mejor representación sindical, ha escrito
varios trabajos sobre mujeres y sindicatos. “Empecé a unirme con
mujeres y ver cuál era su experiencia dentro de los sindicatos. Me preocupaba
que las voces de las mujeres en los sindicatos no fueran las más escuchadas.
Y me di cuenta de que eran excelentes como sindicalistas pero que los varones
nunca las dejaban llegar a los puestos sindicales”, cuenta.
–¿Es laborista?
–No ahora (risas). Mi ideología está de acuerdo con los que
quieren conseguir mejores condiciones laborales. Mucha gente en el Reino Unido,
incluidos los de los sindicatos, han apoyado al gobierno. Sin embargo no coinciden
en cuanto a la guerra.
–¿Cuál fue el argumento de Blair, hacia el interior de Gran
Bretaña, para justificar su participación?
–Que él creía genuinamente que había una amenaza terrorista
de Saddam Hussein. Que él pensó que a través de esta acción
iba a poder ser una especie de intermediario entre Estados Unidos y la Comunidad
Europea. Sin embargo, porque muchos de los países fuertes de Europa estuvieron
contra la guerra, y porque afirmaron que no aceptarían una resolución
de las Naciones Unidas para apoyar la guerra, tuvo que elegir. Y eligió
apoyar a Estados Unidos.
–¿Cuál fue el rol de la reina?
–Ella no puede hacer comentarios públicos.
–¿Y el de la Iglesia?
–La Iglesia ha estado en contra. Habló muy fuertemente contra la
guerra y se unió en una cantidad de champañas.
–¿La Iglesia apoya a Blair?
–La Iglesia está separada de la política, por lo tanto no
apoya a ninguno de los partidos, no se mete en temas políticos pero hablan
de temas morales. Y este es un tema moral: en la guerra hay gente que es asesinada.
–¿La sorprendió la decisión de Blair?
–Sí, mucha gente se sorprendió. Pero la gran sorpresa es
la reacción masiva contra la guerra que viene de todos los sectores.
En el Reino Unido se produjeron las manifestaciones más grandes de todas
las guerras, antes y durante esta guerra. Las mujeres han estado muy comprometidas
en las marchas y manifestaciones. Es muy interesante porque muchas mujeres entraron
en la política en esta lucha contra la guerra. Muchas chicas jóvenes
o mujeres de clases altas se comprometieron. Hicieron manifestaciones con velas,
a través del silencio, escribieron cartas o firmaron pedidos a los representantes.
–¿Ha surgido algún grupo?
–Hay algunos grupos específicos de mujeres contra la guerra. Las
mujeres de negro es una organización global pero hay un grupo con base
en Gran Bretaña. Ellas empezaron con Kosovo internacionalmente. Hacen
vigilias silenciosas en todo el país. Hay un grupo formado por mujeres
iraquíes y no iraquíes, que tiene una agenda más amplia
que la guerra porque lo que quiere es que terminen todas las sanciones contra
Irak, porque las acciones de embargo han causado tanta pobreza y la guerra lo
empeora todavía más... Ellas empezaron antes de la guerra pero
ahora ampliaron su trabajo. Siempre ha habido en Inglaterra grupos que trabajaban
para la paz, entonces, ahora hubo una conexión entre estos grupos para
luchar contra esta guerra. Por ejemplo, cerca de Leeds, hay una base de misiles
de Estados Unidos y un grupo de mujeres se reunía porque no quería
esta base. Las mujeres rodeaban esa base con cosas que podían sobrepasar
la altura de ellas, por ejemplo, con barriletes. También se encadenaron
a las rejas.
–¿Siguen estando las bases?
–Una de ellas cerró.
–Bagdad cayó y las marchas o las cartas no parecen haber hecho mucho
contra la decisión de Estados Unidos.
–Pero hay que seguir haciéndolo. Si hay algo bueno que va a surgir
de esta guerra es la conciencia global de este tema. Mucha gente que empezó
a participar ahora se pregunta si el gobierno realmente tiene conciencia o sabe
cómo manejar las cuestiones globales. Una vez que la gente empieza a
asumir responsabilidades individuales toma conciencia de por vida. Para un país
rico como el Reino Unido, es muy importante que la gente se solidarice con otros
que no han tenido las mismas posibilidades y que presionen para que ocurran
cosas. Estos procesos tardan mucho pero a menos de que hagamos los links, las
conexiones, y protestemos, no pasa nada.
–Cuando la noticia es que Estados Unidos ahora puso la mirada en Siria,
¿qué piensa?
–Que hay que seguir protestando.
–Se está planteando un nuevo orden en el mundo. ¿Cómo
cree que esto afectará las relaciones laborales?
–Es difícil de decir. Pienso que el rol de las Naciones Unidas es
muy importante en las próximas semanas o meses porque hasta el momento
hay dos caminos. Blair parece querer que las Naciones Unidas estén más
involucradas en esto. Y esa relación es muy importante para trabajar
el nuevo orden internacional
–¿Votó a Blair?
–Sí. El gobierno de Blair hizo muchas cosas buenas. Ha hecho mucho
para crecer el sector público: los servicios de salud, las escuelas,
trabajó con los sindicatos. Y la guerra es realmente la primera gran
diferencia.
–¿Lo volvería a votar?
–Lo pensaría muy cuidadosamente.
Sindicatos y mujeres en Gran Bretaña
A Stageman
le parece un logro “impresionante” que se haya aprobado la Ley de
Cupo Sindical en Argentina, que establece que todos los sindicatos deberán
tener en las elecciones una representación de un 30 por ciento de mujeres.
En Gran Bretaña, explica, la ley permite “acciones positivas”
pero no insiste en su cumplimiento. Desde 1975, hay en ese país una legislación
de igualdad de oportunidades que da derecho a tomar acciones positivas en algunos
sectores. Desde entonces los sindicatos pueden elegir incrementar las cuotas
de mujeres. “Pero hoy las mujeres tienen que hacer campañas en sus
sindicatos diciendo que usen esta legislación. El sindicato UNISON, el
más grande de Gran Bretaña porque representa a todos los empleados
públicos, fue el primero que adoptó esta medida, en 1993 -comenta
Stageman–. Pero aún cuesta lograr que los varones acepten que lo
que ellas plantean va en serio. Ha llevado 7 años lograr una representación,
en comisiones clave, proporcional a su membresía (70 por ciento) en el
sindicato. Sin embargo, este cambio ha significado que la cultura de los varones
esté finalmente cambiando”, dice.
Según Stageman, el problema más grande para los sindicatos es
el bajo nivel de organización. Por eso el Trades Union Congress, una
organización paraguas del tipo de la CGT, creó una escuela para
formar organizadores sindicales.
A pesar del desarrollo del sector, si bien hay igual cantidad de mujeres que
de varones en las fuerzas de trabajo, las mujeres ganan 3/4 partes de lo que
ganan los hombres. “El movimiento sindical de Gran Bretaña contrarresta
este aspecto a través de un programa de alcance nacional para capacitar
la mayor cantidad posible de trabajadores como Representantes con Igualdad de
Salario –comenta–. Tiene el derecho automático a participar
de cualquier negociación. Otra estrategia consiste en alentar enfoques
de partnership (asociación de iguales) con los empleadores. Se usaron
argumentos para convencer a los empleadores de que resulta un buen negocio adoptar
políticas de igualdad en el trabajo. Por ejemplo, disminuyen las ausencias
por enfermedad y se construye una fuerza de trabajo comprometida, flexible y
motivada.”
Hay algunas medidas muy positivas en cuanto a licencia de maternidad y paternidad.
Por ejemplo, acaban de introducir licencia parental. “Madres y padres pueden
tener tiempo libre antes de que los chicos cumplan 5 años”, dice.
Y después de los cinco años pueden conseguir trabajos con horarios
flexibles. Esto más allá de que cuando el bebé nace la
madre tiene 6 meses de licencia con algún tipo de pago.
“No quiero dar la impresión de que todo es perfecto. También
hay todo un problema con el cuidado de los chicos. Las familias se han ido mudando,
cada una tiene sus necesidades, entonces hay menos ayuda familiar y las guarderías
no son suficientes. Y si las mujeres no tienen quien se quede con los chicos
no tienen cómo acceder a su derecho a trabajar”, agrega.
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