Viernes, 24 de diciembre de 2010 | Hoy
VISTO Y LEíDO
La poeta Paulina Vinderman presenta un nuevo libro de poemas, Bote negro, un atentado de luz contra toda oscuridad.
Por Silvia Ortiz
Georges Braque pensaba que en arte sólo es válido un argumento que no puede explicarse.
Paulina Vinderman elige un bote negro para dejarse arrastrar en la incerteza misma del vivir. El paso del atardecer a la noche, el de la noche hacia el alba, conforman el acto mismo de su creación: “Siempre dije que la poesía es una linterna, un fanal que ilumina los rincones sombríos de la existencia, pero también es abrir los ojos en lo oscuro, reconocer incluso los distintos colores de la oscuridad”.
La poeta Paulina Vinderman acaba de regresar, luego de ser presentada la edición mexicana (“Vaso Roto”, México-España) de su recientemente publicado Bote negro (Alción Editora). Las presentaciones fueron en el Encuentro Internacional de Escritores de Monterrey y en la Feria del Zócalo (DF). Ella, que ya había obtenido el Primer Premio Municipal de Poesía 2002-2003, entre otros galardones, ahora verá distribuido en España su último –décimo– libro.
Paralelamente, la Universidad Autónoma de Nuevo León y Posdata Ediciones publicaron la Antología, que reúne una selección de sus insoslayables poemas: “Los gansos salvajes”. Desde este título, es notorio que su poética remite a un “encantamiento de lenguaje para enfrentar un mundo desencantado”. En ambas ediciones, Vinderman refiere a “la infinitud y la perplejidad existencial”, además de la conciencia de la escritura.
Como afirmara el destacado crítico mexicano Juan Carlos Calvillo, “la poeta nos recuerda que el poema no es sólo experiencia humana hecha lenguaje sino, ante todo, lenguaje que se vive como experiencia... Sus poemas recuerdan la hermosa modestia de los antiguos grabados orientales vueltos a menudo a uno mismo con tan sólo encuadrarlos en la incertidumbre del tiempo y la cercanía de lo amado”.
En este libro, la escritura es objeto de especulación filosófica, al tiempo que el día a día y el pasado se atropellan dejando unas piedritas a su paso. Unas piedritas llenas de belleza y de verdades que las semejan a amuletos. Encendida y honda poesía que conjura la pérdida.
“No hay fronteras en el país de la memoria –escribe Paulina Vinderman–. El poema es una tierra sin distinción, donde marzo / es tan prometedor como noviembre.”
En el recorrido mágico a bordo de este bote negro, se vive en el poema:
“Viajaré por la página de la noche sin mentir, / viajaré otra vez por mi río barroso que se cree mar”.
Escribir para vivir, crear para entender. La poesía de Vinderman configura el mundo.
En la actualidad, Paulina Vinderman, además de ultimar su próximo libro, traduce Dickinson, Plath, Ondaatje, entre otros poetas de habla inglesa, para diversos medios literarios y, como ella dice, “por puro placer personal”, además de sus clases y seminarios.
Amelia Biagioni sostuvo sobre Vinderman que es una de las voces contemporáneas más trascendentes de nuestra poesía argentina escrita por mujeres.
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