Viernes, 14 de enero de 2011 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS > SILKE *
Por Cecilia Alemano
–Es la primera vez que una mujer recibe este premio y es la máxima distinción que una puede obtener en nuestro país. Cuando se es muy joven se necesitan los premios para tomar más confianza y ser creíble. Después llega un punto donde uno más o menos, no hace la diferencia y en cambio cobra más importancia la sinceridad de la propia obra. Pero este premio me conmueve especialmente porque fue dado por mis pares, que son los más críticos.
–No tuve en cuanto a lo textil, pero sí me formé en la pintura. Nací en plena guerra en Viena y mis juguetes –porque no había nada de nada– eran las telitas que le sobraban a mi madre, que era costurera. Vine a la Argentina a los seis años. Después, como mis dos padres trabajaban, vino una profesora de Bellas Artes de Munich y nos crió. En esa síntesis está la génesis. Después llegó el momento de elegir una profesión y era esto, no había alternativa.
–Es mi nombre de bautismo, el único. Es escandinavo, y quieras creerlo o no, significa “seda”. Hay un dicho en latín que dice “Nomen omen”: el nombre es un presagio. En mi caso se cumplió.
–Porque ser creativos desarrolla nuestra libertad interna. Nos lleva por el camino de la autenticidad, desarrolla nuestra imaginación, la fantasía, ayuda a escuchar los propios sueños y nos alienta a hallar lo más profundo en nosotros. Nos hace sentir menos miedos, nos enseña a convivir con el error, y a saber, ante un impedimento, que alguna idea se nos va a ocurrir. Nos conecta con el universo y con la fuente. Ojo: esto no aumenta tu sueldo, pero después, por defecto, suele llegar el crecimiento material.
–Aunque el fin sea otro, la fuente es la misma. Se trata de “hacerse canal”: ser uno con la fuente universal. La chispa divina que nos regala el Uno, el Padre celestial. Somos criaturas, fuimos creados, somos procreadores y creativos. Y esa creatividad está disponible para todos, no importa el uso que le demos. Siempre tiene que ver con libertad interna, con escucharse, ser auténtico con uno mismo, bajar los decibeles del miedo y del qué dirán, y tomar al error como aliado.
–Trabajamos con experiencias físicas propias que sirven para encontrar sus potenciales. Después los vuelvo a unir con mucho cariño para que se vayan ordenaditos a casa (ríe).
–¡Sí! ¡Se van muy movilizados! Lo que hago es enseñarles el camino por el que yo misma llegué a mi potencial. Pasé por todos los altibajos habidos y por haber. Creo que si encontramos un camino que sirve, también tenemos la obligación de dar los códigos y vías para que otros lo puedan transitar.
–En la parte de arte textil les hablo más a mujeres. Esa preponderancia femenina es muy llamativa en Argentina, al contrario del Hemisferio Norte. Creo que es un tema de desarrollo, de toma de conciencia. Muchas veces no saben lo que les espera. Y yo les digo “Te felicito por el coraje” (ríe). El que se anota para un taller ya tiene ganas “de”. Tengo médicos, abogados, escribanos, arquitectos, artistas... Diría que es una hermosa combinación entre desbloquear las limitaciones, sentir en el propio cuerpo el potencial e incluir automáticamente el cariño. Después llegan la euforia y otros aspectos muy hermosos de las personas.
–Relativizamos la exigencia externa para dar énfasis a nuestra joya interna. Los pedidos del afuera y la autoexigencia a menudo aniquilan quién soy yo. O lo paralizan. A lo largo de la vida vi que hay dos autoexigencias: una que no me sirve para nada, y otra que es maravillosa. La primera me frustra de antemano. “No vas a llegar, vas por mal camino, no vas a cubrir las expectativas”. Pero hay otra que es buenísima, cuando te dice “Dale, vas por buen camino, seguí, luchá... adelante”.
–Fue hace unos 35 años. Primero lo hacía como todo el mundo, trasmitiendo conocimientos, técnicas. Después me aburría. Entonces me pregunté qué hacía yo para que mis talleres rebasaran. Me di cuenta de que estaba incluyendo mis propias formas de llegar a mi imagen. Cuando a mí se me abre una puerta, me digo “Ah, ¿cómo fue?” y después intento brindar a otros ese recorrido.
* Silke es austríaca, radicada en Argentina. Artista plástica orientada al arte textil, ofrece talleres de creatividad hace más de 30 años y es coautora junto a Alejandra Benítez de Testigos o protagonistas. Claves para desarrollar la creatividad (El hilo de Ariadna) que se consigue en Tiendamalba o a través de su web: www.silke.com.ar. Obtuvo el premio a la Artista del año 2010 en Artes Visuales.
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