ESPECTACULOS
Después de recibir un trasplante de hígado y de
experimentar todas las arrasadoras emociones que una situación límite así supone, Adriana Aizenberg vuelve al escenario en Loca por Lara, un musical alucinado en el que brilla como siempre.
› Por Moira Soto
Del canal veneciano a
la peatonal Florida
¿Extrañás
un poquito a la Gringa de Venecia después de tantos años de intimidad
con ella?
Te digo que sí: cuatro años con esa Gringa tan humana, una
vieja ciega de ochenta que sobre el final se convertía en una chica de
veinte que revive una ilusión romántica. Una joya de puesta, la
simplicidad llevada al nivel de obra de arte, una conjunción perfecta
de elementos. Y el público lo reconoció: varios años en
cartel, viajes a distintos festivales internacionales con increíble repercusión.
En España hicimos además una gira de quince provincias. Mérito
enorme de Helena Tritek, de su fina sensibilidad, de su visión poética.
Sus indicaciones para mí fueron esenciales. Pero el 14 de febrero de
2002 tuve que parar todo. Estábamos entre Mar del Plata y Pinamar.
Pasaste un año sabático a tu pesar...
Sí, de meditación trascendental (ríe A.A.). Es decir,
comiéndome las paredes. Pero bueno, había que esperar. Seguí
leyendo mucho, yendo al teatro. Y ahora que estoy sana no me para nadie.
¿Cuándo empezaste a volverte loca por Lara?
Kado y Sergio me hablaron de este proyecto el año pasado, y a mí
me atrajo mucho. Cuando la cosa empezó a concretarse, todavía
esperaba ese trasplante. Leí el libro y no me quedó otra que esperar
que me llegara pronto el órgano para poder hacerlo. Ellos decidieron
esperar conmigo, fueron muy gentiles y confiados. Por suerte, la operación
se hizo a fin de año, y me dijeron que en cuatro meses podría
estar en actividad. Así que empezamos a trabajar de a poco en febrero
en mi casa con los temas musicales, después pasamos a los ensayos en
el teatro.
Vos has cultivado géneros musicales tan diversos, ¿qué
emociones te provocaba este compositor y poeta llamado Agustín Lara?
Es verdad que me gustan todas las músicas, clásicas y populares,
siempre que tengan calidad. Creo que la música es un lenguaje universal
maravilloso, que nos vuelve mejores seres humanos. Tenía muchos discos
de Toña la Negra, de Chavela Vargas, los boleros me atraen desde chica.
Lara me encantaba, pero no sabía que era un autor tan prolífico,
autor de Granada, de Madrid, Madrid, Madrid, que escribió
sin conocer personalmente España. De los temas que están en la
pieza, yo sabía hacer Solamente una vez y Pecadora,
los demás los tuve que aprender. Y ahora tengo una interpretación
personal de cada uno, hacemos un popurrí de boleros. Bueno, nadie más
personal que Lara para cantar ese género, con una voz pequeña
que compensaba con enorme emoción. Me he dedicado a escuchar con mucha
asiduidad cantantes como Toña la Negra, tengo su mismo registro de voz
y agarro unos graves que me fascinan... Toda la época de Lara está
muy ligada a toda la cosa hollywoodense, las mexicanas del cine se pintaban,
se caracterizaban mucho, entre el folklore y el exotismo. Y a las estrellas
tipo Lana Turner, Veronica Lake, se les acentuaban sus atributos: mucho brillo,
mucho pelo, mucho cigarrillo. Toda esa iconografía me parece que está
reflejada en Loca por Lara, tiene la impronta que tenía, por ejemplo,
Carmen Miranda. En la obra hay un momento en que parezco Dolores del Río,
de mexicana, peluca negra, la flor, maquillada que es una yesería la
cara, el sombrero, el rebozo, una virgen de lentejuelas en la falda, en fin,
un kitsch delicioso, preciosista; Sergio y Kado han sido extremadamente cuidadosos
con cada detalle. No te puedo explicar lo que han trabajado de manera artesanal,
con gran profesionalismo.
¿El relato alude a la realidad actual?
La historia transcurre en esta época, comienza en esta calle Florida,
esa corte de milagros, que tenemos ahora. Rosa está ahí como una
clocharde, con un grabador que le sirve de pista para cantar. El personaje tiene
toda una evolución cuando un profesor de piano la invita a la casa y
le propone que hagan algo juntos, una especie de Pigmalión que le va
a enseñar algunas cosas. El intérprete, Alejandro Goldberg, es
muy joven, muy buen músico, con un encanto personal muy grande. Creo
que se desenvuelve muy bien: además de actuar, toca el piano, el acordeón,
canta alguna cosita... No es fácil encontrar a alguien que reúna
todas esas condiciones. Kado y Sergio tienen esa vertiente tan musical y saben
teatralizarla, yo les canto todo, hago lo que me pidan. Entrá como
Estela Raval, me dicen y yo cumplo. Y cuando ya de mexicana bajan las
palmeras con purpurina, me acerco, mucho hombro, muy posesionada. Mirá,
creo que si una se divierte, divierte al público. Y yo estoy disfrutando
a pleno de este espectáculo que tiene de todo emoción, color,
humor, siguiendo el desarrollo de este personaje que pasa por distintas
etapas, primero interpreta de una manera, después de otra, hasta que
culmina con Granada. Y ahí hay que cantar, sí o sí.
¿Ella cree de verdad que es la hija de Agustín Lara? Porque
hay como un mito mundial acerca de gente que se adjudica una identidad. Acá
tenemos a la hija de Perón, por caso...
Sí, Rosa lo cree firmemente y defiende a muerte esa posición.
No hay vuelta de hoja, ella dice que tiene pruebas y esto lo va a sostener hasta
el final: cartas, el diario de la madre, fotografías. Alguna vez la han
tomado por una mujer que no estaba en su sano juicio, pero ella no cedió.
Seguro que no está loca. También es cierto que es capaz de adornar
la realidad y al cierre actúa como toda una diva que está en un
gran teatro, aunque se presenta en una sala modesta. Es que ella tiene su mística
y se cree una estrella absoluta del firmamento musical.
Por lo visto, no te vas privar de nada que te apasione en esta etapa.
Claro que no. Ahora enfrento con todo dos desafíos importantes.
En Loca por Lara es muy grande la exigencia, no sólo desde la construcción
delpersonaje y del cantar sino también desde el atrás de las candilejas:
es como otra puesta en escena, los cambios complejos de vestuario y maquillaje
a toda velocidad. Pero me siento feliz y segura hasta un punto, creo que va
a gustar como nos gusta a nosotros, tiene esas canciones que son un deleite
y que ahora también les están interesando a los jóvenes.
Es que a ciertos boleros sobre todo si son de Lara no hay con qué
darles. Son inmortales, universales. A mí personalmente me pegan bien,
me siento en mi salsa, muy comprometida. Y pienso seguir en este tren hasta
los ochenta, siempre va a haber un papel para mí, al menos eso espero...
Y ni loca me arreglo la cara. No me toco nada. Creo que hay algo de espesor,
de riqueza, que se consigue con la edad, la experiencia, el escenario. No pienso
borrar esas huellas expresivas.
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