Viernes, 16 de mayo de 2003 | Hoy
LETRAS
Leonor Silvestri y Eleonora Tola, fanáticas del latín, crearon hace unos meses “El Círculo de Mesala”, un proyecto independiente que busca internarse en las letras clásicas, pero por ahora en las más cachondas: bucean en textos eróticos antiguos.
El lado salvaje
Creemos
que tenemos una deuda y un compromiso con la sociedad argentina por haber pagado,
a través de sus impuestos, nuestra educación, y que debemos devolverles
eso mediante nuestro trabajo no sólo a nivel académico sino, también,
a nivel público y general, sin descuidar el nivel de nuestra investigación,
reza una suerte de manifiesto fundador que Eleonora y Leonor delinearon a la
hora de empezar a programar las charlas (abiertas y gratuitas) para un público
dispuesto a atender encuentros interdisciplinarios y, sobre todo, dialogar con
esos textos. Y las chicas, puestas a moverse y generar respuestas (que reciben
en [email protected]), algo de atención han prestado a que todos
los detalles vayan sumando puntos para diluir cualquier fantasma solemne capaz
de merodear a esos escritos de más de dos mil años; por algo,
digamos, su programa de actividades presenta títulos como Sexo,
mentiras y poesía (sobre la elegía erótica) o Leer,
escribir y publicar. El duro trabajo del escritor antiguo (sobre la producción
y circulación de los textos en la antigüedad).
Leonor Silvestri: Lo primero que hicimos, en realidad, fue el mito de
Orfeo, con una lectura disciplinaria que combinaba filología clásica
con psicología, que proponía a Orfeo como el arquetipo de la neurosis
compulsiva. Ese mito lo vimos en la representación de Ovidio, en la Décima
Metamorfosis, y a partir de ahí planteamos el corte interdisciplinario.
Sobre eso, después hicimos la proyección del mito en la literatura
contemporánea.
Eleonora Tola: En esa charla, también estuvimos leyendo y comentando
poesías, pero en traducciones nuestras. Con el mito de Medea hicimos
algo parecido, planteando desde el enfoque interdisciplinario la cuestión
de la maternidad. Porque Medea es como el arquetipo de la mujer salvaje
que se rebela al orden social, al orden simbólico, y que, entonces, revierte
esa situación matando a sus hijos para vengarse del marido, que la abandona.
En todos los casos, la perspectiva interdisciplinaria te permite entender los
textos desde ángulos distintos.
Pueden enumerar con un fanatismo memorable todos y cada uno de los temas que
fueron abordando de un tiempo a esta parte. Los textos de Catulo y el léxico
de género que puede rastrearse a lo largo de algunas de las frases más
venenosas y menos corteses de la historia literaria romana, las palabras que
Ovidio escribió durante su exilio (con lo que fundó, recalca Eleonora
que acaba de doctorarse precisamente trabajando esos textos, la
literatura del exilio en Occidente), y miradas múltiples sobre los mitos
(cada autor selecciona un fragmento de los mitos según sus elecciones
estéticas, no es lo mismo Medea para Eurípides que para Ovidio
o Séneca) y su influencia sobre la cultura contemporánea
también encontraron su lugarcito bajo los reflectores en las fechas que
las chicas organizaron lecturas en Cabaret Voltaire (el lugar propio que el
grupo de chicas poetas Zapatos Rojos supo armarse desde el año
pasado) y la Boutique del Libro.
¿Por qué empezaron a hacer esta movida?
E.T.: Queríamos crear un espacio nuestro independiente del marco
académico de la facultad, proponer una alternativa de acercamiento a
la gente. La gente a veces se desconecta porque este tema se mantiene anquilosado,
muy poco actual. Y nosotras queremos mostrar la actualidad desde otra perspectiva.
L.S.: Hay otra cuestión, además, que es en manos de quiénes
estaban, en el mundo, las lenguas clásicas como saberes. A veces, parece
que fueran un bastión de la derecha, pero no tiene por qué ser
así. Es necesario que la gente se acerque, porque si no los textos se
pierden. Y también queremos rescatar textos que son los menos conocidos,
como las Trisias, de Ovidio, que tradicionalmente hay una política de
tratarlas como textos menores. O las poesías de Catulo, que a veces ni
figuran en las ediciones eruditas porque tienen un lenguaje obsceno. A Catulo
le gusta la obscenidad, son textos en donde le dice a una persona que la va
a culear, ¡y ésa es la palabra que usa en latín! Claro que
no se traduce así. Eso pasa porque las letras clásicas siguen
siendo lo inmaculado, el querubín... Todavía existe ese prejuicio
de que es una cosa demodée, a la que se dedican solamente unos viejos
retrógrados que no tienen nada para hacer. En mi caso, yo me puse a investigar
Catulo porque descubrí que es el más contemporáneo de los
autores clásicos: es una poesía intimista, autobiográfica,
que intenta ser verosímil. No es que él esté escribiendo
cosas verdaderas, sino que intenta que te creas que sí. En ese sentido,
es muy parecido a lo que hace Silvia Plath. Y el punto es ése: vos podés
hacer un cruce con un autor que es dos mil años posterior sin ningún
problema, sin mediación, como si estuvieras trabajando dos autores modernos.
Catulo, además, trabaja el amor, es muy romántico, pero también
es muy malo con la gente que no quiere. Y tiene un trabajo muy lexical, insulta
a todo el mundo. Es muy interesante, pero a mucha gente no le gusta porque no
es la alta cultura. En su vida, él es representante de la
alta cultura, su familia es una de las más importantes de Roma, peroalgunas
de las cosas que escribe tienen el lenguaje de la calle, de la vida cotidiana.
Por eso tampoco suele verse el insulto que hace contra el César, como
cuando amenaza a un amante del César al que odia por algún motivo
y lo llama mentula. Y mentula no quiere decir pene ni
miembro viril, sino pija.
E.T.: Ese insulto, por ejemplo, tiene todo un trasfondo, una connotación
sociológica y de género. Pero no tiene traducción. Por
eso nuestro punto de partida siempre son los textos. Queremos que la gente se
acostumbre a eso. Que cuando lea alguna traducción, se interese por ver
la fuente tal cual es. En el caso del latín tal vez sea un poco más
difícil, pero una puede ser crítica de lo que lee.
L.S.: En lenguas clásicas, hay mucha mediación temporal,
por eso son tan difíciles de traducir, porque hay una serie de competencias
culturales que ellos tenían y nosotros ya no. Pero para muchas cosas
es necesario conocerlas. Y además, te da un método de trabajo
para la poesía. Tiene mucho que ver con el trabajo de la sonoridad de
cada fonema dentro de cada palabra de cada verso. No se puede trabajar poesía
latina o griega sólo con el contenido: la poesía es sonido, y
el sonido y la forma son contenido. Por eso hay tantas disciplinas para las
que el conocimiento de lo clásico debería ser imprescindible,
como pasa con los filósofos contemporáneos.
E.T.: El trabajo desde Lacan hasta los posestructuralistas, el trabajo
que hacen de las etimologías y los cambios de palabra surgen de ahí.
L.S.: O Adorno, que tiene todo un capítulo de Dialéctica
del Iluminismo basado en un trabajo sobre La Odisea, justo antes del de Sade.
¿Y cuánta gente leyó Sade que no leyó La Odisea?
Es un clásico súper moderno.
Vuelven a la carga: las letras clásicas son Passolini, no un saber anquilosado
que ya ha dado todo lo que tenía para decir. Son Passolini, dicen, porque
se acuerdan del vapor de los personajes de su versión cinematográfica
de Medea.
L.S.: En la película todos los personajes están cagándose
de frío, porque en el texto de Ovidio, no en el de Eurípides que
se toma como clásico, Medea vive en un lugar donde hace mucho frío.
Passolini vuelve a construir esto del frío. Entonces, ¿qué
leyó Pasolini? Leyó Ovidio, leyó todo Ovidio. Y las letras
clásicas son eso.
"Cuentos de amor, de locura, de muerte: Orfeo, Pigmalión y Narciso", el próximo encuentro de "El círculo de Mesala" será el sábado 31 de mayo a las 18.30 hs en la Boutique del libro (Olazábal y Triunvirato).
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