Viernes, 22 de abril de 2011 | Hoy
PANTALLA PLANA
Cathy Jamison, la protagonista de la estupenda serie The Big C, se topa de pronto con la noticia de que tiene cáncer de mama en fase 4. Y decide beberse la vida a grandes y pequeños tragos, realizando caprichos, recuperando sueños de antaño, cultivando el humor negro, previendo el futuro de la gente que ama.
Por Moira Soto
Salvo los condenados a muerte en países (alguno presumiblemente democrático) que mantienen la pena capital, y los suicidas que premeditan su final sin recular, sabido es que nadie conoce la fecha exacta de su muerte. Ni siquiera Cathy Jamison al enterarse de que tiene un cáncer en fase 4, es decir, terminal. Cuando aprieta a su joven y novato oncólogo para que le dé precisiones sobre el tiempo que le queda –“necesito saber, tengo que planificar mi vestuario”–, él le responde: “Un año, quizás un año y medio”. Ella querría más, claro, quién no. Entre el desconcierto y el shock se permite bromear y hasta coquetear con su médico que le habla de tratamientos. Cathy se resiste, agita su dorada melena: “Siempre me gustó mi pelo, lloro un poco cada vez que lo corto...”.
Cathy Jamison es la protagonista de la serie The Big C que acaba de culminar por HBO y que probablemente ha de repetir en alguna señal del cable básico, amén de existir otras opciones (alquilarla, mirarla por Internet, etcétera) para ver la primera temporada antes de que llegue la segunda, ya en marcha gracias al suceso inicial de esta comedia negra, dramecomedy, tragicomedia o como gustéis llamarla, donde el cáncer no es más que un pretexto para hablar de la brevedad de la vida en general y de lo que hacemos con ella, de lo que ella hace con nosotros/as... Desde luego, la originalidad de The Big C no radica en proponer a alguien enfermo terminal que dispone de la última cuota de vida a plazo fijo, y entonces decide cumplir antojos y dejar algunos deberes hechos. Son muchas las películas y las series que han desarrollado estas situaciones con distintos enfoques, desde el humor negro más desquiciado a la demagogia descarada y total.
The Big C, con formato de sitcom por su duración (media hora cada capítulo), logra inteligentemente mantener el fragilísimo equilibrio entre la risa y la lágrima, la ligereza y la gravedad, la frivolidad y la profundidad. En verdad, el cáncer no es más que el pretexto para recordarnos la finitud de la vida, la inevitabilidad de la muerte, el tiempo que se nos vuela, los deseos incumplidos, los ideales desatendidos... Por otra parte, a través del retrato complejo, comprensivo e indulgente de cada uno de los personajes –empezando por la imprevisible y cautivadora Cathy que aborda Laura Linney–, la serie nos va llevando casi imperceptiblemente a reconocer que todos/as somos un poco (o bastante) ridículos/as, caprichosos/as, inconsecuentes, obtusos/as... Lo suficiente como para no tomarnos tan en serio ni siquiera en los momentos más penosos y desesperados. Porque la paradoja es que ese no darse importancia ni guardar compostura respecto de la idea que se tiene de uno/a mismo/a puede significar estallar en risas por una absurda contradicción, o en llanto desconsolado, como lo hace Adam –el adolescente hijo de Cathy, que la va de duro y desamorado– en una circunstancia altamente emocionante que sería pura perfidia revelar a quienes aún no vieron esta recomendable tragicomedia.
La serie creada por Darlene Hunt, en la que participan varias mujeres en producción y escritura, llega con el sello de Show Time (Nurse Jackie, Weeds, United States of Tara). Es decir una marca que da cabida a personajes femeninos cuarentañeros, con vidas complicadas, que se salen del molde housewife todo bien, todo en orden. En el caso de The Big C, la propia actriz que protagoniza, Laura Linney –graduada en la Academia Julliard, que ha dado memorables pruebas de su talento en cine, teatro y TV–, también cubre el rol de productora ejecutiva, muy comprometida con este proyecto. Desde el vamos, la intención de Hunt y Linney fue que la serie durase cuatro temporadas, siguiendo el curso de las cuatro estaciones: obviamente, el plazo de vida que Cathy decide vivir a su manera, en el día a día, y también dejando algunas cosas previstas para el futuro. El verano toca a su fin en el cierre de la primera temporada. Por ahora tenemos el otoño asegurado, gracias a la buena repercusión de estos 13 capítulos. Ojalá pasemos también el invierno y lleguemos a la primavera considerando que, como le dijo Cathy al doctor Todd, el vestuario está preparado.
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