Viernes, 8 de julio de 2011 | Hoy
COSAS MARAVILLOSAS EN VACACIONES II
Un poco de torpeza, un poco de vergüenza son ingredientes para una historia de amor contada en clave de comedia musical para niños y niñas que ya saben algo de eso.
Por Sonia Jaroslavsky
Para la directora y bailarina Silvina Grinberg y el clown, director y dramaturgo Claudio Martínez Bel la relación del lenguaje de la danza y el clown son un gran complemento: uno tiene la comicidad, la ternura y la torpeza y el otro maneja el detalle, lo onírico y lo poético. Ambos, dicen, generan un mundo reconocible, cercano y sensible.
De fondo, las ventanas de los departamentos donde viven los alumnos y los maestros de una escuela pública. Al frente y en el centro, el patio de la escuela que rápidamente se convierte en aula. La maestra (María José Gabin) solicita a sus alumnos animarse a ensayar una coreografía para el típico acto de finales del año lectivo. Ella sale y entra del aula y suspira mucho; es que está muy enamorada del maestro de matemáticas (Claudio Martínez Bel), que resulta más bien retraído. Encuentros y desencuentros amorosos de los maestros serán también los de los chicos. En una edad —transitan 6 grado— donde los chicos y las chicas en plena preadolescencia quieren acercarse —pero no saben cómo—, la torpeza, la vergüenza y los enfrentamientos de bandas de chicas y de chicos colmarán el centro de la atención. Marisa (Sofía Martínez) y Simón (Andrés Molina) están enamorados y quieren ser novios, pero tampoco saben muy bien cómo hacerlo y qué hechos concretos contiene esa palabra. Tampoco quieren recibir la famosa cargada y el cántico coral: ¡está de novio, está de novia! Es que es tan en serio lo que les pasa que casi casi que pende de un finísimo hilo sostener esa prematura sensación amorosa. Las alumnas a cargo de Bárbara Alonso, Celia Argüello Rena, Luz María Congiusti y Macarena Orueta y los alumnos interpretados por Fernando Ganino, Franco La Pietra, Daniel Núñez, Julián Pucheta y Cristian Vega acompañan a los protagonistas viviendo todo lo que les pasa como si fuera en carne propia, porque saben que tarde o temprano ellos y ellas atravesarán esos sentimientos.
Marisa y Simón es un musical en clave cómica que de a poco y hacia el final explota en su esencia y homenaje ochentoso: canciones pop propias de los ‘80 que van desde Michael Jackson hasta Billy Idol, pero también temas del cuarteto Kronos Quartet editadas por la misma Grinberg y Mariano Cossa. El vestuario, a cargo de Analía Morales, es funcional y con telas con linda caída: por un lado juega con el típico guardapolvo blanco pero también siguiendo la línea ochentosa esconde en sus pliegues coloridas telas preparadas para desplegar cuando se enciendan los cuerpos con sus coreografías. La escenografía de Mario Pascullo también resuelve con simpleza y funcionalidad dejando que el espacio se habite por los cuerpos en la escuela, en sus casas y en estado de baile. La idea de Silvina era justamente tomar como punto de partida una escuela pública: “y al amarla, los útiles, los guardapolvos blancos, los pupitres queríamos que pudieran verse vistosos y bellos”.
Acerca de cómo crear hoy un espectáculo infantil, la directora y el dramaturgo responden: “Más bien siempre nos planteamos producir un espectáculo dirigido a toda la familia. Para lograrlo orientamos la búsqueda en la improvisación y generamos el juego y los códigos de adultos divirtiéndonos como niños”. Claudio Martínez Bel, maestro de clown, cuenta que al ponerse a jugar, “desde nosotros mismos, poniéndonos en ridículo y contando la historia, fueron surgiendo solos todos los guiños al público adulto. Partieron desde la necesidad de que sea una obra que puedan compartir el grande y el niño, que se rían juntos y salgan habiéndose acompañado en el disfrute de la obra”. Por su parte, la coreografía, cuenta Silvina, fue surgiendo a través de improvisaciones y necesidades sobre lo que estábamos contando en la escena. Por ejemplo: poder contar desde el movimiento algo tan académico como matemáticas y ciencias naturales.
Marisa y Simón parte de una anécdota real del hijo de Martínez Bel: “Ningún varón quería bailar y él tuvo que superar cargadas y vergüenza para lograrlo”. Al tiempo, el tema del ridículo es algo central en la técnica del clown: al frente, se ven todas las virtudes y todos los defectos. Al respecto Claudio agrega: “Siempre mirado desde el amor, porque el clown es el lenguaje del amor”. La separación entre chicas y chicos dicen Silvina y Claudio, se ve claramente en la escuela primaria, incluso muchas veces festejan los cumpleaños por separado, pero en los últimos grados otra vez se acercan: “Las miradas, los noviazgos, la vergüenza. Esto nos permitió separar a los protagonistas para contar la historia del primer amor, y que el resto de los alumnos, al funcionar como coro, también fueran protagonistas. Es decir, la obra tiene cinco protagonistas: la maestra, el maestro, Marisa, Simón y el grupo de alumnos. Esto también nos define como creadores, donde todos, absolutamente todos, son/somos protagonistas”. ¤
Marisa y Simón. Sábados y domingos, 15 hs. Desde el jueves 21 al domingo 24 y desde el miércoles 27 al domingo 31 de julio, siempre a las 15. Teatro Nacional Cervantes. Libertad 815. $ 35, $ 30 y $ 10.
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