Viernes, 19 de agosto de 2011 | Hoy
VISTO Y LEíDO
Por Liliana Viola
Sexo, tiempo y poder
Cómo la sexualidad de la mujer dio forma a la evolución humana
Leonard Shlain
Editorial Océano
Sí, sí, sí, éste es otro libro que abreva en Darwin, otro libro de un médico sensible que intenta develar por qué la mujer es como es, por qué no estuvo en el lugar que merecía estar, buscando las razones en el flujo de su sangre. Aunque en este caso ella salga muchísimo mejor parada que su pareja siempre rival, no deja de ser otra incursión por el pasado prehistórico y las razones biológicas para explicar algo sin dejar de cuestionar otra cosa: hasta qué punto son válidas hoy las visiones dicotómicas, de qué hablamos cuando nosotros y Jung, Darwin, el estructuralismo y la misma biología dice “femenino y masculino”. Un tanto desesperadas y reaccionarias y antiquísimas suenan estas hipótesis, es verdad. La calvicie, la menstruación, la relación de ésta con la luna y de aquella con las necesidades de supervivencia, no dejan de pertenecer al terreno de los descubrimientos y las conjeturas más desconcertantes y difíciles de negar. Ese momento en que la Doxa y la ciencia se sientan a reírse felices del asombro. ¿Eso hace que este libro, casi un manual, casi una Biblia que nos lleva hasta el génesis de la especie, casi un trabajo detectivesco de 500 páginas, deba descartarse sin más? No necesariamente. Divertido, imaginativo, osado, permite una lectura de esas que adelantan la llegada del verano. A esta altura de las teorías que reconstruyen la sexualidad y expanden sus categorías, esta interesante serie de descubrimientos y conclusiones puede ser leída como un texto perteneciente a un género para el que no fue pensado: involuntario e híbrido entre la literatura y la ciencia, entre la erudición y la equivocación. Experimentos racionales que nos ha dado el siglo XX y que quién sabe hasta qué punto del siglo que vivimos seguirán circulando con tanta intensidad.
Leonard Shlain nació en Detroit en 1937 y murió en 2009 y antes de esto ejerció como cirujano y escribió numerosos libros sobre sus preocupaciones laterales: el arte y su relación con la psiquis y la diferencia entre hombres y mujeres. La búsqueda de las razones últimas y primeras en el interior de los cuerpos parece haber sido una constante en su modo de mirar. A este texto que lleva como principal hipótesis que la diferencia de hierro en el organismo de la mujer y el hombre ha llevado a la primera a tener que adaptarse y no sólo a eso sino a convertirse en la responsable de innovaciones culturales que nos otorgan la categorías de humanos por sobre el resto de los seres vivos. Ya el mismo doctor había escrito El alfabeto contra la diosa: el conflicto entre la palabra y la imagen (1999), un delicioso trabajo de investigación también a favor nuestro donde con bastantes errores, lagunas en sus argumentaciones y a su vez un extraordinario trabajo de recopilación de bibliografía, demuestra que la creación del alfabeto es lo que sumió a la mujer a un segundo plano, debido a que el trabajo de la lectura está más acorde con el cerebro del hombre, uno de cuyos hemisferios está más o menos desarrollado. Repito. ¿Cómo dejarlo pasar?
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