MUSICA
En una imponente muestra titulada Women Who Rock, el Salón de la Fama del Rock & Roll homenajea a un siglo de artistas femeninas: desde Bessie Smith y Ma Rainey, pasando por Billie Holiday, Wanda Jackson, los groups girls de los ’60 y Joan Jett, Loretta Lynn hasta Madonna, Lady Gaga y Janelle Monae.
› Por Guadalupe Treibel
Cuando, en la década del ’50, Wanda Jackson abría los shows de Elvis Presley, el rey iba camino al trono; pero la chica de notas rudas y tono sucio –que ya detentaba la coronita de Queen del Rockabilly por sus shows de armas tomar– ni siquiera podía lograr que sus canciones sonaran en la radio. “Era como si hubieran unido voluntades para decir: ‘No vamos a ayudar a que esta chica lo logre’”, recordó hace unos meses la guitarrera en sus 70, dueña de temas para la antología –como “Funnel of Love”, aquel rock tribal donde la morocha de Oklahoma se ponía áspera y se dejaba llevar por un (simbólico) embudo amoroso–. Claro que, en aquel entonces, la escena no estaba empapada de rockstars en clave femenina; con todo, Jackson no se dejó desalentar y eligió dejar su marca de púa con tracks como “Mean Mean Man”, “Honey Bop”, “Hot Dog! That Made Him Mad”. “Es el tipo de música que deberías estar haciendo”, le habría dicho Elvis por el ’55. Y Wanda reafirmó su elección.
“Pasaron los ’60, los ’70, los ’80 y, aun en 2011, la gente se sorprende de que haya diez chicas cantando”, apuntó la concienzuda estrellita brit Kate Nash a Las12 en marzo de este año. Y eso que Gran Bretaña es el paraíso de la igualdad y las oportunidades musiqueras...
Afortunadamente, para los nombres que desafiaron la gravedad y fabricaron molde propio (y, en honor a la sinceridad, otros que simplemente lo siguieron), hoy existe merecida retribución: “Women Who Rock: Vision, Passion, Power”, la muestra del Rock and Roll Hall of Fame and Museum, en Cleveland, Estados Unidos, que vuelve sobre la estela sonora con sentido estandarte. Hasta el 26 de febrero del año próximo, valga la aclaración. Con muchachas célebres y otras menos conocidas (pero igualmente reconocidas), la interactiva exposición (a los videos, entrevistas, imágenes, instrumentos e indumentaria, se le suma una cabina de grabación para que los visitantes se dejen inspirar y hagan su cortometraje) hace foco en más de 70 artistas desparramadas en dos plantas a puro lineup con objetos que alimentan la sed de fetichismo. ¿La narrativa de la curaduría? Cronológica y caprichosa, desde los primeros años del siglo 20 hasta la actualidad.
El contexto, a la orden del día: En la década del 20, la versátil Bessie Smith –conocida como “La emperatriz del Blues”– derrapaba un sentido y comprendido fraseado, que sentaría bases para los años venideros. La influencia, sin embargo, no alcanzó para que en el ’37, tras un accidente de coche, tres hospitales la aceptasen y tratasen. ¿Por qué no la ingresaron? Por negra. Cuando finalmente fue atendida, le amputaron un brazo, pero ya era tarde. Según los rumores, moriría desangrada... Cuenta el Hall of Fame que, por los mismos días, las mujeres competían por primera vez en los Juegos Olímpicos de 1920. Y marca logros, uno a uno. Como el vuelo de Amelia Earhart en la misma década (la del 30) en que la preciosa Billie Holiday tomaba vuelo. Para los ’60, Las Ronettes, las Supremes y la píldora anticonceptiva. Y así...
En palabras de Jim Henke, cabeza del equipo de curadores que, para armar la muestra, consultó a especialistas como la crítica Ann Powers, de la revista Times, entre otros: “Con frecuencia, las mujeres eran puestas en el fondo; no se les daba la misma exposición que a sus pares masculinos. En la música, tuvieron que luchar con las problemáticas que enfrentaron en la cultura en general”. Por eso, con las mejores intenciones y en franco tono amigable, el museo quiso evitar categorizaciones condescendientes o fáciles definiciones. “No quisimos armar un argumento lineal. La historia es gigante y no es sólo una... Mientras enfatices su calidad artística, cualquiera sea su forma, y la pongas en diálogo con la cultura, estás haciendo un buen trabajo”, explicó Lauren Onkey, del área de Educación del Hall of Fame. Así y todo, hubo que elegir un criterio...
1. Organizada en ejes, la primera parada lleva la carátula “De las sufragistas a los JukeJoints: Raíces del Rock” y recuerda cómo la ya mencionada Smith y Ma Rainey (mentora de Bessie) fueron las primeras (y por un tiempo, las únicas) artistas femeninas en grabar blues. En perspectiva histórica, la muestra linkea sus esfuerzos con los intentos sufragistas de una época donde también sentarían sus bases la gigante Mahalia Jackson (cantante góspel que le agregó picante al género inyectándole tesitura blusística; activista incansable por sus derechos civiles; amiga de Martin Luther King; mujer definida por Little Richard como “la verdadera reina de los cantantes espirituales) o “Sister” Rosetta Tharpe (pionera góspel que batió rock, soul y jazz; virtuosa instrumentista que no le hizo asco a la recién-salida-del-horno guitarra eléctrica; figura clave para tipos como Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, Chick Berry).
2. Capítulo aparte merece otra estelar: la controversial e intuitiva Lady Day –léase Billie Holiday–, ducha en metamorfosear el blues cada noche (“Si suena igual dos días seguidos, entonces no es música”), capaz de hacer una marca de fuego en la canción a base de gardenias y un desenfrenado amor por la canción. Una intérprete con mayúsculas: “No pienso que estoy cantando. Siento que estoy tocando el saxo o una trompeta y trato de improvisar como Lester Young, Louis Armstrong o cualquier otro músico que admiro. El resultado es, sencillamente, lo que siento”, definió en una oportunidad la mujer de las desgracias (malas juntas, heroína, cárcel, prostitución, abuso y ese final tan triste esposada en una cama de hospital).
3. Bajo el título “Sal de la cocina: Que suenen las ollas y sartenes”, llega el segundo estadio: La emergencia del rock, que viene a responder la pregunta que se hiciese Yoko Ono tiempo atrás: “¿Cuántos de nosotros conocemos los nombres de las compositoras, cantantes y músicas pioneras de los ’50?”. Alto y claro, dos saltan a la vista: la comentada Wandita Jackson y Ruth Brown (alias “Miss Ritmo”, mujer del R&B que con sus dos docenas de éxitos –“So Long” y “Mama, He treats your daughter mean”, entre ellos– cimentó las bases del sello Atlantic).
Acompañan a estas señoritas, otras leyendas del country y rockabilly, de la talla de LaVern Baker y, claro que sí, Brenda Lee, la pequeña dinamita que no sólo popularizó el clásico “I’m sorry”; también dejó uno de los hits navideños más repetidos de todos los tiempos: “Rockin’ Around the Christmas Tree”.
4. ¿Qué sigue? ¡Los ’60! Una época a puro azúcar, pegadiza y excepcional. “Aunque las bandas de chicas fueron, a menudo, vistas como simples marionetas manejadas por hombres, significaron una auténtica manifestación del mundo de las adolescentes, grupo que recién comenzaba a tomar sus propias formas y a ser reconocido por su estilo y capacidad de consumo. Los grupos de chicas reflejaron su exploración del mundo, sus limitaciones y su potencial ilimitado”, define la expo que, en esta etapa, saluda con un “¿Me amarás mañana?”. ¡Sin lugar a dudas!
¿Cómo no suspirar con The Shirelles, primer girl group en tener un single N°1 en los Billboard Hot 100? Capitalizando una inocente imagen de vecinita-de-al-lado, la banda neoyorquina popularizó temas como “Will You Love Me Tomorrow” y gozó de saludable repercusión, con más de una docena de canciones rankeadas en el Top Forty. ¿Cómo olvidar esa primera estrofa caprichosa de la blonda teen Lesley Gore que, con 16 años, endulzaba los parlantes al son de “Es mi fiesta y voy a llorar si quiero / Vos también lo harías si esto te hubiera ocurrido a ti...”, en “It’s my party”? Producida por Quincy Jones, la chica de corazón roto se volvió uno de los grandes iconos de su tiempo. ¿Cómo no cantar los amorosos “Baby, I love you” o “Be my Baby” de las Ronettes que, de la mano de uno de los grandes productores de la escena –Phil Spector– encontraron fanáticos en los Rolling Stones, los Beach Boys o Los Beatles, con quienes giraron?
Completan la sección las melodramáticas ShangriLas (dos pares de hermanas underage de Queens que, con temas como “Leader of the Pack”, incorporaron una estela de oscuridad al rosado mundillo adolescente, con letras sobre motoqueros muertos, pollitos en fuga, affaires condenados al fracaso), las fabulosas The Supremes y su distintivo y pulido sonido Motown y Carole King (compositora –luego performer– de cancioncitas como “Up on the Roof”, “One fine day” o “Take good care of my baby”, cuya vida ha inspirado el film Grace of My Heart, con Ileana Douglas como su versión libre).
5. “Revolución, Contracultura y la Píldora: El fin de los ’60” lleva el siguiente cartel, época convulsa para los Estados Unidos, tiempo claramente definido por las luchas sociales y la búsqueda de reivindicaciones de negros y mujeres. Tiempo en el que Janis Joplin rompiese el molde blues; en el que Aretha Franklin emergiera como “Reina del Soul”; o la country Loretta Lynn (que –afortunadamente– volvió al spotlight pocos años atrás de la mano de Jack Black y su estupenda colaboración conjunta “Portland, Oregon”) compusiese el tema “The Pill”, que cuenta la historia de una mujer harta de dar a luz cada año, feliz de finalmente poder elegir sus métodos anticonceptivos. ¿Suena a referencia personal? Al fin de cuentas, Lynn tuvo seis hijos y cuatro nacieron antes que ella alcanzase los... 19 años. En forma de canción, la píldora empezaba a ser conocida en áreas rurales empobrecidas, aunque muchas radios prohibieron su difusión. Fidelidad, relaciones y alcoholismo han sido (otros) tópicos frecuentes en su carrera.
Otras artistas en ecléctica clave musical que hacen pie en esta porción del circuito: Joni Mitchell, Mama Cass, Tina Turner o la hippona Grace Slick (cantante y compositora de la banda psicodélica precursora The Jefferson Airplane, con tracks que difícilmente necesiten introducción –léase “Somebody To Love” o “White Rabbit”–).
6. Y el plan setentero deja estela bajo el título “I will survive: The 70. De Rockeras a Divas Disco”. Cuenta la organización de la exhibición que, en paralelo a los logros del movimiento feminista (y gracias a ellos), las mujeres comenzaron a trabajar en todas las esferas de la industria musical, asumiendo mayor control creativo sobre sus carreras. En el corazón del mainstream, Pat Benatar, Heart, Cher, Fleetwood Mac y la “cosa caliente” Donna Summer decían “Presente”.
A los gritos, también llegaba Joan Jett, primero con The Runaways (banda que formó con sólo 15 años, que tendría un hit fulminante en el tema “Cherry Bomb”), luego solista. En la era disco, su hardrock fue decisivo: Bandas como Hole o Yeah Yeah Yeahs siempre la han nombrado como referente. No es para menos: ¿Quién no se ha encontrado en poseso estado sacudiendo la cabeza al son de “I love Rock & Roll” o “Bad Reputation”? Cuando la banda se disolvió en el ’79, Jett pasó un tiempo en Inglaterra y trabajó con Paul Cook y Steve Jones, de los Sex Pistols. Cuando volvió a Estados Unidos para editar su álbum solista, ¡23! discográficas la rechazaron. Entonces, hizo lo que ninguna: Creó su propio sello –el legendario Blackheart Records– y lanzó su material.
Como bonus biográfico, su nombre figura en el puesto 87 de la lista de los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos, según Rolling Stone. Lista que, en total, incluye a... dos mujeres.
7. “Danza alrededor del quilombo: Punk y PostPunk” es la carátula que continúa el tour y ofrece un insight de tipas fantásticas: la artie Yoko Ono, la naturalmente andrógina (y comprometidamente poética) Patti Smith, Siouxsie Soiux (de Siouxie & the Banshees), Kate Pierson y Cindy Wilson (del grupo B52s), Debbie Harry (Blondie), Kim Gordon (cofundadora de Sonic Youth, pionera del movimiento “no wave”, ducha en mixturar noise, rock, jazz), Tina Weymouth (Talking Heads)... ¿Qué decir?
8. Que en el ’79, el disco homónimo de B52 ponía las animaladas y espaciales notas de las chicas en cielo, entre malos peinados nuevos, pesadillas scifi, colores pasteles y baile: Pop, surf, avantgarde, punk amateur y funk blanco eran un ejercicio cerebral que sonaba a fiesta. Que “The Scream”, de Siouxsie & The Banshees sentó un caos controlado, oscuro, abrasivo, terminal. Pura víscera. En fin...
9. En “Causando alboroto”, hace su entrada triunfal la Reina. Y explota el pop. Es el turno de Madonna, la estrella total, de musculatura infernal y camaleónica capacidad de reinvención, hábil en celebrar su sexualidad (y lucrar con ella, sin sonrojarse, pero con total control de su propia imagen), feliz de provocar, jugar con tabúes y estirar alguno, resquebrajando algún otro. Asoman por detrás, la efervescente y aguda Cyndi Lauper (la misma que irrumpiese en el ’84 con el pelo semirrapado y temas como “She Bop”, oda a las masturbación femenina) y modernas princesitas como Britney Spears, Christina Aguilera, Gwen Stefani. También está Shakira (vaya a saber una por qué).
10. Para el repaso final, de los ’90 al nuevo milenio, el Hall of Fame introduce “Ladies First”: Del movimiento Riot Grrrl a festivales como Lilith Fair, de la bonachona Taylor Swift a la espacial Janelle Monae (capaz de hablar del mundo de 2719 desde un alter ego que fusiona cabaret, soul, rock, pop... en fin, todos los ingredientes que la linkean a Billie H., a Erykah Badu, a Grace Jones). “Creo que una idea puede transformar a una nación entera”, declaró la dueña del disco The ArchAndroid en una oportunidad. Con ese beat, no hay quién lo dude.
Las siguen de cerca: Meg White (White Stripes), Bikini Kill, Queen Latifah, Alicia Keys y, por supuesto... ¡Lady Gaga! Porque, ¿qué sería del mundo sin la megaestrella Stefani Joanne Angelina Germanotta? Icono fashion, icono de las buenas causas, icono de la provocación, icono de la ambigüedad (entonces ¿era o no era hermafrodita?), la señorita inunda las pistas de baile y llena los tabloides con recurrente exuberancia. Encima, canta bien. El producto más acabado de la época actual.
Así, el puntiagudo corpiño que Madonna usó en el tour Blond Ambition en 1990, el “revolucionario” traje de carne de Lady Gaga (ya lo había hecho la artista feminista Jana Sterbak en 1987, pero bueno...), los lyrics originales de “Cherry Bomb” (el hit de The Runaways), la guitarra acústica que Wanda Jackson usaba a fines de los ’50, el vestido que Grace Slick vistió en Woodstock, un outfit de LaVern Baker, otro de Cass Elliot (The Mamas and the Papas) y un par de botas de Patti Smith, entre otras curiosidades, recordarán a un siglo de artistas. Ojo... También está la camperita del Club de Mickey Mouse que llevó la petite Christina Aguilera en sus prematuros comienzos. ¡Qué hallazgo! “Queremos ilustrar el rol vital que desempeñó la mujer en la evolución del rock & roll para que los visitantes salgan del museo con una mayor apreciación acerca de cómo ha contribuido al arte y la sociedad”, explicó Henke. Enhorabuena.
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