Vie 16.09.2011
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INTERNACIONALES

Vìctimas de la salvación

En Camerún cuatro de cada diez niñas padecen una práctica que se supone destinada a salvarlas de males mayores: para evitar que se desarrollen y se conviertan en blanco de violaciones, se les aplican piedras calientes sobre los pechos. En algunas comunidades, esta mutilación se defiende en nombre de tradiciones ancestrales, aunque han sido las mismas víctimas, hoy adolescentes, las que denuncian y se organizan en red para intentar detenerla.

› Por Luciana Peker

“Hay que apretar fuerte sobre esos pequeños senos que comienzan a desarrollarse. Arriba y abajo, como se plancharía una prenda. Pero es un cuerpo infantil el que soporta el dolor de estos embates que dañan los tejidos, causan heridas, abscesos, infecciones y, eventualmente, podrían predisponer al cáncer”, relata la periodista Charo Nogueira en la investigación “Niñas sin pecho en Camerún”, publicada por el diario español El País, el 12 de septiembre del 2011.

Una de cada cuatro niñas sufre el planchado de sus senos. El objetivo es que ellas disimulen su pubertad para que –supuestamente– no puedan ser poseídas y violadas. No ser niñas, no ser mujeres, no ser adolescentes es la forma de esconderlas, de invisibilizarlas y de someterlas a una hoguera del siglo XXI.

A ellas, todavía nenas, se les graba, como una marca de fuego, que ser mujer es una vergüenza, una prueba de vulnerabilidad. La quemadura la suelen realizar sus propias madres con la intención de exorcizar el crecimiento de sus pechos y, por lo tanto, intentar que se vean inanimadas eróticamente y, por ende, no tengan relaciones sexuales (por placer o por abuso). No hay justificación para aplastar el cuerpo de una chica. Pero si la justificación es cuidarla tampoco es un objetivo cumplido. En Camerún, tres de cada diez mujeres están embarazadas o ya tuvo, al menos, un hijo al cumplir los 20 años. El 24 por ciento de las mujeres de Camerún pasan por esta mutilación en el frente de su cuerpo, según la agencia oficial de cooperación alemana GTZ. Esta intervención trae problemas físicos y psicológicos y en Duala, la mayor ciudad del país, el 53 por ciento de las adolescentes han sido planchadas como una tela que no puede mostrar su textura. “La mitad de las niñas cuyo pecho comienza a desarrollarse antes de los nueve años sufren el planchado”, informaba GTZ hace ya cuatro años sin que la mutilación a las niñas se haya convertido en un problema o un debate mundial para encontrar soluciones.

Desde Argentina, el abogado Alvaro Herrero, director ejecutivo de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) y doctor en Ciencia Política de la Universidad de Oxford, enmarca el sin marco de esta práctica: “Las formas de mutilación genital femenina violan diversos derechos fundamentales de las niñas protegidos por el derecho internacional como el derecho a la salud, a la integridad física y a la vida libre de tratos crueles o degradantes y de todas las formas de discriminación reconocidos por la Declaración Universal de Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw por sus siglas en inglés) y la Convención sobre los Derechos del Niño”.

El planchado no es la única forma de quitar horizontes en la infancia del país africano. “Camerún está clasificado en el puesto 18 de entre los 20 países del mundo con la mayor tasa de mortalidad de niños menores de cinco años, que asciende a 148 por cada 1000 nacidos vivos. El paludismo representa más del 40 por ciento de todas las muertes de chicos/as de menos de cinco años de vida. A escala nacional, el 30,7 por ciento de la población carece de acceso al agua potable y aproximadamente el 66,9 por ciento no cuenta con saneamiento adecuado, lo que provoca brotes regulares de cólera”, informa Unicef. La educación también es una deuda que duele y delimita más a las mujeres. El organismo de Naciones Unidas dedicado a la infancia alerta: “El acceso limitado a la educación primaria de calidad se caracteriza por bajas tasas de matriculación y disparidades de género significativas”. La diferencia con Argentina es tan explícita como la vida y la muerte: la expectativa de vida en Camerún es de 51 años y en nuestro país de 74 años.

CAMBIAR DESDE ADENTRO

La mutilación de los senos de las niñas en Camerún, Africa, no es una situación aislada. En ese continente la mutilación genital o de clítoris es una amenaza a la salud y al placer de las mujeres y una costumbre arraigada. En China, era un ritual ancestral atar los pies de las nenas para que fueran más chicos y (supuestamente) las convirtieran en más atractivas.

La intención de extirpar los pechos de las mujeres no es sólo una herramienta, también tiene el simbolismo de desnaturalizar las curvas femeninas que más allá de lo corporal hablan de la diferencia (no discriminatoria) entre varones y mujeres. En 1917, Ramón Gómez de la Serna sostuvo: “Cuando los poetas hablan de la muerte la llaman el lugar sin senos”. Sin embargo, Marylin Yalom en el libro La historia del pecho apunta: “Para la mayoría, sobre todo para los hombres, los pechos son meros adornos sexuales. Sin embargo, esta visión sexualizada no es universal. En distintas culturas de Africa, donde las mujeres han ido con los pechos al aire desde tiempos inmemoriales, el pecho femenino no ha adquirido el significado predominantemente erótico que ha alcanzado en Occidente”.

Las preguntas arden como el fuego que incendia en dolor el cuerpo de las niñas. ¿El ritual de Camerún se diferencia de otras zonas africanas en donde los pechos no son ni tabú ni una zona de erotismo o pudor? ¿Si el topless europeo no es un exotismo sino una costumbre por qué, entonces, ahora, no sólo tapar sino mutilar los pechos de las niñas? ¿Se trata de la incorporación de valores y estéticas occidentales? ¿O, por el contrario, aun cuando no pueda justificarse la exposición de púberes a piedras caliente, tampoco se puede solucionar esta práctica con un punto de vista desarraigado de su cultura?

En este sentido, la erradicación de la mutilación no puede lograrse con la bandera de una bikini. En cambio, una iniciativa posible es multiplicar el proyecto “Renata” de tías o tintines (sin lazo familiar) que funcionan como tutoras de las niñas. Las tías son madres adolescentes, de 12 a 18 años, que pueden contar su experiencia e intentar asumir el rol de transmisoras de educación sexual y que luchan contra el planchado de los senos.

En este sentido, el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) trabaja con un instrumento en la promoción de los derechos humanos con distintas comunidades: la lente cultural que ayuda a lograr un profundo conocimiento de la cultura necesario para negociar, persuadir y cultivar la aceptación y la apropiación cultural. Elenoro Faur, oficial de enlace Unfpa en Argentina contextualiza: “Los valores y las prácticas que infringen los derechos humanos pueden encontrarse en todas las culturas. No se trata de promover el relativismo cultural justificando aquellas violaciones de los derechos en nombre de la particularidad. De lo que se trata es de involucrarse en las realidades culturales para poner de manifiesto las maneras más eficaces de cuestionar esas prácticas nocivas y fortalecer conductas para el cambio”.

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