Vie 30.09.2011
las12

INTERNACIONALES

La lenta, implacable, marcha

La semana pasada, Arabia Saudita autorizó el voto de las mujeres. La medida, que resulta anacrónica para Occidente, no es una concesión, sino la evidencia de que las mujeres árabes están poniendo un límite a una sumisión que en algunos países es escandalosa y en otros apenas tolerable. Masouma Saleh al Mubarak, una de las únicas cuatro diputadas de Kuwait, país que abrió las urnas a las mujeres en 2005, habla de estos cambios sostenidos que se parecen mucho a una revolución.

› Por Mercedes López San Miguel

Masouma Saleh al Mubarak aclara que no tiene nada que ver con el hoy caído en desgracia clan Mubarak de Egipto. “Hosni Mubarak es un dictador, yo soy democrática. El es hombre, yo mujer”, dice quien fuera la primera mujer electa ministra de Kuwait hace no tanto, en 2005. Es que en Kuwait, una monarquía del Golfo Pérsico, hasta hace seis años las mujeres no podían votar ni ser candidatas a un cargo político.

En Túnez, en Egipto, en Libia e incluso en la más tradicional Kuwait, las mujeres árabes viven una “revolución silenciosa”, en palabras de la arabista española Gema Martín Muñoz. Se las vio marchar junto a los hombres en reclamo de mayores libertades. En Túnez, país en el que comenzó en enero la ola de revueltas, sus leyes son las que menos discriminan a las mujeres: en 1957 se abolió la poligamia. Allí, las manifestaciones pacíficas y persistentes lograron tumbar la dictadura de Ben Alí. En cuestión de semanas las egipcias salieron a las calles para exigir el final del régimen de Mubarak. En la emblemática plaza Tahrir, se sorprendieron de que los hombres no las acosaran o manosearan, algo que padecen a diario en los lugares públicos. Las egipcias se mantienen expectantes por saber qué tipo de Constitución elaborará el futuro gobierno que sea elegido en las urnas. En Kuwait, un país que nació liberal en 1961 con una Carta Magna que no distinguía entre hombres y mujeres, se dio un profundo cambio en los ochenta debido a la influencia de la revolución islámica de Irán. Durante los noventa, los legisladores más fundamentalistas impulsaron leyes que segregaban a la mujer en secundarios y universidades y restringían su desempeño laboral. El gobierno no cambió de postura hasta 1999. En esa fecha el emir Yaber al Ahmad al Sabah decretó que las mujeres podían votar y postularse a un cargo legislativo. Hoy Masouma al Mubarak se muestra orgullosa de ser una de las cuatro diputadas de Kuwait. Lleva puesto un velo conocido como hijab –dice que lo usa por opción–, porque en su país cada quien se puede vestir como quiera. “No es como en Arabia Saudita, en donde rige la ley islámica”, señala en diálogo con Las/12 de visita en Buenos Aires como jefa del grupo de amistad parlamentario argentino-kuwaití. Hasta en Arabia Saudita se respira otro aire: en un país en donde las mujeres tienen prohibido manejar autos y deben pedir permiso para viajar o trabajar, por primera vez las sauditas lograron el derecho a sufragar. El rey Abdullá anunció el domingo 25 de septiembre que las mujeres podrán participar como electoras y candidatas en las elecciones municipales de 2015.

–¿Coincide en que las mujeres árabes viven una “revolución silenciosa”? ¿No es acaso un oxímoron?

–Voy a corregir, no es una revolución silenciosa sino una movilización en todos los ámbitos. Porque la revolución significa un choque; en cambio nosotras trabajamos para concientizar a la mujer, para que tenga más protagonismo y exista una convicción de que ninguna sociedad puede cambiar sin nuestro aporte. La movilización es algo continuo. La mujer de Kuwait empezó a moverse en 1954.

–Sin embargo, recién en 2005 accedió a votar y a presentarse como candidata al Parlamento.

–Es cierto, llegó muy tarde por muchas razones. Una de las principales, es que el gobierno no cambió de postura hasta 1999. En esa fecha el emir Yaber al Ahmad al Sabah decretó que las mujeres podían votar y postularse a un cargo político. Lamentablemente, su reclamo no fue aceptado por el Parlamento. Tuvimos que esperar 6 años más hasta que se pudo reformar el primer artículo de la ley electoral.

–¿Qué pasó en el 2005 para que hubiera una apertura?

–La Asamblea Nacional pudo cambiar sus convicciones y apoyar al emir: así se sancionó la ley que cambió la norma electoral. Ese año fui nombrada ministra de Planificación. Un año después, 29 mujeres se postularon a cargos legislativos, pero ninguna fue electa. En 2008 se presentaron 28 candidatas, tampoco fue electa ninguna. En 2009 había 19 candidatas, cuatro logramos el puesto.

–¿Cuáles son las prioridades en la defensa de los derechos de la mujer?

–Soy la presidenta de la Comisión de los Asuntos de la Mujer en el Parlamento. Tuvimos éxito en reformar la ley de la vivienda, dado que antes el hombre era el dueño de la casa. Ya no, ahora es igual. También reformamos la ley de residencia de extranjeros, para que se beneficie la mujer kuwaití que está casada con un extranjero. Buscamos modificar toda norma que discrimine a las mujeres.

–¿Los trámites que hace una mujer todavía tienen que ser firmados por un “guardián” llámese marido o padre?

–No, no. Yo estoy casada. No tengo que firmar nada para salir del país. No es como en Arabia Saudita donde rige la sharia (ley islámica). Antes el marido firmaba para que a su esposa le emitieran un pasaporte. Eso no sucede más.

–¿Cómo se defiende la igualdad de derechos dentro del Islam?

–Existe una visión incorrecta sobre el Islam. Los principios fundamentales del mismo son la justicia, la igualdad y la paz. Parte de esta incomprensión es responsabilidad de algunos musulmanes. El Islam no es una religión que discrimine.

–Este cambio, que señala beneficioso para la mujer, ¿se da en todos los estratos sociales en su país?

–Hay tradiciones que se heredan de antes y que en el campo son distintas que en la ciudad. La ley es la misma, pero cuando hay cultura uno puede entender la ley mejor. Por supuesto que la mujer de clase media y alta se beneficia más porque entiende sus derechos y tiene la capacidad de defenderlos.

–¿El uso del velo es obligación o derecho?

–Es optativo. Yo lo uso porque quiero.

–¿En Kuwait usan burka?

–Muy pocas mujeres. Nadie las obliga.

–Que haya un mayor peso del islamismo en Kuwait, ¿afecta los derechos de la mujer?

–Esperemos que no tengan mucha fuerza. Porque el fanatismo es contrario a la naturaleza humana. Hay corrientes islamistas durísimas contrarias a la libertad. Y hay corrientes moderadas. El Islam está en contra del fanatismo religioso.

–¿Cómo ve las revueltas árabes que se dieron en Túnez y Egipto y que terminaron con regímenes históricos?

–Kuwait es una monarquía parlamentaria, es diferente a Túnez, a Egipto o a Siria. Por un lado, no me parece que un cambio se tenga que dar a través de la violencia. Por el otro, estoy en contra de una situación estática. Si el cambio sirve para que haya más libertades y democracia, entonces lo apoyo.

–¿Qué opina de que en Francia y ahora en Italia se legisle para que la mujer musulmana no pueda usar velo en los lugares públicos?

–Es un asunto interno de esos países. Creo que estas leyes ponen límites a las libertades individuales. Pero si tiene que ver con las cuestiones de seguridad, entonces no las objeto.

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